Antes de comenzar este relato, me gustaría disculparme con todxs ustedes por estar tan ausente estos días. El texto que están por apreciar tiene algo que ver con ello... así que tomen una botana y acomódense bien en su asiento porque están a punto de invertir 4 minutos de su tiempo en leer las memorias de una adolescente antipática.
No les voy a mentir cuando digo que odio muchas cosas: odio el sonido que hace la gente, odio los días soleados, odio estar mucho tiempo con la gente, odio depender de las personas, odio la escuela, odio a mis vecinos y me odio a mí. Yo no entiendo cómo se supone que comencemos a crecer cuando nos sentimos así, cuando siento el pecho abierto de par en par. Pero eso no viene mucho al tema, la mutilación emocional de hoy es referente a un día que debería ser el más feliz del año, el que más disfrute: mi cumpleaños.
Amo investigar, me fascinan los textos científicos y la manera en la que, muchas veces, describen a la perfección mis sentimientos, no me siento tan extraña, tan ajena, tan inhumana. Y como siempre, he investigado ¿Por qué odio mi cumpleaños? y la verdad es que lo hice sin esperanza de encontrar nada al respecto, y es que la adolescencia es así, se trata de sentir cosas que creemos son especialmente de nosotros, nos creemos incomprendidos y la mentalidad no nos da para ver más allá de nuestro egoísmo emocional.
Y es que enserio no recuerdo el momento en el que comencé a odiar esta celebración. En México existe la tradición de los tan añorados XV años y se los voy a reducir en tres elementos principales: fiesta, chambelanes y un vestido muy muy MUY GIGANTE. No fue lo mío y así es, la fiesta nunca sucedió. Tampoco tuve Sweet Sixteen y ahora estoy a punto de no celebrar los amargos 17.
Volvamos al punto de la investigación, porque yo no vengo aquí sin información, eh eh no.
La depresión es como ahogarte en un vaso de agua
Yo siempre tuve la idea de que una persona depresiva vivía atormentándose y lamentando su vida, estaba muy equivocada. Según la página Muhimu: ''La depresión es vivir con un equipaje tan pesado que apenas te puedes mover. Es una sensación que va más allá de la simple tristeza, más allá de estar todo el día llorando por nada. Es una sensación de completa nulidad. De no querer, de no sentir, nada. De ser algo así como un ladrillo inútil.'' Así me siento, sin nada, como un envase vacío... No tengo ganas de salir, no quiero festejar, no quiero ser yo.
Hay muchas razones por las que uno puede sentirse así:
- Tiene miedo a crecer (No es mi caso).
- Tiene miedo a la muerte (No es mi caso).
- La crisis de los 40 (No llego ni a la mitad de esa edad).
- Porque tiene miedo de que su festejo no sea igual al planeado. (Han acertado).
Y es que eso pasa cuando uno es perfeccionista, las expectativas dan para más que la economía o el núcleo familiar, más que los amigos, más que la realidad. Uno cuida cada detalle para que todo salga de acuerdo a lo planeado.
Soy Zara y estoy a un día del evento más feliz del año.