Querido Santa.
Querido Santa, sé que llevo mucho tiempo sin escribirte, entiendo que ya hace años que se diría que separamos nuestros caminos, todo fue repentino, pero la realidad arrebato aquel rastro de inocencia que quedaba en mí, al enterarme que no existías, entiendo bien que era necesario, y que era una mentira que no hacía más que fomentar mis ilusiones para inculcarme aquella magia de la navidad. Hoy te escribo con una gran carta por 2 razones:
Sin dudas es el reproche de todo aquello que significo para mi navidad .
Es pedir un deseo navideño. Entiendo lo contradictorio del asunto, pero pienso darte lujos de detalle para que por 5 minutos puedas encarnar mis sentimientos.
Te recuerdo que separamos nuestras vidas hace más de 13 años, en ese momento empecé a pensar que no eras más que la idea mercantilista de comprar obsequios para regalar a diestra y siniestra, todo para satisfacer las necesidades de consumidores, que no eras más que un invento que requerían las tiendas. Pero creo que me equivoque Santa, creo que tú ibas más allá de eso, no sé en momento empecé a dejar mis ideas prepotentes de la navidad, no sé en momento empecé a notar que la navidad era más que regalos, no sé en qué momento deje a un lado lo material y empecé a pensar en lo espiritual, lo cierto es que hoy puedo afirmar que luego de tanta búsqueda al fin voy entendiendo de que va la cosa.
¿Recuerdas Santa lo que eran mis fiestas navideñas? Comenzar el día a primera hora un 24 de diciembre, haciendo preámbulo de tu llegada, y como era una fecha tan importante, todos debíamos vestir nuestras mejores prendas. Así comenzaba el día, con esa idea, con esa idea salíamos corriendo al centro en busca de todos aquellos estrenos navideños que dejamos a último momento, las compras de las cosas que faltaban para la cena. Mi mama corriendo de un lado a otro en la cocina al ritmo de las gaitas dando los toques especiales, a lo que ella llamaba “su mejor creación”. La emoción de saber que faltaba menos de 24 horas para tu llegada, la emoción de saber que faltaba aún menos para dar inicio a aquella reunión. Toda esa cantidad de familia entre tíos, hermanos, padres y sobrinos sentados en una misma mesa, haciendo sus plegarias navideñas y compartiendo, dejando todo lo que tienen en cada plato que compartieron.
Cuando de niño aún mantenía mi fe por ti levantada como bandera, defendiéndote a capa y espada contra cualquier comentario impertinente que pusiera en tela de juicio tu existencia. ¿Recuerdas la cara de todos nosotros, los niños, cuando a solo 15 segundo de las 12 ya queríamos meter nuestras narices entre todos aquellos regalos debajo del árbol de navidad?
¿Recuerdas la cara de todos cuando habrían sus regalos, al asecho de las ansias de saber que les habían regalados, ya fuesen los grandes o los más pequeños? No sé si aún te recuerdes lo felices que éramos todos, para esa fecha más esperada que un cumpleaños, lo que si te puedo asegurar es que son recuerdos que no puedo olvidar, recuerdos que han quedado incrustados en mi alma, en mi esencia, en mí ser.
Pues ahora te traigo al presente querido santa, aun dudando de tu existencia, debo agradecerte lo que fuiste como idea, pero ya todas esas ideas quedaron en un pasado que no promete volver, ya las navidades perdieron su magia, perdieron su encanto, quizás aún andes repartiendo tu esencia por otros lugares, pero parece que hoy has abandonado Venezuela, ya todo lo demás paso a la historia, y las sombras de tu pasado se ha convertido en una cruz que llevamos al lomo, un arma de doble filo, la cual nos mantiene en la esperanza, pero también nos reparte su dosis te tristeza al saber que te has vuelto intangible e inalcanzable para nosotros. Entiendo que vamos por la mitad, pero me disculpo de una vez, porque lo que viene no es más que reproches.
Las compras navideñas, las que te comente que hacíamos a último momento, se volvieron tan reales como el conejo de pascua y el hada de los dientes. Ya lo único que se ha vuelto de moda para ese último día es el hurgar entre las ropas más viejas para buscar las prendas menos usadas y desgastadas, solo para dar la ilusión de que son “nuevas”, sin contar que los zapatos que era la cereza del pastel de nuestra vestimentas ha sido brutalmente sustituido por aquellos calzados a madia vida que aún no tienen huecos. Ahora mi mama no dice: “mi mejor creación”, ahora dice; “creo que con este poquito no sabrá tan mal”. Ya no hay alegría en vísperas de tu llegada, lo que hay es una profunda tristeza y desesperación por vivir a la sombra de lo que una vez fue. Ya el arbolito no es la pieza central de la casa, ahora no es más que un objeto que se encarga acumular polvo debajo de alguna cama, o quizás en algún escaparate.
Ya las mesas no se llenan de comida, a duras penas podemos hacer un tercio de lo que era antes, y supone un gran sacrificio, las gaitas bajaron su volumen, las ilusiones permanecen escondidas a la espera de un milagro navideño, la fiesta hoy se ha vuelto un funeral, y los niños ya no le brillan los ojos con la misma intensidad. Los obsequios que representan tu llegada hoy se han vuelto una proeza para los padres que sacrifican su comida, sus necesidades para que dentro siga sin extinguirse la llama de lo que eres, de lo que fuiste, y que además representes para la nueva generación la misma alegría que representaste para la que está en curso, pero ¿Sera que está en una idea tangible?
Ya las mesas no se llenan de comida, a duras penas podemos hacer un tercio de lo que era antes, y supone un gran sacrificio, las gaitas bajaron su volumen, las ilusiones permanecen escondidas a la espera de un milagro navideño, la fiesta hoy se ha vuelto un funeral, y los niños ya no le brillan los ojos con la misma intensidad. Los obsequios que representan tu llegada hoy se han vuelto una proeza para los padres que sacrifican su comida, sus necesidades para que dentro siga sin extinguirse la llama de lo que eres, de lo que fuiste, y que además representes para la nueva generación la misma alegría que representaste para la que está en curso, pero ¿Sera que está en una idea tangible?
Entonces nos preguntamos en que momento pasamos de un “¿Qué más puedo pedir?” a un ¿será que me porte mal y por eso estoy viviendo todo este pesar?”
Hoy querido Santa, aunque ya habiendo pasado tu fecha te pido que todos los hermanos se vuelvan a encontrar, que el país que se encuentra en ruinas reviva entre sus cenizas, que aquellas personas que nos reciben en el extranjero nos comprendan, nos ayuden y no nos recriminen, que cada familia no les falte el pan en su boca, pero sobre todo QUE VENEZUELA VUELVA A SENTIR EL SIGNIFICADO DE LAS PALABRAS LIBERTAD Y DEMOCRACIA Y PUEDAN TENER UNA ¡FELIZ NAVIDAD!
Comentario:
link del concurso Muchas gracias por permitirme entrar en este concurso, diculpen el retraso. Todo aquel que lea este post, por favor apoyen este concurso. @ bert0.
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