Esto me hace recordar las tiendas de raya en México a principios del siglo XX. Las personas que tenía que trabajar en el campo durante jornadas interminables para el beneficio del patrón y un pago miserable. Cuando por fin terminaban la jornada recibían su paga e intentaban comprar lo necesario para sobrevivir. Como era de esperarse la paga no era suficiente y en la tienda les daban los productos y dejaban la cuenta abierta. Al repetirse esto día tras día finalmente la deuda no hacía más que incrementar y terminaban endeudados con el patrón (que también era dueño de la tienda). Así morían en la miseria con una deuda impagable. Ahora los bancos parecen de algún modo una forma actualizada de aquella tienda.
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