Antes de empezar este post, debo decir que para concoer la introducción lean la primera parte: https://steemit.com/spanish/@shadelf1/un-inusual-14-de-febrero-parte-uno
Pues bien, llegó el día y fuimos al mercado para comprar las flores y tomar el taxi que nos llevaría a nuestro destino. Fuimos a la floristería, elegimos las flores y nos dispusimos a pagar (100mil BsF.) Pero algo ocurrió; al @froilanbigott sacar su tarjeta, la encargada lo miró y le dije "El Banco Venezuela no está pasando, lo siento" nos miramos a las caras algo desconcertados, no podíamos gastar el efectivo pues con él pagaríamos los viajes. Fuimos a otra floristería y nos dijeron lo mismo. En este punto de la historia, quiero citar algo de mi post anterior
...Vivimos en Venezuela, aquí NADA sale como lo planeas.
En nuestra búsqueda por flores, tomamos la decición de partir a la otra ciudad son comprarlas, pensábamos que allá las podríamos comprar sin problema alguno. Así lo hicimos, tomamos el taxi y emprendimos rumbo a tierras desconocidas.
Llegamos a la plaza Bolívar, nos bajamos y de inmediato nuestra mente se llenó de confusió; no sabíamos donde comprar las flores, donde estaba el cementario o como movernos en la ciudad. Pero ni cortos ni perezosos, empezamos a caminar tal y como si hubieramos nacido en esa ciudad, pero solo con una diferencia: No sabíamos a donde estábamos dirigiéndonos.
Después de un poco tiempo pensando, recordamos que teníamos una amiga en la ciudad, la cual nos serviría de guía. Rápidamente la llamamos, tomé el télefono y de mi boca empezaron a salir a una gran velocidad tantas preguntas como mi mente podía formular, ella notoriamente oriunda de ese sitio, respondía rapidamente. Nos dió todas las indicaciones que necesitábamos, unicamente olvidé un detalle; mi memoria es fatal. Casi llegando a la floristería de la cual me habló, olvidé la última parte de la indicación, incluso empecé a confundir nombres de calles, sin embargo entre cosas y otras logramos llegar.
Ya en la floristería, la encargada nos repitió las mismas palabras que tanto malestar nos había causado:
El Banco Venezuela no está pasando, lo siento
Complementó esa frase diciendo: Es a nivel nacional. Ahí nos dimos cuenta que no teníamos dinero para comprar las flores y nuestra misión estaba en riesgo de fracasar. Volvimos a llamar a mi amiga y en vista de nuestra situación, decide acudir al rescate. Para fortuna nuestra, ella conocía a la dueña de dicha floristería, lo cual nos permitió adquirir las flores por medio de una transferencia bancaria (hecha por ella). Una vez con las flores en mano, notó nuestro sudor y cansancio, decide llevarnos a su casa (quedaba cruzando la calle) darnos agua y dejar que nos sentemos unos minutos. Al pasar cierto tiempo, de ella salieron unas palabras que fue como escuchar el cantar de un ángel: Yo los llevaré al cementerio; aunque esas palabras, tomaron un sabro agrio cuando después dijo: Pero se tendrán que regresar ustedes. Dicho y hecho.
Teníamos las flores, habíamos llegado al cementerio, creíamos que todo estaba bien, pero vuelvo y les repito:
...Vivimos en Venezuela, aquí NADA sale como lo planeas.
Salió otro problema más, no sabíamos donde estaba enterrado el señor y su tumba no tenía nombre (Los encargados de hacerla la hicieron mal y la familia decidió desecharla). Teníamos vagas explicaciones, pero obviamente en un cementerio grande, las explicaciones vagas no sirven de mucho. El tiempo pasó y pasó, teníamos más de una hora buscando la tumba y ya el cansancio inavadía nuestros cuerpos y se nos hacía tarde y decidimos tomar una decisión. Con las vagas explicaciones que teníamos, decidimos seguir nuestros instintos y elegir (un poco al azar) la tumba en la cual íbamos a dejar las flores. Las dejamos en una la cuál cumplía con las caracteristicas.
La misión estaba completada, ahora nos tocaba regresar a nuestra ciudad, tuvimos que caminar TODO el trayecto de regreso a la plaza Bolívar y tomar otro taxi, pero estábamos felices, había valido la pena...
Una vez en mi casa, @froilanbigott le envía una foto de las flores a su novia, al ella responder rompe en una sonor a carcajada, me ve y me dice: Esa tumba no era. Al escuchar eso, lo acompaño en su risa, marcando así el final de una rara, pero gran anécdota.
NOTA: Las risas fueron algo así como "reir para no llorar" nada fué en tono de burla o irrespeto.