Fotografía: Estefanie Franco/Con asistencia de Génesis Ochoa.
Seríe: Cass o locura ordinaria¨
Maquillaje: Génesis Ochoa
Cámara: Sony Cyber Shot
Edición: Adobe Lightroom/Photoshop (Edición propia con asistencia de Génesis Ochoa)
Septiembre, 2019.
“La chica más guapa de la ciudad” es un cuento escrito por Charles Bukowski. Narra la historia de Cass, la menor de cinco hermanas que fueron abandonadas por sus padres. Una mujer joven y hermosa, pero incapaz de reconocer su propia belleza. Pues para ella se trata de una desgracia que sólo traía dolor y envidia. Sin embargo, la belleza de Cass no sólo irradiaba en su forma física, sino también en su espíritu. Para ella, las almas tristes y nobles, eran aquellas por las que se compadecía y sentía un profundo amor.
Cass era una mujer profundamente herida, podía estar o muy alegre o muy triste. Mientras más daño a sí misma se hacía, menos podría gustarle a la gente, y eso era, precisamente, lo que ella buscaba.
Cass era la más joven y la más guapa de cinco hermanas. Cass era la chica más guapa de la ciudad. Medio india, con un cuerpo flexible y extraño, un cuerpo fiero y serpentino y ojos a juego. Cass era fuego móvil y fluido. Era como un espíritu embutido en una forma incapaz de contenerlo. Su pelo era negro y largo y sedoso y se movía y se retorcía igual que su cuerpo. Cass estaba siempre muy alegre o muy deprimida. Para ella no había término medio. Algunos decía que estaba loca. Lo decían los tontos. Los tontos no podían entender a Cass. A los hombres les parecía simplemente una maquina sexual y no se preocupaban de si estaba loca o no. Y Cass bailaba y coqueteaba y besaba a los hombres pero, salvo un caso o dos, cuando llegaba la hora de hacerlo, Cass se evadía de algún modo, los eludía.
El cuento de Bukowski, inspiró al músico y cantante argentino, Fito Páez a realizar la canción “Polaroid de locura ordinaria” y, no menos importante, refleja en una suerte de autobiografía el amor hacia una mujer que alguna vez conoció. Alude a un hombre alcohólico y de aspecto grotesco, un hombre del que Cass se fija inmediatamente:
Yo la conocí en el bar West End unas noches después de que la soltaran del convento. Al ser la más joven, fue la última hermana que soltaron. Sencillamente entró y se sentó a mi lado. Yo quizá sea el hombre más feo de la ciudad, y puede que esto tuviera algo que ver con el asunto.
No obstante, el acierto más importante de Bukowski con su cuento es, una vez más, el problema de la belleza. Cass, se agredía a sí misma una y otra vez, para no ser tan bella. Empero, la belleza de Cass, se hallaba en su dolor, en su tristeza y compasión. Cass era incapaz de romper a otra persona, sin embargo, sentía que la habían quebrado en más de una oportunidad.
La primera vez que leí el cuento de Bukowski, fue hace cinco años cuando uno de mis más cercanos amigos me sugirió la lectura. Desde entonces, había tenido la idea de retratar a Cass en una serie de autorretratos. Para mí se trataba de algo mucho más profundo que el suicidio de la chica más guapa de la ciudad¨o de su belleza, sino de toda la nostalgia que representaba su beldad. Cass era la más hermosa, la más joven, pero también la más herida. Lo que hacía a Cass ser considerada la más bella era su vulnerabilidad, su compasión, su vacío y amor hacia otro y no hacia su propio yo. Cass no se consideraba hermosa ni se amaba a sí misma, pues nunca sentía el mismo amor de los otros para con ella.
Fue entonces cuando pude apreciar que era una persona que rebosaba bondad y cariño. Se entregaba sin saberlo. Al mismo tiempo, retrocedía a zonas de descontrol e incoherencia. Esquizoide. Una esquizo hermosa y espiritual. Quizás algún hombre, algo acabase destruyéndola para siempre. Esperaba no ser yo.
Cass reía y reía, cada vez que se violentaba a sí misma, pues su forma física no era más que el propio infierno. Sólo en el hombre más feo de la ciudad, pudo encontrar verdadero afecto, pudo entregarse por completo a la locura. Pero incluso el amor que vio en él, fue tan sublime y doloroso que sólo el miedo terminó por sucumbir en ella.
La serie fotográfica fue realizada en colaboración de mi amiga y fotógrafa Génesis Ochoa @sra.antropofagia. En ese tiempo estaba viviendo con ella, pues le quedaba poco tiempo antes de irse a Perú. Le había comentado mi idea y gran deseo de hacer una serie de autorretratos inspirado en el cuento de Charles Bukowski. Génesis dudó de su increíble capacidad de maquillar heridas y, de hecho, había sido la primera vez que realizaba ese tipo de maquillaje. Posteriormente, le dimos forma y profundidad en Photoshop, utilizando la fotografía de una herida que me hice en la rodilla ese mismo mes. La cámara utilizada fue una compacta Sony Cyber Shot que tenía Génesis y, como no teníamos luces artificiales, trabajamos sólo con luz natural.