¿Quien soy yo? Otra persona ¿Como veo el mundo? Con esperanza // Who am I? Another person How do I see the world? With hope

in #consciencia2 days ago

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Y empecé a liberarme de todo lo que no era saludable...
Situaciones, personas, gustos y cosas.
Lo llamaron egoísmo. Yo lo llamé amor propios.

(Anónimo)

En este viaje introspectivo que puede resultar muy enriquecedor, me uno a esta iniciativa de @damarysvibra, en el que nos toca descorrer un poquito las cortinas de esos pensamientos que están guardados, quizás refugiados en nuestra alma y autoanalizarnos acerca de quiénes somos en realidad, cómo vemos ese mundo que está allá afuera.

Y es, como dice @damarysvibra, la percepción que tenemos del mundo, no es algo que se creó de la noche a la mañana. Es cierto que nuestra percepción es como un collage construido a partir de nuestras experiencias, creencias y emociones.

Siempre he creído en la bondad innata de las personas, siempre he pensado que todos tenemos algo bueno que ofrecer. Desde niña, me enseñaron que dar sin esperar nada a cambio era la máxima expresión del amor. Crecí cultivando un corazón abierto, dispuesta a entregar todo de mí a quienes me rodeaban. Era mi forma de conectar, de sentirme parte de algo más grande. Sin embargo, esta entrega incondicional, que en un principio me proporcionaba una inmensa satisfacción, se convirtió con el tiempo en algo muy doloroso.

Recuerdo con nitidez la sensación de seguridad y protección que me brindaba mi familia. Mis padres y hermanos eran mis confidentes, mis cómplices. Creía que nuestro vínculo era indestructible. Sin embargo, a medida que fui creciendo, me di cuenta de que esta imagen idealizada de la familia no era más que una ilusión y al fallecer mis padres, la fea verdad me golpeó duramente el alma. Traiciones, celos y rivalidades fueron minando lentamente la confianza que había depositado en mis hermanos. Y yo, en lugar de molestarme con ellos, me culpé por no haber sido lo suficientemente buena, lo suficientemente comprensiva y trataba de hacer las cosas mejor aún. Pero nunca fue suficiente. ¿Alguna vez les ha pasado que vas bien, actuando bien, haciendo todo de la mejor manera posible, pero cuando cometes el más mínimo error, te crucifican y te señalan duramente?

Lo mismo ocurrió con mis amistades. Rodearme de personas que necesitaban ayuda, que dependían de mí, me hacía sentir útil y valorada. Pero muchas veces, estas relaciones se tornaban tóxicas. Daba todo de mí, pero recibía a cambio indiferencia e ingratitud. Y nuevamente, me encontraba justificando sus acciones, convencida de que yo era la responsable de su trato hacia mí.

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Durante años, repetí este patrón una y otra vez. Me convertí en una experta en poner las necesidades de los demás por encima de las mías. Ignoraba mis propias emociones, mis propios deseos, con tal de mantener la paz y la armonía en mis relaciones. Sin embargo, esta constante negación de mis propios sentimientos me llevó al borde del agotamiento emocional.

Un día, no hace mucho, cansada de todo, decidí poner fin a esta dinámica. Me di cuenta de que mi deseo de ser querida y aceptada me había llevado a sacrificar mi propia felicidad. Comencé a cuestionar mis creencias y a redefinir mis valores. Me di cuenta de que el amor no implicaba renunciar a mí misma, sino en despedirme de quienes me hacían daño porque yo se los estaba permitiendo con mi actitud permisiva, valga la redundancia.

El camino hacia la sanación ha sido largo y tortuoso. He tenido que aprender a establecer límites, a decir no, a priorizar mis sentimientos. He descubierto que el amor propio es el pilar de cualquier relación sana. Y aunque todavía me cuesta trabajo, estoy aprendiendo a confiar en mi intuición y a protegerme de las personas tóxicas.

Sigo siendo una persona generosa, pero soy mucho más consciente de mis propias necesidades y de mis límites. Ya no permito que nadie me haga sentir culpable por mis sentimientos. He aprendido que el amor no es sinónimo de sufrimiento, sino de bienestar y crecimiento mutuo.

Mirando hacia atrás, me doy cuenta de que todas las experiencias dolorosas que he vivido me han hecho más fuerte y más sabia. Han moldeado la persona que soy hoy. Y aunque todavía hay días en los que la tristeza me invade, sé que soy capaz de superar cualquier obstáculo.

Este viaje interior me ha enseñado que la felicidad no se encuentra en el exterior, sino en nuestro interior. Que el amor más importante es el que nos tenemos a nosotros mismos. Y que está bien pedir ayuda, pedir espacio, pedir amor. Porque todos merecemos ser tratados con respeto y dignidad.

Si hay algo que quiero transmitir con mi experiencia, es mi percepción del mundo, de las personas. Dependiendo de cómo seamos, será lo que construyamos. Aprendamos a decir que no, sin que eso nos afecte. Aprendamos a alejarnos de donde no nos sentimos valorados. Dejemos de dar segundas oportunidades a quienes no lo merecen. Si alguien se siente ofendido por un "no" tuyo, que eso no te afecte, por Dios, no permitas que te afecte.

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English


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Y I began to free myself from everything that was unhealthy....
Situations, people, tastes and things.
People called it selfishness. I called it self-love.

( Anonymous)

In this introspective journey that can be very enriching, I join @damarysvibra's this initiative, in which we have to pull back the curtains of those thoughts that are stored, perhaps sheltered in our soul and analyze ourselves about who we really are, how we see the world that is out there.

And it is, as @damarysvibra says, the perception we have of the world, it's not something that was created overnight. It's true that our perception is like a collage built from our experiences, beliefs and emotions.

I have always believed in the innate goodness of people, I have always thought that we all have something good to offer. Since I was a child, I was taught that giving without expecting anything in return was the ultimate expression of love. I grew up cultivating an open heart, willing to give my all to those around me. It was my way of connecting, of feeling part of something bigger. However, this unconditional giving, which initially gave me immense satisfaction, eventually became very painful.

I clearly remember the sense of security and protection that my family gave me. My parents and siblings were my confidants, my accomplices.I believed that our bond was indestructible. However, as I grew older, I realized that this idealized image of family was nothing more than an illusion, and when my parents passed away, the ugly truth hit my soul hard.Betrayals, jealousies and rivalries slowly undermined the trust I had placed in my siblings.And I, instead of being upset with them, blamed myself for not being good enough, understanding enough, and tried to make things better still.But it was never enough. Has it ever happened to you that you are doing well, acting well, doing everything in the best possible way, but when you make the slightest mistake, they crucify you and point at you harshly?

The same thing happened with my friendships. Surrounding myself with people who needed help, who depended on me, made me feel useful and valued. But many times, these relationships became toxic. I gave my all, but received indifference and ingratitude in return. And again, I found myself justifying their actions, convinced that I was responsible for their treatment of me.

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For years, I repeated this pattern over and over again. I became an expert at putting the needs of others above my own. I ignored my own emotions, my own desires, in order to maintain peace and harmony in my relationships. However, this constant denial of my own feelings brought me to the brink of emotional exhaustion.

One day, not so long ago, tired of it all, I decided to put an end to this dynamic. I realized that my desire to be liked and accepted had led me to sacrifice my own happiness. I began to question my beliefs and redefine my values. I realized that love was not about giving up on myself, but about saying goodbye to those who were hurting me because I was allowing them to hurt me with my permissive attitude, redundancy aside.

The road to healing has been long and tortuous. I have had to learn to set limits, to say no, to prioritize my feelings. I have discovered that self-love is the pillar of any healthy relationship. And although I still struggle, I am learning to trust my intuition and protect myself from toxic people.

I am still a generous person, but I am much more aware of my own needs and limits. I no longer allow anyone to make me feel guilty about my feelings. I have learned that love is not synonymous with suffering, but with well-being and mutual growth.

Looking back, I realize that all the painful experiences I have gone through have made me stronger and wiser.

They have shaped me into the person I am today.And although there are still days when sadness comes over me, I know that I am capable of overcoming any obstacle.

This inner journey has taught me that happiness is not found on the outside, but within ourselves. That the most important love is the love we have for ourselves.And that it is okay to ask for help, to ask for space, to ask for love.Because we all deserve to be treated with respect and dignity.

If there is something I want to transmit with my experience, it is my perception of the world, of people. Depending on how we are, it will be what we build.Let's learn to say no, without it affecting us.Let's learn to walk away from where we do not feel valued.Let us stop giving second chances to those who do not deserve it.
If someone feels offended by a “no” from you, don't let it affect you, for God's sake, don't let it affect you.

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Sort:  

Hola amiga, qué bueno es saber que has dado un paso importante y que ese paso te hace sentir mucho mejor, a fin de cuentas, por agradecimiento a nuestras vidas, tenemos que aprender a ser felices y el amor propio es esencial para lograrlo. ¡Bravo por ti!
Un abrazo.

¡Hola, bella, gracias!!! ¡Ha sido tan liberador en todo sentido! Y es como decía mi mamá, si tú no te quieres, ¿cómo puedes esperar que los demás lo hagan?

Son unas palabras muy sabias amiga, yo también intento tenerlo presente, todo debería empezar por el amor propio.

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