El joven médico convertido al cristianismo y miembro desde el 2005 del Partido Comunista, sabía que esa información iba a ser negada por las autoridades y que le traería problemas, así que solo alertó a sus amigos que “que tuvieran los ojos bien pelados porque algo muy grave podía ocurrir”
Al día siguiente, las autoridades del hospital lo culparon de “filtrar información” y el 3 de enero fue llevado a la Estación de Policía de la calle Zhangnan, en Wuhan, sucursal de Wuchang, donde se le advirtió que dejara de hacer falsos comentarios por internet y se le obligó a firmar una carta pidiendo disculpas. Al salir a las calles de Wuhan, el joven galeno sabía que el virus ya podía estar fuera de control.
Li Wenliang, de tan solo 33 años, se convertiría en el centro de atención de los medios de comunicación y esta vez los enfrentó con entereza y a pesar de las amenazas, insistió que decía la verdad. Ahora enfrentaba al poderosísimo Buró Comunista pero el 4 de febrero, el Tribunal Popular Supremo de China le dio la razón, argumentando que no todo lo que había dicho el doctor Li en las redes, era falso. Ahora las lágrimas de Li eran de impotencia, comentaba que si la gente le hubiese creído, si hubiesen usado mascarillas y si hubiesen tomado las medidas de desinfección en el mercado, hoy, la humanidad, no se estaría lamentando la muerte de miles y miles de almas.
El doctor Li Wenliang había cometido el terrible pecado de pensar y actuar libremente en una sociedad represiva. Comentó por las redes: "Creo que debería haber más de una voz en una sociedad sana, y no apruebo el uso del poder público para una interferencia excesiva"
El 8 de enero, a pesar de todas las amenazas de los “camaradas” seguía atendiendo a sus pacientes en el hospital de Wuhan. Pero el destino le tenía reservado un extraño puesto en el universo de los inmortales, en el momento que a su consultorio entraba un tendero del mercado de pescados con un problema de glaucoma y le estornudó en su cara.
Al día siguiente había desarrollado una fiebre muy alta con tos seca y el 10 de enero se agravó. Todos los medios chinos estuvieron cubriendo la noticia, el 12 de enero, el doctor Li ingresó en la unidad de cuidados intensivos en el Hospital Houhu, Distrito del Hospital Central de Wuhan, donde fue puesto en cuarentena. Daba positivo a esa nueva cepa de coronavirus que había alertado a todos sus colegas y que nadie había hecho nada al respecto. El propio Li le denominaría, Coronavirus 2019 o Covid-19. El nombre correcto en el mundo debió ser LA PESTE CHINA.
El doctor Li logró superar la enfermedad en las primeras dos semanas, pero el 6 de febrero, de acuerdo al “China Newsweek” volvió a tener dificultades para respirar, fue hospitalizado de nuevo y su corazón se detuvo, para siempre, a las 9 y media de la noche, en la sala de emergencias. Lo primero que hicieron las autoridades fue negar su muerte, ocultaron la información a los medios y decían que estaba en “franca recuperación” Se utilizó oxigenación por membrana extracorpórea (ECMO) para mantenerlo con vida, pero el esfuerzo finalmente fracasó, y el hospital anunció que Li había muerto a las 2:58 am del 7 de febrero de 2020. Millones de chinos que viendo la trasmisión en vivo, lloraron esa madrugada, la partida de un médico valiente y excepcional.
Las Redes Sociales Chinas se llenaron de exigencias por más libertad de expresión. El hashtag #wewantfreedomofspeech obtuvo más de 2 millones de visitas y más de 5500 publicaciones dentro de las 5 primeras horas antes de que fuera eliminado por los censores, el hashtag “Murió el Dr. Li Wenliang” recibió 670 millones de visitantes; y “Li Wenliang ha muerto” sumó 230 millones más. Pero estos fueron eliminados de inmediato por la policía de la web. La Organización Mundial de la Salud publicó sus condolencias por el fallecimiento de doctor Li Wenliang.
Esa noche, la noche que Li dejaba este mundo, los habitantes de Wuhan comenzaron a tocar cornetas, a sonar pitos y rodearon al Hospital, en donde estaba su cadáver, de múltiples y fragantes flores. Por 5 minutos, la gente apagó las luces de sus hogares y luego salieron a los balcones a llorar la muerte del que llamaban “el héroe común”
Las autoridades tuvieron miedo de una ira popular por la muerte de Li y el Gobierno de Wuhan le hizo un rápido homenaje público y les dio condolencias a sus familiares. Un grupo de académicos chinos, encabezados por Tang Yiming, director de la escuela de clásicos chinos de la Universidad Normal de China Central en Wuhan, publicaron una carta pidiendo mayor libertad de expresión y los exhortaron a disculparse por la muerte de Li. “Si las palabras del doctor Li no se hubieran considerado rumores, si cada ciudadano estuviera autorizado a hacer uso de su derecho de decir la verdad, no estaríamos en este desastre, no tendríamos una catástrofe nacional de impacto internacional”, reza la carta, citada por el rotativo hongkonés South China Morning Post.
La esposa del doctor Li, lo despidió en el cementerio de Wuhan, mostrado su evidente embarazo y llevando de su mano, a un pequeño varoncito, que con los años, se sentirá profundamente orgulloso de lo que su padre hizo para toda la humanidad.
El Gobierno Comunista jamás pidió disculpas.
Ruben Darío Gil