Me gusta divagar en torno a las hormigas, su extraordinaria forma de organización social, lo mucho que progresa el trabajo diminuto pero constante -labor de hormiga- es como se le conoce.
Emulándolas fue como logré -al menos- integrarme a la selva tropical húmeda plenamente, y disfrutar la tremenda crudeza de dicho entorno con presencia de víboras, boas y escorpiones, cuando hace 7 años viví en esta y regresé tras 2 años de permanencia transformado por un escenario tan agreste, mi mundo en aquel entonces era uno de cocoteros, yucas, frutas de pan, sol, fuego de leña, arena, mar, lunas y profunda soledad, -tanta que no podía ver el mar desde el balcón sin estar acompañado-, lluvia, cuyeo, halcón negro y chicharras; los sonidos de la noche en el bosque tropical húmedo adyacente al mar Caribe.
Ya de regreso en la ciudad fue el estudio profundo de la economía lo que despertó mis “otros sentidos”
que permanecían latentes en lo más profundo de mi psique. Y regresaron las hormigas con su profunda sabiduría a ayudarnos a entender al bitcoin y la cadena de bloques. El súbito enamoramiento con el análisis económico fue rotundo, y la pasión por terminar de entender los postulados de la Escuela Austriaca de Economía son hoy la fuerza motriz del análisis cotidiano.
De repente se comprende el por qué de la percepción general -y la de uno mismo- de que los economistas no saben ni dónde están parados, eso resultó completamente cierto, pero a niveles insospechados por su servidor, y hoy puedo decir con alegría, que entiendo las razones técnicas que explican a cabalidad la génesis de su confusión; el cuerpo cognoscitivo de esta disciplina -según la escuela neoclásica- está errado, desde la A hasta la Z. Desde la valoración objetiva de los bienes -que en realidad es subjetiva a luz de la escuela austriaca- hasta la imposibilidad de la escuela neoclásica de explicar teórica y técnicamente, el ciclo recurrente de burbujas económicas que se expanden y luego explotan, punto que explica y demuestra fehacientemente la Teoría del Ciclo Productivo de Carl Menger -pilar de la escuela austriaca de economía-. En la acera contraria -y este es una anécdota que adoro narrar- Maynard Keynes formuló la “tremenda teoría” para explicar el ciclo recurrente de burbujas económicas que se expanden y luego explotan, que define esta situación a partir de un extraño sentimiento “animalesco” (sus famosos animal spirits) que se apodera súbitamente y de forma inexplicable (sic) del mercado, llevándolo a un punto en el que colapsa...
Seamos honestos; la construcción curricular de la escuela neoclasica parte de una concepción de la mecánica celestial newtoniana -tan en boga durante aquel tiempo en el que se cimentó el error-, y por eso echaron a andar todo tipo de modelos matemáticos, modelos de equilibrio, y modelos estocásticos, que no logran acertar en manera alguna los pronósticos, ni son eficaces su políticas -nunca una intervención del FMI produjo resultados positivos, y es que una parte del error conceptual es haber omitido al ser humano en su metodología, se olvidaron (o no era paradigma establecido entonces) del componente humano, de la sociología inherente al mercado. Tomaron el modelo hiper racionalista de la mecánica de Newton -furor de un periodo post ilustración- y la aplicaron al mercado, intentando cuadrar un círculo...
Los postulados de la escuela austriaca de economía parten de la acción humana, desde esa perspectiva la teoría de dicha escuela asigna un valor subjetivo a los bienes, mientras que los neoclásicos lo definen como de un valor objetivo. Es ahí donde se muestra claramente la divergencia primigenia, que conduciría 200 años después -el presente- a la triste y caótica situación económica actual. Y no cabe evasión alguna de la responsabilidad ya que, aunque los postulados de la escuela austriaca de economía se cimentaron hace más de 100 años, nunca se le ha permitido ejercer la política de la cosa económica por una sencilla razón; parten de una premisa vital: reducir el gasto público, y a partir de ese punto es fácil imaginar a los políticos evitando a toda costa que dicha escuela de pensamiento ejerza la función pública. Los “austriacos” son amenazantes para los políticos.
De repente se fusionaron las criptodivisas con la dinámica subyacente en la economía global e inició la actual revolución económica que estamos viviendo; el bitcoin tomó el rol del oro ante los embates indiscriminados de los algoritmos de las transacciones de alta frecuencia, que disminuyen el precio del oro y la plata de forma artificial, ante la mirada indolente de los reguladores y supervisores de instituciones estatales adscritas al sector económico, que llevan años recibiendo “su parte”, el pueblo entonces comprendió que la senda de la libertad es económica, y adoptó el bitcoin.
Se tiene absoluta certeza -basada en los datos duros de dominio público- que el sistema económico global colapsará por varios factores que realizarán una sinergia en su momento culminante, y que esto significará una violenta transferencia de riqueza de un sector a otro, significando así la ruina para muchos, y la súbita bonanza para unos pocos que surgirán “de la nada”, personas que usarán adecuadamente -casual o premeditadamente- las fuerzas en juego al momento de la fase de transición. Y al utilizar el término transición nos basamos en la Teoría de los Sistema Complejo de Mandelbrot, que es a la larga la teoría matemática que explica el ciclo y colapso de cualquier sistema complejo, como decir una escuela de peces, una bandada o un mercado.
Aferrados a Mandelbrot nos salimos de la escuela clásica y penetramos en los sistemas complejos que dice que un sistema complejo al superar cierto límite de crecimiento natural, empieza a disfuncionar de manera tal que su tasa de crecimiento se ralentiza conforme se incrementa el consumo de energía, y además la tasa de riesgo de colapso se incrementa exponencialmente por cada unidad de crecimiento determinado, dicho de otra manera; si la ola crece un metro más allá de lo “normal” el riesgo de colapsar se proyecta exponencialmente de forma que esto implica primero 2, luego 4, 16 y 256 incrementos de la medida de riesgo utilizada, por cada metro de crecimiento. Es este el modelo matemático que seguirá el colapso económico global.
¿Y qué tienen que ver las hormigas en todo esto? en mucho: su modelo descentralizado al que el bitcoin emula sin intención, entra en choque abierto y frontal contra el modelo centralizado, que agoniza ante la descentralización arrasadora del blockchain. Al presente la ciencia no ha logrado entender la gobernanza química del hormiguero, no se logra comprender a cabalidad esa “conciencia social” que las hace sacrificar su vida en aras de la supervivencia de la colectividad, del sistema. Las hormigas son verdaderas sobrevivientes de cientos de millones de años, y esta supervivencia se fundamenta en el sistema descentralizado, esto bien podría explicar la supervivencia y auge del bitcoin, aparte de consolidar los muchos pronósticos de que continuará al alza por largo rato.
Atendiendo a la Teoría de los Sistemas Antifrágiles de Nasim Taleb, el bitcoin se hace cada vez más robusto tras un ataque, así como el músculo humano se vuelve más fuerte tras el ejercicio. Esto explica la cólera cuasi infantil de los banqueros y empresarios que atacan al bitcoin, explica también el por qué los proyectos como Ripple fracasarán rotundamente a largo plazo, esto por cuanto Ripple es el epítome de la centralización en un formato descentralizado, con esto crea alta fricción en sus procesos, se pierden todas las virtudes de la descentralización, y se vulnera mucho su cadena de bloques, ya que esta carece de los anticuerpos que otorga una comunidad numerosa que participa en todo proyecto de código abierto, ejecutando una constante depuración del código (anticuerpos) de manera que se cumplen así la Teoría de Taleb en cuanto a su constante aumento de fuerza, y la de Mandelbrot en el sentido de que nunca entrará el bitcoin en la fase de transición hacia el colapso, en virtud del número limitado de bitcoins que se pueden emitir. Ripple puede emitir infinitas cantidades de sus criptos -emulando así al modelo centralizado de gobierno autoritario-, en síntesis, Ripple es algo así como una esquizofrenia económica sin sentido ni futuro alguno.
Con este último detalle alcanzamos el umbral del crecimiento de un hormiguero, límite establecido por las condiciones edáficas y climatológicas del hormiguero, dicho de otra forma: el límite natural de crecimiento que en su perversa codicia los bancos centrales han venido negando hace ya muchas décadas.
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