Existen recursos como la tanatología, u otras formas de “enfrentar la pérdida de un ser querido”, que nacen ante esa necesidad imperiosa de encontrar un poco de paz en nuestro corazón y alma. Intentos de minimizar el dolor hay muchas, unas toxicas y otras más trascendentales y/o espirituales, como la idea de una vida más allá de la muerte.
Sólo cuando vivimos de cerca la muerte nos damos cuenta y reconocemos que, en verdad, las palabras sobran. Sólo que es un acto instintivo de nuestra parte hacer eso, dar un poco de aliento a quienes en ese momento, están sufriendo. Sobre todo en Latinoamérica, la idea de perder a un ser querido, tiene una connotación muy trágica. En otros países, las cosas son “más llevaderas”.
El punto es que el tema de la muerte, (y miren que como mexicano les digo que acá es una parte muy importante de nuestra cultura), al final del día (y la noche), es algo realmente muy íntimo. Se agradece mucho este artículo en estos momentos en los que recuerdo a mi abuela que hace poco tiempo falleció. No debemos, eso sí, tenerle miedo a la propia muerte, es una verdad absoluta que miriremos.