Habíamos encontrado un sitio donde empezar el proyecto que venimos ideando y construyendo, hace casi 3 años, y se vino abajo porque el propietario dijo no a nuestra propuesta. Y aunque nunca digas nunca, la desilusión es tan real como necesaria de sentir no solo en el amor pero en emprender. Que al final es un tipo de amor.
Es la primera vez que soy consciente de una desilusión, de esta manera, es decir que puedo decir con certeza que lo es. Que no es enfado, que no es tristeza, ni rabia. Sino desilusión, un soplo suave en la garganta con mezcla de nostalgía pequeña.
Todo empezó con crear una ilusión. La creencia de que iba a obtener eso que deseo y seguir el próximo paso de nuestro proyecto.
La desilusión es una señal de que eso que deseo realmente lo deseo llevar a cabo.
Lo bueno de esta situación es que al sentir solo desilusión no me desmotivo, sino que la misma energía alimenta mi garra por seguir adelante y encontrar este local en donde por fin conseguiré plasmar dicho proyecto.
Esta experiencia lejos de desmotivarme me sirvió para darme cuenta de que voy por el camino elegido, enseñandome mis fortalezas y mis garras para seguir nadando en la selva de las negociaciones y emprendimientos.