Mis manos hablan primero

in #ensayo19 days ago (edited)

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Mientras mis conjeturas ocupan mi cerebro —suponiendo, representando, asumiendo, sospechando—, mi cuerpo hace mil maromas para que vuelva a hacer tierra.
Muchas veces es este cuerpo, del que no tuve conciencia de sus dimensiones hasta hace poco, el que me trae de vuelta. Lo entendí al ver a mi padre, convaleciente, tirado en una cama de hospital, donde le sobresalían los pies. Fue entonces cuando me comparé y me di cuenta lo grande que soy.
A mi cuerpo lo veo en mis manos. En mis dedos. En mi piel.
Mis manos me avisan ansiedad. Llevan el mensaje desde las uñas hasta los dientes, que a su vez activan mis mandíbulas para roer y roer... hasta que el dolor punzante en la punta de mis dedos le grita a mi cerebro: ¡Para ya!
Mis manos sudan cuando algo no está bien. Tejen cuando debo dejar pasar el tiempo. Pintan cuando tengo sed de colores, y escriben cuando busco libertad.
Son las gemelas de las manos de mi papá. Ellas guían mis reacciones antes de hablar. De hecho, soy de mucho gesticular, y por idiosincrasia, los gestos son palabras en mí.
Golpetean la mesa, - o lo que esté a su alcance - cuando espera aprobación o no estoy de acuerdo con algo. Cuando necesito endulzar mi alma tocan el cuatro o la guitarra.
Y cuando siembro, podo o cuido una planta, me dicen: “¿Ves? Esto es lo que necesitas”.
Son mis manos las que me revelaron mi verdad. Las que me enseñaron a disfrutar mi cuerpo y el cuerpo ajeno, elegido. Prefirieron las mieles, húmedas y misteriosas que las espadas, punzantes y dolorosas.
Pensándolo bien, mis manos me amasaron como arcilla y moldean mi cuerpo como mi cuerpo como una vasija a su gusto, para poder contener mi alma y mis emociones.