¿Hay una sensación más agradable que el abrazo oportuno de la persona a la que más queremos? Entre los muchos de los beneficios de los abrazos, quiero resaltar dos: la segregación de oxitocina y la liberación de serotonina.
¿Con qué rayos se come eso, Selene?
Bueno, para comenzar, la oxitocina, también conocida como la 'hormona del amor', también es un neurotransmisor que envía ciertos "mensajitos" al cerebro. La bióloga Irene García, especialista en el tema, explica que la oxitocina está implicada en comportamientos relacionados con la confianza, el altruismo, la generosidad, la formación de vínculos, el cuidado, la empatía, la compasión, la maternidad, la sexualidad y la acción del cuerpo ante presencia de agresión y miedo. En resumen, o lo que yo entendí, está metida en un montón de aspectos emocionales de nuestra vida.
A su vez, la serotonina, otra cosa que llega hasta el cerebro, tiene la noble labor de regular nuestra temperatura corporal, el estado de ánimo, el sueño y, además, reduce los niveles de agresividad.
¿Por qué cuando entramos en crisis de llanto o enojo alguien que nos quiere mucho se acerca y nos intenta neutralizar con un abrazo? Algo de eso se explica con los detalles de estos neurotransmisores y, sí, casi siempre tiene su efecto en nosotros.
Yo no pudiera imaginarme una vida sin abrazos. Para nada. Recuerdo unos en particular que significaron en mi vida grandes cambios, grandes sensaciones y me dieron a entender cuánto quería y necesitaba a esas personas en determinados momentos de mi vida. Descubrí en esos instantes cuán reconfortante y cuán revelador puede ser un simple abrazo. Uno de 10 segundos o uno de dos horas, no importa. Cada uno con su significado, cada uno con su mensaje, cada uno con sus historias. Y todos extrañables por igual.