Para conciliar un sueño reparador, para quienes hoy me leen, existen situaciones que fácilmente pueden ser controlables. Una de las cosas por las cuales debemos sentir que hemos tenido un sueño reparador es por la necesidad de tener que enfrentar día a día un conjunto de actividades para las cuales se necesitan estar enfocados, concentrados, lograr una actitud positiva y entusiasta, así como, estimular nuestra autoestima y ser proactivos.
Es importante reparar un sin número de células que durante el día han tenido una carga energética de desgaste, como lo son, principalmente, nuestras células cerebrales, las cuales se mantienen sometidas a accionar de manera constante para resolver todas y cada una de las situaciones que vivimos.
El estrés, la irritabilidad, la ansiedad, la concentración laboral, la intelectual, la capacidad de atención, enfermedades recurrentes, entre muchas otras situaciones, desencadenan cambios celulares por gasto energético a nivel cerebral que es la zona que se encuentra más comprometida; luego sigue el aspecto muscular y físico del organismo debido al trajinar cotidiano.
No dormir bien genera en el cuerpo cambios de temperamento, irritabilidad en la personalidad, una actitud pesimista, un agotamiento generalizado, hay menos capacidad de atención y una mayor lentitud de respuesta en las actividades del devenir del día. Existen apoyos terapéuticos, terapias de conducta, que pueden ayudar a modificar los hábitos y favorecen para controlar y lograr un maravilloso sueño reparador. Quedará de parte del terapeuta indicar algún fármaco para ayudarte a relajar y conciliar el sueño.
Por lo tanto debemos dormir bien y recuperar las energías gastadas y reparar nuestras células cerebrales, musculares, óseas e inmunológicas según sea el caso. Durante un buen dormir, durante el sueño, reparamos el cuerpo entero, lo mantenemos en reposo, suspendemos todas las actividades conscientes y no conscientes, voluntarios o no, y permitimos el fortalecimiento de las células en general, además de recuperar energías gastadas.
Fisiológicamente demos dormir aproximadamente unas 8 horas diarias los adultos, y unas 10 horas los niños. Para ello se recomienda sencillos hábitos básicos y costumbres razonables.
1.-Hábitos. Se recomienda dormir sin luz, sin ruido, en cama cómoda, con una temperatura adecuada sin mucho frio ni calor y de buena ventilación.
2.-Alimentación. La alimentación nocturna debe ser una cena ligera, a la hora de cena hasta las 8 de la noche cuando mucho, ingerir infusiones relajante tipo manzanilla o alguna comercial que se consiga para tal fin. No ingerir alimentos rico en grasa ni carbohidratos ni frijoles ni pasta o espagueti; si el caso lo amerita, las cantidades deben ser pocas y a horas tempranas.
3.-Estimulantes. No ingerir líquidos estimulantes como el café o comer chocolate, té negro, bebidas revitalizantes.
4.-Juegos. No ponerse a jugar videojuegos en la noche, no ver programas de tv de acción extrafuertes en la noche, si es el gusto ver tv que sean programas divertidos, relajantes, de música suave y serena. Apagar el tv antes de dormirse para que las células cerebrales (subconsciente) tengan un verdadero descanso.
5.-Leer. La lectura relajada, laxa y fresca permite desconectarte de las actividades del día, Es una excelente alternativa que sin embargo para algunos es somnífera.
Por último y por ser el último no es el menos importante, todo lo contrario, Orar. La oración, el rezo y la comunión con Dios, y si está dentro de tus creencias, es un buen consejo para tu paz espiritual y mental. Encargar tus cargas a la almohada es necesario; liberar nuestra mente con el solo propósito de darle salud, es más que beneficioso.
Dios y confiar en su voluntad es la Fe que lo puede todo. ¡Duerme muy rico!
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Claudia Ceballos
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