Como si el sonido,
la luz y forma del viento no fuesen más
que un lenguaje resurgiendo insistentemente
sobre mí
y me hace tropezar con el otro pie
como todos los indecisos al andar,
podría casi creerme,
que ya
no te recuerdo nada.
Podría...
Pero allí recapitulo recuerdos
e-n-t-r-e-l-í-n-e-a-s
y como ya no tendré esa boca
para sonreír,
brillaremos,
y será tan grande la aurora boreal
que emanaremos
que todos los cielos,
y todas las noches,
serán luceros de la mañana.
Que
estos
silencios
te bendigan.
Autor: Luis Bello.