Durante años quienes trabajan en Hollywood se han sentido seducidos por la idea de pararse en el escenario de la música. La mayoría de ellos han tenido rotundos fracasos que los han obligados a regresar con la guitarra entre las patas a su oficio original, el cine. Sin embargo, algunos lo han logrado.
El que la hizo.
JARED LETO:
No sabemos si es la excepción que confirma la regla o si realmente este actor de 44 años (aunque se vea de 29), logró hacer lo que sus colegas intentaron por décadas. Además de un prolífico desempeño en la actuación que lo llevó a ganar el Óscar como mejor actor de reparto en el 2013 por su interpretación en Dallas Buyers Club, Leto es líder del grupo Thirty Seconds to Mars, con el que ha consolidado una auténtica y exitosa carrera musical. Con cuatro discos de estudio, giras abarrotadas en todo el mundo e incluso, una batalla legal con la transnacional EMI, su impacto en la música es incuestionable.
Extrañamente buenos.
MICHAEL CERA:
En agosto del 2014, el rey de los personajes nerds del cine sacó su primer disco solista, mismo que grabó usando el programa Garage Band de Apple. Aunque el trabajo es tan raro como el mismo Cera, su completa falta de pretensiones – lo sacó gratis para ser escuchado a través de su página de Bandcamp (http://michaelceramusic.bandcamp.com) – lo convierte en un ejercicio noble y divertido al mismo tiempo. Este no es el primer acercamiento de Cera a la música. En 2011 colaboró con Weezer en la canción “Hang On” y como parte de la banda Sex Bob-Omb en la película Scott Pilgrim vs the World.
WILLIAM SHATNER:
El capitán Kirk, de la serie Star Trek, tiene en su haber seis discos de estudio imposibles de catalogar. Para empezar, son covers de artistas consagrados del tamaño de Elton John, Pulp, The Beatles y Bob Dylan en los que Shatner declama las letras en lugar de cantarlas. El resultado parece un chiste que el actor lleva contando por años, pero de todas formas siempre obtiene una carcajada del público.
SCARLETT JOHANSSON:
A diferencia de lo que muchos creen, la musa de Woody Allen no es sólo una cara bonita, La actriz de 31 años gestó un excelente disco de covers de Tom Waits, Anywhere I Lay My Head, en 2008 – aplaudido por la crítica especializada – y Break Up, una muy efectiva colaboración con Pete Yorn en 2009. Por desgracia las prioridades de Johansson (y de los fans que pagan por verla en la pantalla) siempre han estado en la actuación. Algo es seguro, habríamos ido a unos de sus conciertos.
Aunque muchas estrellas de la actuación se han encaprichado con la música, podemos contar con los dedos de una sola mano, a quienes realmente se han convertido en grandes del rock o pop.
Las posibles que no fueron.
JULIETTE LEWIS:
La eterna chica mala de Wollywood parecía una candidata idónea para dar el brinco del cine a los conciertos. De hecho, su carrera musical ha resultado bastante prolífica, con cuatros disco de estudio, de los cuales… Like a Bolt of Lightning (2004), You´re Speaking My Language (2005) y Four on the Licks, y Terra Incognita (2009) como solista. El problema es que a nadie le importa.
Los que nunca debieron intentarlo.
KEANU REEVES:
Aunque todos tuvimos una banda cuando fuimos adolescentes, el actor de The Matrix, Keanu Reeves, pensó que la suya era lo suficientemente buena como para tratar de lanzarla al estrellato. Por increíble que parezca, el conjunto Dogstar, donde Keanu tocaba el bajo, permaneció unido hasta el 2002, a pesar de que siempre sonaron como un grupo de jovencitos con muchos sueños pero con poco talento.
LINDSAY LOHAN:
Quien niegue la sobada frase de “Las drogas destruyen”, no conoce la triste historia de Lindsay Lohan, quien llegó a estar en lo más alto de la cima hollywoodense y tras una serie de arrebatos y consignaciones legales. Lo perdió todo. En el ínter, la actriz siguió los pasos de otras estrellas empaquetadas y distribuidas por Disney al incursionar en una lamentable carreras discográficas. Ésta vio nacer dos discos, Speak (2004) y A Little More Personal (Raw) (2005), uno tan insignificante como el otro.
RUSSELL CROWE:
Parte de la diversión de tener un grupo es buscarle un nombre pegajoso que le ayude abrirse paso por la industria de la música. Lo que el actor australiano Russell Crowe eligió para bautizar a las dos bandas que formó son tan malos como las agrupaciones en sí. 30 Odd Foot of Grunts y The Ordinary Fear of God.
By. Anjo Nava y http://tremendobeta.com/