En el fondo, no comprende que en el cine solo ve actuaciones. Se pone los pantaloncillos por fuera como Superman, dice frases de pistolero a lo Clint Eastwood, tiene su “propia” pose Nueve Semanas y Media, ha soñado con gritarles a la cara “ahí les dejo su puta casa pintada” como en la Estrategia del Caracol.
Se le da por pensar que lo están filmando desde alguna ventana a lo lejos, muy lejos, o que en la habitación hay cámaras escondidas con millones de seres humanos interesados en su próximo movimiento como en el Show de Truman. La mayoría del tiempo, piensa que se siente en un Reality Show con sus propios premios programados, trabajos inútiles, farándula de barrio.
En la proyección de “La última tentación de Cristo” donde Jesús abraza su cruz, cree comprender de qué manera hay varias versiones para una historia. Poco tiempo después de conocer a Buñuel presentado por Dalí, afirma que la vecina del frente es su obscuro objeto del deseo.
El fanático del cine ha fundado un club de poetas muertos donde murió de primero y cogió fama de loco peligroso con toda razón, desde que expuso su televisor al escarnio público para ser apedreado por la multitud y ninguno, solo él, tiró la primera piedra. Lo estrellaba en mil pedazos con un bate cavernícola mientras se reía indolente, desencajado, siniestro, exacto a Anthony Hopkins en su escena final como Titus Andronicus.
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Marzo 2018.
Saludos¡¡
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