Joven, su boleto. Suspenso

in #cervantes5 years ago (edited)

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Como de costumbre me quedé dormido en el camión cuando regresaba de trabajar, estaba hasta mareado pues para colmo la comida me había caído mal, así es que abrace a mi mochila negra y me dispuse a dormir, pero esta vez tuve pendiente de pasarme, abría y cerraba los ojos de cuando en cuando para saber donde iba, pero en una de esas una chica estaba enfrente de mí exigiéndome el boleto del camión.

-Joven, su boleto-

Me dijo sin cambiar su expresión de aburrimiento. Era una chica como de veinte años, muy delgada y con ojos profundamente negros, tenía las ojeras muy marcadas como si hiciera días que no durmiera, traía los labios pintados de negro y unas lágrimas simuladas en el rostro, su pelo desaliñado olía como a vinagre o a fermentos. Yo apenas la vi y me sentí ebrio, estaba bastante débil y acalorado. Le extendí el boleto, lo vio por un momento y me lo regresó.

Me volví a quedar dormido, estaba teniendo unos sueños muy bizarros, algo así como un bautizo en Veracruz debajo de un gran árbol de aguacate, las gallinas corrían por entre la gente, uno de los niños las había dejado salir del corral y todo mundo andaba detrás de ellas para devolverlas, yo me sentía muy feliz al ver a mi abuela regañando a los pequeños como de costumbre, pero de repente recordé que mi abuela había muerto al tiempo que el camión dio un salto por lo que me desperté.

-Joven, su boleto-

De nuevo la chica de la mirada perdida y aburrida se encontraba enfrente de mi, entonces me dije: -que está pasando-, me asomé por la ventana y ya era de noche, no solo me había pasado, sino que, al parecer, había dado dos vueltas. En ese momento se me acercó el chofer y me dijo que me bajara del camión, que ya llevaba muchas vueltas. No tenía la menor idea de donde estaba, todavía me sentía muy adormilado.

Bajé del camión con cuidado porque el suelo era de piedra bola y al parecer había llovido un poco. Apenas se podía ver, no había luces, pero la luna estaba llena y alumbraba bastante bien como para moverme a la parada del camión que estaba a pocos metros.

Al llegar a las bancas de espera, me encontré que ahí estaba la chica que revisaba los boletos, habían pasado como veinte minutos y ella seguía viendo fijamente su celular, pero de improviso volteo hacia mi para comentarme que ya no pasarían mas camiones porque ya era muy tarde. Yo me dispuse a hablarle a un taxi, pero ella tapó mi celular con la mano, voltee a verla un poco sorprendido.

-Yo vivo en la colonia que está cruzando el monte, pero mi celular está descargado, podría acompañarme?- Primero me sorprendí de la petición, y luego dudé, me dije -que clase de chica le pide a un desconocido que la acompañe a cruzar un monte-, pero luego recapacite en que la razón de que no trae carga su celular es suficiente, así es que acepté acompañarla.

Encendí mi celular a modo de linterna y nos dispusimos a cruzar por una estrecha vereda, ella iba a lado mío sin decir nada. Caminamos como unos cien metros y al voltear me di cuenta de que ya no estaba, la busqué girando sobre mi, mirando hacia todos lados y no se veía mas que zacate. Después de unos minutos decidí regresar a la parada del camión.

Al llegar a la banca de espera algo había cambiado, ya no era de metal, era de madera muy envejecida, -que extraño- me dije, pensé que tal vez había equivocado el camino, no le di mayor importancia y me senté en la banca. Después de un rato empecé a sentir vértigo de nuevo, pero esta vez empecé a vomitar, la cabeza me daba vueltas y el estomago lo sentía muy inflamado, de repente la misma chica con mirada perdida me decía:

-Joven, su boleto-

Sus ojos negros enfrente de los míos parecían acercarse mas y mas hasta casi tocar mi frente con la suya, luego soltó una enorme carcajada, no dejaba de reír mientras se revolcaba en el suelo y se echaba tierra en el cabello. Luego se levantó y se fue corriendo, pero regresó del mismo modo hasta mi tocando mi nariz con la suya mientras repetía constantemente:

-Joven, su boleto- -Joven, su boleto- -Joven, su boleto-

De repente sentí una fuerte cachetada, mi madre me sacudía violentamente.

-Despierta- me dijo.

Abrí los ojos, estaba en la habitación de un hospital con una severa fiebre malta y tifoidea, los médicos dijeron que apenas la había librado. Estaba muy cansado, me estaban aplicando suero en la vena, me quedé dormido de nuevo, el aire fresco daba sobre mi rostro y de repente oí:

-Joven, su boleto-...



Historia y fotografía

@saulos

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Hemos compartido tu contenido en nuestro #Podcast Los Cómo de las Cripto y esperamos que recibas muchos buenos votos y comentarios.
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Agradezco mucho que me hallan considerado y por sus buenos deseos, saludos

Me has enganchado con tu historia, muy buena.

Hola, gracias por tu comentario, me gusta mucho este género, que no llega a tocar lo sobre natural. Saludos