EL AGUA: La sangre de nuestra Madre Naturaleza YAKU:
Pachamamanchikpa yawarchan
Por: Juan Francisco Tincopa Calle
En la cultura ancestral andina, nosotros veneramos al agua, porque es sagrada. La respetamos, le tenemos cariño. La celebramos, tributando ofrendas y fiestas que involucran a los ayllus enteros, a todos sin excepción.
Sabemos que desde el primer momento en que venimos a este mundo o Kay Pacha, el agua nos cria y da sustento del mismo modo que lo hace con todos los seres vivos que conocemos. Es pues la savia o sangre de nuestra madre naturaleza. Por eso, cada año en el momento oportuno, acostumbramos invocar a nuestras poderosas montañas o Apus, para que siempre nos brinde esta savia de vida que corre por sus venas, descendiendo desde sus altas cumbres nevadas, y que nos ampare ante toda situación adversa. Le pedimos, pues, que el agua discurra siempre limpia y fresca dando vida y recreándola en beneficio de todos sin exclusiones de ningún tipo.
No somos, pues, dueños del agua. No nos es posible siquiera imaginar cómo puede haber algunas personas que intentan tratarla como una cosa; y así, cosificada, como una mercancía más, pretender apropiarse del agua para fines de explotación.
El agua, desde tiempos inimaginables, se precipita de los cielos y montañas altas, discurre por manantiales, lagunas, ríos y quebradas, dándonos vida y sustento, y no hay nadie que pueda tener derecho absoluto y exclusivo, es decir privativo, o privado, sobre el agua en ninguna parte del mundo. Es un regalo de nuestra Pachamama. Por eso el agua sacia la sed de todos los seres en el mundo. Los críoa con cariño, sin ningún tipo de discriminación.
El saber que importantes reservas de agua en el mundo están siendo apropiadas por los países más poderosos y que, en nuestros propios países los gobiernos buscan privatizar el uso del agua, es algo que una vez más muestra la incapacidad de los 'civilizados' para comprender el mundo y la vida. El agua es un patrimonio nacional y por supuesto que debe beneficiar a toda la humanidad. Pareciera que en este tiempo todo es posible, hasta ver como hay intereses capaces de provocar más muerte en los más débiles del mundo.
En la forma de vida que aprendimos de nuestros abuelos, al agua solo la podemos tratar con respeto y manejar su discurrir en función de que brinde vida a todos nuestros hermanos: A toda la tierra para que fructifique, todas las plantas, todos los animales y todos los seres humanos. Por eso aprendimos maravillosas técnicas de “ingeniería” o manejo de las irrigaciones, acueductos, alcantarillados y encauzamientos apropiados para que el agua llegue a todos. Si se pone más atención en el sistema que se hizo en Machu Picchu, Pisaq, Ollantaytambo, Tipón, entre otras muchas Wakas de este tiempo, se verá la maravilla de forjar vida y progreso, regalando vida, no quitándosela a nadie.
Artículo publicado en la edición Nro. 2 de la Revista QAWAQ, en junio del 2008