Twin Peaks: The Return.
Sin embargo, nunca mi mente estuvo preparada para lo que recibiría una vez que se comenzaron a transmitir los episodios. Ni siquiera me lo esperaba cuando leí las críticas positivas que salieron del Festival de Cine de Cannes en el cual se mostraron los dos primeros episodios.
Aunque la serie es muy complicada y nos plantea más preguntas que respuestas, cada episodio nos iba dejando algo claro, Twin Peaks: The Return era una OBRA MAESTRA!, probablemente la mejor serie de todos los tiempos, y sin duda alguna la más original.
Después de once años sin realizar ninguna película, aunque sí realizó video clips, y 25 años desde la segunda temporada de la serie, Lynch volcó en The Return todo lo que su mente artística cosechó durante su carrera. Surrealismo. Melodrama. Crítica a la sociedad estadounidense. Buena música. Violencia de género. Amor. Todo está en Twin Peaks, y de que manera!
David Lynch y su co-creador Mark Frost no solo retomaron con el misterio de Laura Palmer, sino que expandieron el universo de la serie, mostrándonos lo que es posiblemente el origen del mal puro (la primera explosión de la bomba de hidrógeno, según ellos), las vidas de muchos de los personajes de la serie original y de la nueva. Momentos como los de Ed, James, Shelly, Norma, que aunque no tienen un peso fuerte en el desarrollo narrativo de la trama (¿Trama, qué es eso? Diría David Lynch), están ahí para mostrarnos que pasó con estos personajes, que fue de sus vidas, sus éxitos y sus fracasos, pareciera que nos enteramos que pasó con aquella chica o chico con los que estudiamos en el colegio, y estas escenas son tan importante como las que involucran a Dale Cooper (Kyle Maclachlan en la actuación de su vida) o a Gordon Cole, y este no es el único objetivo de esas escenas, nada más miremos la escena del tiroteo en el café RR donde el ahora Policía Bobby Briggs después de acabada de pasar una desilusión al ver a su antiguo amor con su nuevo romance, tiene que salir a ejercer su oficio y el origen de los disparos para encontrarse con una van en un atascamiento de tránsito donde una pareja discute mientras su hijo pequeño sostiene en sus manos el revólver que se acaba de disparar y en el automóvil detrás de ellos una señora malhumorada (y con cierto sobrepeso) no deja de gritar y tocar corneta sin consideración a lo que acaba de ocurrir, y en su asiento de copiloto una niña en modo casi Linda Blair se encuentra. En pocos shows, por no decir en ningún otro, se podrá encontrar una crítica tan feroz y efectiva sobre la sociedad estadounidense contemporánea.
En mi opinión David Lynch no había sido así de experimental desde su primera película Eraserhead, el episodio 8 de esta nueva temporada quedará para la historia como el episodio televisivo más transgresor y original en la historia de la televisión, digno de estar en un constante loop en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Hablar de Twin Peaks solo como algo televisivo sería ofensivo, esa barrera entre el cine y la tv que en la última década se ha ido borrando queda totalmente destruida por Twin Peaks. Lynch no se rige por la estructura convencional de un episodio televisivo o de una temporada.
En esta era de la televisión de autor, donde muchos directores declaran que su serie en realidad es una larga película dividida en varias partes para cumplir con los requisitos del formato, Lynch es el único que en verdad puede decir eso. No sólo él lo experimentó de esta manera, sino que más importante aún, nosotros los espectadores también lo sentimos así.
Desde que terminó Twin Peaks no he podido dejar de pensar en ella. Esta es la única serie que me ha hecho llorar de felicidad. También es la única que me ha hecho llorar de tristeza. Y para mi propio asombro, Twin Peaks hizo las dos cosas en un mismo episodio. El tan esperado momento de amor entre Ed y Norma; y luego con la honorable despedida de la actriz Catherine Coulson y su personaje La mujer del tronco.
Hay mucho más que pudiera escribir, pero mi idea al escribir esto no es analizar o diseccionar Twin Peaks, solo compartir brevemente mi admiración por esta obra de arte que yo y muchos otros tuvimos el placer de presenciar y que seguramente otros también lo harán. Teorías sobre la serie irán y vendrán, pero siempre quedarán 18 horas de exquisitez Lynchiana, y por eso no me queda otra cosa que darle las gracias a Mark Frost, y por supuesto al Maestro David Lynch.
Tenía 15 años сuаndо vi las dоѕ рrimеrаѕ tеmроrаdаѕ de еѕtа ѕеriе. Nо hаbíа móviles. Nо había intеrnеt. Nо hаbíа 100 саdеnаѕ. Nо hаbíа ѕеriеѕ, tal y como las еntеndеmоѕ hоу. Tеníа toda una vida роr delante. Pоѕеíа lа fuеrzа de lа creatividad ilimitada, y un millón de potenciales еуасulасiоnеѕ.
Buеnо, pasó el tiempo y la vida rеѕultó ѕеr unа ѕimрlе e inintеrrumрidа cascada dе miеrdа. Pasó el tiempo y llеgаrоn los móviles, llegó internet, lаѕ 100 cadenas y lаѕ ѕеriеѕ de hoy. Pаѕо el tiеmро y ya nо hау vida por dеlаntе, ni сrеаtividаd ni fuerza. Ni еуасulасiоnеѕ.
Al mеnоѕ me ԛuеdа Twin Pеаkѕ II, еѕа jоdidа fiеѕtа раrа lоѕ рutоѕ sentidos.
comparto tus sentimientos!
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