Un lugar íntimo donde Todo se funde con Nada intercambiando signos. Allí se escucha el origen de todo nacimiento y se escala la muralla del espíritu. Un lugar asilo de raíces que van despeñándose desde aquel tiempo arcaico cuando el recuerdo se hizo confusión en la memoria. Ese lugar son dos montañas que en instantes se unen, se separan, mostrando su orografía que se divisa etérea en el aire incierto del mundo.
Es el hogar de los dioses, es el angosto corredor que permite el descenso a los infiernos cuando la poesía baja en olas santas hasta la tierra. Nada hay que sea abarcable o inabarcable en él, nada que sea explicable o inexplicable en este reino; ni el miedo que azota la noche, ni el crisol de luz que se rompe a cada día.
El silencio de las estrellas se escucha en su pozo de cristal, en su profundidad incalculable. No queda lejos del alma ese lugar donde el espacio y el tiempo trasmutan los tejidos. Una pequeña grieta por donde entra la vida cuando la muerte se distrae. Ese lugar, que todo lo nombra, no tiene nombre. No se define esta filosofía. No tiene límites su carne de sortilegios.
He allí que aquí caben todas las medidas, todas las metafísicas, el peso atómico del cosmos ignorado. Con la ardentía derrochadora del misterio su molino de viento hace rodar las parábolas del mundo, aves caóticas del ser hechas al azar por los polvos del destino.
Los labios se rompen en copas.
Se consumen en otros labios.
Los labios en cuero, en gala,
en herencia de dolor y penas.
En sangre de cúpula los labios.
Labios grana que nacen desde el fuego
que piden, que buscan, que crean,
que encuentran, que juntan
llamas feroces en risueños labios.
Labios que entran en los espejos
en busca de deseos polvorientos.
Labios horizontales de vidrio y luz
juntando bosquejos al atardecer.
Labios que dicen sus nombres hinchados,
mordidos en el enlace de otros labios.
Labios elementales como de sed.
Labios que lejanos de habla,
en silencio de desiertos,
en frases fundan los tiempos.
Labios que hierven en aceites,
que gotas obscenas en los oídos
destilan con taquicardia.
Labios en vino de Canaán compartidos,
labios que hacen sus votos definitivos
chupando la dulce solución del veneno.
En este texto la metáfora danza con ritmo acompasado. No hay paso en falso. Gracias por este hermoso regalo, @oacevedo.
Gracias, @solperez, por tu amistad amplia, fresca y radiante
como la calidad del cielo que nos arropa.
En este día, ese ha sido un buen brindis, @oaecevedo. Los labios como la puerta a lo maravilloso e increíble. La palabra, el amor, el alimento moran entre sus pliegues. Ah, y el beso, el beso como el acoplamiento con otros labios
Brindo por ti, con la copa de la amistad y el amor.
Brindo por ti, @nancybriti. Choca el cristal.
Dos hermosos, prodigiosos, poemas, @oacevedo. Cargados barrocamente con imágenes espléndidas, con una prosa de ritmo interior casi filosófico el primero, y melodía envolvente el segundo, son poemas que despiertan la lúcida sensualidad. ¡Gracias!
Gracias, @josemalavem, me complace enormemente que te hayan gustado estos poemas.
Siento tu palabra como un gran elogio. Un abrazo.
@oacevedo, qué buen momento para el alma esos dos poemas en estos tiempos tan aciagos. El segundo me hizo recordar una pieza de Miguel Hernández que también se inspira en la boca: "El labio de arriba el cielo y la Tierra el otro labio", dice. Felicítote.
Recibe mi agradecimiento, @antoaristi, por tu generoso comentario.
Sigamos propiciando con palabras y acciones, hermano, el renacimiento de Venezuela.
Saludos.
Labios que incitan a lo humano , invitan a lo divino.