La Nieve de Jacinda

in #cuento5 years ago

Johanesburgo es una linda ciudad de Suráfrica próspera y pujante, donde en un pasado más triste el “Apartheid” reinaba y la minoría dominante blanca minimizaba y humillaba a la mayoría descendiente nativa africana de piel oscura; pero el buen juicio de los surafricanos llegó y se acabaron las leyes de discriminación racial en el país. Aun así, la mayoría de personas de color siguen viviendo en situación de pobreza, a pesar de la prosperidad de la ciudad.
En ese escenario nació Jacinda Botha, una millenial en todo sentido, un 15 de julio de 2013; su padre Reginald Botha trabajaba en las minas de diamantes y ganaba suficiente para darle una vida aceptable a su familia, su madre Kande Jones Botha trabajaba medio tiempo como educadora, y su hermano mayor Luther de 10 años, era muy rellenito y bastante nervioso. La familia de Jacinda en general tenía una vida tranquila pero con limitaciones, no eran ricos pero comparado con sus vecinos, familiares y amigos, ellos al menos podían celebrar la navidad cada año
Por esta razón las navidades de Jacinda eran alegres y festivas, recibía regalos bajo el árbol, tenía su cena de navidad y celebraban la navidad de manera tradicional. Agregaban costumbres Zulu’s en sus fiestas, pero en general, al ser cristianos, siempre celebraban la occidental fiesta navideña de manera típica.
Jacinda era una bella niña de mirada vivaz, muy ingeniosa, delgada y del alto de una niña de 8 años, destacaba entre mucha gente y ella disfrutaba de esto y su oscura piel solo hacía destacar aún más sus elegantes rasgos físicos; pertenecía al coro de la iglesia y adoraba cantar villancicos, pero también tenía problemas para encajar entre sus amigas y amigos, tendían a burlarse de su gran tamaño, al ser tan alta se le demandaba tener la madurez de una niña mayor y había la tendencia a evitarla entre otros niños, lo cual le generaba tristeza a veces a Jacinda; lo bueno es que siempre podía contar con su amigo Bob.
Bob y Jacinda siempre habían querido tener una navidad con nieve, pero al vivir en el hemisferio sur, la época navideña coincidía con el verano, así que era imposible esperar una nevada en víspera de navidad, se colocaban los abrigos para las fotos navideñas, pero debían quitárselos de inmediato pues sudaban demasiado por el calor.
Reginald, el papá de Jacinda, se preocupaba por la ingenuidad y credulidad de Jacinda, su inocencia es un rasgo hermoso de su personalidad, pero la hacía vulnerable ante la decepción, y esa navidad le preguntó a Jacinda sobre qué regalo quería que Santa y el niño Dios le trajeran porque había sido una buena niña, Jacinda respondió sin dudar “Deseo que caiga nieve esta noche buena, no le pido más nada a Santa, trae nieve y seré muy feliz.
Reginald y Kande se miraron a la cara e intentaron ocultar su preocupación, ¿cómo podrían cumplir ese deseo? era imposible, y la sensación de preocupación solo aumentó cuando Jacinda les dijo, si papi, sé que es verano, pero lo he pedido con mucha convicción y se dará el milagro; Reginald y Kande volvieron a verse a las caras resignados, por saber que debían lidiar un tiempo con la decepción de Jacinda por no poder complacer su único deseo.
Llegó la noche buena y la cena estaba lista, los regalos estaban bajo el árbol y Bob había llegado a casa invitado por Jacinda, ya que más tarde verían la nieve en el frente de sus casas; Reginald respiraba hondo y con desespero, pero había que seguir adelante.
Durante la cena se escuchó un estruendo terrible a las afuera de la casa de los Botha, unos frenazos interminables, el crujir del metal doblándose y el sonido vacío de cosas esparramándose por todas partes, Kande y Reginald saltaron de sus asientos intentando mantener la calma para no asustar a los niños, Luther corrió a esconderse en el regazo de kande nervioso por todo el evento, pero Jacinda estaba eufórica, y vociferaba que Santa había llegado y traído la nieve a su casa como lo había pedido, la mirada de Reginald no podía mostrar más desespero y resignación
Reginald sale por la puerta de su casa y observa un enorme tráiler de carga volteado completamente en la vía, nadie había salido lastimado gracias a Dios, pero el contenedor lleno de pescado se había regado por toda la carretera con todo el hielo que tenía para su mantenimiento.
Reginald, que era un hombre muy sagaz, vio la oportunidad y habló con el conductor y los bomberos que estaban en el sitio, ellos accedieron a recoger todo el hielo y lo colocarlon en el jardín de la casa de los Botha y cuando Jacinda, Luther y Bob salieron de su casa se consiguieron con un jardín perfectamente adornado con nieve esparcida en el jardín, tan bello era el ambiente que nadie se preocupaba por ver el desorden en la calle mientras levantaban el accidente.
Reginald suspiró muy hondo y miraba con suspicacia y picardía a Kande, quien mostró un disimulado asombro ante los niños y se dedicó a tomar fotos de ellos jugando en la nieve. Luther, Bob y Jacinda solo gritaban y brincaban como locos y se olvidaron por un momento de los regalos y la cena.
Luego de 1 hora de conmoción y emoción el hielo cedió ante el agobiante calor veraniego y la familia entró a su casa a terminar su cena. Reginald estaba muy tranquilo ya que por ahora evitó una decepción en su hija Jacinda, pero sabía que más temprano que tarde ella debía afrontar la realidad.
Llegó la hora de abrir los regalos bajo el árbol, ya Bob se había marchado a su casa con su familia, y Luther saltó como un rayo a abrir sus regalos, Reginald y Kande fomentaban a sus hijos a dar gracias por las bendiciones recibidas y Luther lo hizo de inmediato y rápido para poder abrir sus regalos, “Gracias señor por estos regalos…” y sin mediar palabras abrió sus regalos y se extasió de ver lo recibido.
Reginald y Kande observaban a Jacinda, ella no parecía muy entusiasmada en buscar sus presentes a pesar de su emocionada cara, y en vez de eso Jacinda se levantó y dio su mensaje de agradecimiento, “Señor te doy gracias por ser tan sabio, no podías traer nieve en verano pues la misma podría matar nuestras cosechas, así que trajiste un camión para sustituirla, no podías darle a mi papi los recursos para traer ese hielo pero le diste la astucia para resolverlo, no podía pedirle a los del camión que se accidentaran frente a nuestras casas pero les diste la bondad para hacer algo bueno con eso, y con ello me diste lo que había pedido, aun así me trajiste más regalos que en realidad son lindos, pero que ya no necesito, por favor devuélvelos y cámbialos por dinero para los señores del camión, para que su navidad también sea tan linda como la nuestra…”
Reginald y Kande lloraban de emoción, ellos preocupados por la ingenuidad de una niñita de 6 años, pero la ingenuidad era la suya, esta sin duda ha sido la mejor navidad de todas para los Botha Jones…