¡Bang!
Y así, como muchas otras, esa vida -cual lámpara que esclarecía la siniestra pernocta metropolitana- se apagó. Derramando en el asfalto, sangriento combustible.
Para los diurnos transeúntes -cuyos rostros niegan a mostrar una sonrisa desde hace mucho-, la muerte no era más que inocuo aceite derramado.
Este protocuento es mi participación para el concurso patrocinado por @ joseph1956 , los invito a todos a participar. Para más información: https://steemit.com/spanish/@joseph1956/convocatoria-al-1er-concurso-de-cuentoproto