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Miedos, resentimientos, traumas y perversiones son algunas de las cosas que pueden alejarnos de Dios. Buscamos refugio en lo que alimente a nuestro egoísmo, decidimos confiar el lo que realmente no hemos probado y nos jactamos de cosas que ni siguiera estamos seguro, callando a nuestra conciencia con el grito arrogante “NO HAY DIOS".