RELIGIÓN CON INFIERNOS TERRENALES

No cabe duda que el socialismo tiene un atractivo especial, es el encanto de las sirenas hecho realidad. Es suficiente decir “soy de izquierda” para que automáticamente se suponga una persona de alta calidad moral, de sentimientos bondadosos, de preocupación por los pobres, y otras “linduras” más. Los intelectuales y los artistas son en su mayoría de izquierda sin que en su supuesta curiosidad intelectual o su emotividad artística no se hayan percatado de que se han tragado una piedra de molino enorme. Porque detrás de las ideas socialistas hay una realidad cruel, tan nefasta como inexorable. Los postulados socialistas obran como dogmas de catecismo, nadie los puede discutir sin que sus detractores no sean acusados de fascistas, individuos sin corazón ni compasión. Porque el socialismo en definitiva es una religión, una religión que ofrece el “paraíso terrenal” pero que ineluctablemente se llena de infiernos.

De izquierda fue Lenín que a propósito devaluó la moneda porque los campesinos (casi el 90% de la población rusa) tenían grandes cantidades guardadas en sus casas o en bancos o en el clásico colchón y eran los mayores opositores a la colectivización de su propiedad. Con su reforma agraria mató de hambre a cinco millones de campesinos rusos, que Stalin aumentó a cuarenta (Jiménez Losada, Federico: 2018).

De izquierda fue Stalin que o mandaba a matar a sus oponentes (como lo hizo con Trotsky) o los enviaba a los gulags de las estepas siberianas.

De izquierda fueron los anarquistas y leninistas españoles que asesinaron obispos, curas, monjas, sacristanes, y feligreses; incendiaron iglesias, quemaron efigies religiosas, que culminara en la hazaña cleptocrática más asombrosa de la historia: el oro del Banco de España y los cuadros del Museo del Prado entre muchos otros (Ibid.).

De izquierda fue Mao Zedong, que diera lugar a la mayor masacre comunista de la historia: la hambruna de 1958 a 1963, un total de 21 millones (Courtois, Stephane: 2010).

De izquierda fue Pol Pot, que causó la muerte de más de 2 millones de camboyanos (de una población que no llegaba a 8 millones) (Ibid.).

De izquierda Fidel, que convirtió a Cuba en una isla-cárcel; un autócrata farsante que se eternizó en el poder y así disfrutó de una vida envidiada por cualquier supermillonario capitalista.

De izquierda fue el Che, un individuo sanguinario que se definía y presumía ser “una fría máquina de matar” (Vargas Llosa, Álvaro, 2006).

De izquierda fue Allende que destrozó la economía chilena.

De izquierda fueron los militantes de Sendero Luminoso que querían, a sangre y fuego, hacer del Perú otra China.

De izquierda los sandinistas que devaluaron el córdoba de siete por un dólar a más de 4 millones por dólar. Las FARC, el comandante Marcos, los etarras vascos, los de la alemana Baader-Meinhof y los del Ejército Rojo italiano: terroristas todos.

De izquierda se dijo ser Hugo Chávez y Nicolás Maduro, el sempiterno Daniel Ortega de Nicaragua, el cratópata (de cratos=poder, pathos=enfermedad) Rafael Correa del Ecuador y el mendaz Evo Morales (López Buenaño, Franklin: 2011).

Es su afán de endiosar el socialismo, se ha llegado a negar que la nazi de Hitler era socialista, se olvidan del nombre mismo del partido: nacional-socialista. Se olvidan que el fascismo de Mussolini era colectivista, pues su lema era la sumisión del individuo al Estado. La diferencia es apenas semántica, pues en todos los casos arriba mencionados el Estado y solo el Estado tiene derechos y potestades, los individuos son insignificantes (aunque la expresión expendable en inglés es más acertada).

Ese “endiosamiento” del socialismo como síntesis de ética y bondad debería ser un “endiablosamiento”, porque el triunfo de Satanás (del Mal) ha consistido en lograr la complicidad de pensadores como Sartre, novelistas como García Márquez, poetas como Pablo Neruda,Jimenez inclusive de futbolistas como Maradona que como decía Temístocles Hernández (ese gran panfletario ecuatoriano), son “intelectuales con espaldas agachadas”. Ha consistido en tomarse las cátedras universitarias para que los jóvenes también agachen las espaldas y así dejen de ver el mundo verdadero. Ha consistido en convertir a los artistas: pintores, poetas, escultores, dramaturgos, cinematógrafos, en soñadores de utopías existentes solo en sus mentes disipadas por su concupiscencia.

Últimamente se está tratando de ocultar el “socialismo del siglo 21” como populismo. Supuestamente lo que en realidad se ha gestado son cleptocracias. Que los líderes aunque se dicen ser socialistas son en realidad un gang de hampones mafiosos que se han llenado los bolsillos al llegar al gobierno. Sin embargo, ignoran que los líderes bolcheviques tenían dachas, comían caviar y tomaban vodka de la mejor calidad. Los líderes de izquierda nunca fueron sobrios ni frugales, predicaban la igualdad pero siempre vivieron mejor que las masas. Condenaban la propiedad privada y la confiscaron para sí. Sus casas y oficinas estaban llenas de cuadros y obras artísticas confiscadas a los “capitalistas”. Vivían en las mejores casas expropiadas, sus “guardaespaldas” eran verdaderos “criados” a su servicio personal, y como nunca trabajaron eran unos “muertos de hambre” y que al llegar al poder no les remordió la conciencia aprovecharse del erario.

¿¡Qué más pruebas se necesitan para repudiar el socialismo!?

Referencias:

Courtois, Stephane: El libro del comunismo: crimenes, terror y represion, Ediciones B, 2010.

Jiménez Losantos, Federico: Memoria del comunismo: de Lenín a Podemos, www.esferalibros.com, 2018.

López Buenaño, Franklin: Desahucio de un proyecto político: el porqué del fracaso del socialismo, Editorial TH, 2011.

Vargas Llosa, Álvaro: The Che Guevara Myth And the Future of Liberty, The Independent Institute, 2006.

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