Aún con la euforia del colapso emocional recién vivido, ANNE se dispone a abandonar el consultorio, ante la imposibilidad de continuar prestando sus servicios, al resto de los pacientes del penal y anuncia su retirada hasta el próximo día.
Camino a casa, mientras conduce, trata de ordenar sus pensamientos, a la vez que intenta digerir la situación recién experimentada. Pero éstos pululan en su cabeza, en una vorágine descontrolada de preguntas y respuestas, llegando a la conclusión inevitable, de que se ha enamorado, ¡BINGO! y ¿John? ¡Sentirá lo mismo!
Bueno, bueno, no hay tiempo, ni la edad, para deshojar margaritas. Por lo que es hora de planificar el próximo encuentro, mientras se dirige presurosa hacia su domicilio.
Donde llega a una modesta pero confortable casa, allí la reciben unas tímidas florecillas de su diminuto jardín y un ermitaño y huraño gato, de pelaje grisáceo y raído como la braga de John, comparación inevitable, convirtiéndose a
partir de allí, en el principal objetivo de su pensamiento.
Entretanto John, yace boca arriba sobre el camastro penitente, con las manos entrelazadas detrás de la nuca, y la mirada fija buscando respuestas en el techo, no está menos angustiado que Anne.
Pero si más pesimista y escéptico que ella, con su natural manera de percibir la realidad, cruda, objetiva, sin melindres por los tantos espejos que ha vivido. Sabe que cuenta con muy pocas opciones para luchar por el bien que anhela, encerrado en un cubo de dimensiones planas no puede andar creyendo en sofismas.
Un delirante y metálico golpeteo de los barrotes, lo saca de sus absortos pensamientos, cuando uno de los custodios de turno, le entrega un sobre, diciéndole que le llegó noticias de un familiar. John recibe la misiva con incredulidad y asombro, por la inusual costumbre, de no recibir noticias de ningún ser querido.
La carta la envía Anne, solo que para mantener su anonimato, alegó lo de la familia. John descifra el mensaje y por breves segundos hace pausa para inhalar el delicado perfume impregnado en el papel, la misma fragancia que percibió en el consultorio, aquel día cuando la vio por primera vez.
Sin duda era ella, expresando a raudales su súbito amor, solidarizándose con su triste suerte, animándolo a luchar por su libertad, recordándole lo valioso que es para ella y confesándose que lo quiere en su vida desde hoy, y por los días que les queda por vivir. Que no le queda tiempo para perderlo, mucho menos para dudar.
Le advierte además, que no será una relación fácil, que estará marcada por la distancia, no tendrán citas de enamorados, ni salidas al cine, ni compartir una cena; la cárcel será el único escenario para sus encuentros, siendo el amor el sustituto de la libertad.
Del pecho de John no paran salir exclamaciones, inhala y exhala cerrando los ojos a ratos, tratando de digerir el dictado de su asombro, coincidiendo con ella en todo el tratado amoroso, y cayendo en cuenta el giro copernicano, de trescientos sesenta grados que ha dado ahora su vida.
Sólo lamenta no poder corresponderla en su misiva, para expresarle su agradecimiento y enfatizarle sus totales acuerdos, ya que ella le enfatiza la necesidad de mantener la discreción, mientras resuelven acuerdos para planear los encuentros mantener su relación.
Hasta aquí la entrega de hoy. NO olviden seguir la continuación de esta historia, esperando que la hayan disfrutado.
Aplaudo el talento que tienes dormido y que estas surgiendo gracias a mis recomendaciones, un bonito trabajo, sigue produciendo material; que ya veras en las próximas semanas como veras las ganancias, ya te explique como hacerlo en el tlf. Gracias por compartir y auguro muchos grandes éxitos muy pronto.
Felicidades amiga, la historia de amor es bastante bonita¡¡¡ espero la próxima parte
Lindo articulo, te invito a visitarme en @marely y votar! Saludos!
Gracias @marely seguro te visito