Envuelto por un vasto vacío,
Una soledad impersonal,
Un frio que penetra…
Mucho más que mi piel,
Mucho más allá de mi ser.
Y solo siento el aire,
Mezclándose con mis cavilaciones,
Con mis preocupaciones,
Con tu ausencia y la nostalgia.
Es la herida de perderte,
La de soltarte y no tenerte,
La que en ocasiones…
Se abre,
Y palpita.
Pero cuando logro ignorarla,
Me siento poseído por la pena,
Por esa batalla sin pelear,
Por esa guerra perdida.
Y solo me queda contar los muertos,
Esos cadáveres tendidos…
Que algunos llaman vivencias,
De aquel que le dicen destino.
Y siento cada ves menos,
Conforme pasan los instantes,
Conforme mueres en mi mente,
A medida que te arranco de mí.
Pero con el tiempo,
Llego a estar cara a cara,
Con este vacío,
Con la nada que me abate.
Puedo vivir con ello,
Pero no es natural,
Es no tener destellos,
Es dejar de brillar.