Hace ocho años que estoy activo en esta saludable actividad. ¡Correr! Y el motivo principal de reflexionar sobre ello, es animar a mis apreciados lectores de STEEMIT a que también lo hagan. Y es algo que va de la mano con nuestra vida espiritual. Es saludable, satisfactorio, sencillo y económico.
Y navegando por la red, me encontré un conjunto de respuestas que el poeta-corredor-escritor uruguayo Marciano Durán dio a la pregunta ¿Por qué corro? Pero, adicioné algunas apoyadas en el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo.
A la célebre pregunta. Nuestro insigne colega corredor responde. “Corro para mantenerme en forma, para conservar mi salud. Corro porque la carrera forma parte de mi estilo de vida. Corro para sentirme mejor. Pero hay algo que va más allá. La razón verdadera es la confirmación, de que yo tengo el control”
Y sigue razonando. “Cada día debo hacer una elección. Experimentar dolor y malestar para lograr una meta mayor o sucumbir al impulso del cuerpo llevarme a hacer otra cosa más placentera. Me siento culpable cuando no lo hago. Cuando el cuerpo gana. Correr es la prueba de mi fortaleza, no sólo física, sino mental. Es un desafío de mi voluntad, de mí contra mí mismo. El correr es un condicionamiento tanto mental como físico. Es vencer el desánimo, la pereza, la indolencia. Si corro es que vencí. Cada carrera es un éxito”
Yo adiciono. Corro por cuanto es un mandato divino. ¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, que tenéis de Dios, Y que no sois vuestros?1 Cor.6:19. Por tanto, estamos en la obligación de cuidarlo y el ejercicio es fundamental para ello.
Entonces corro, por cuanto creo, Dios me lo indica. “Glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios. Vers. 20. Y cuando lo hago, medito en las palabras de Pablo que dice. “Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.” Y eso, me motiva a permanecer en esta carrera. En este Evangelio. Pienso, cuando me toque subir al podio divino y recibir de las manos de mi Señor esa “corona incorruptible” y me emociona. ¡Por eso, corro! Sígueme.www.elimpulso.com.Opinion. William Amaro Gutiérrez. Articulista del Diario EL IMPULSO. Barquisimeto. Venezuela
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