Comencemos por preguntarnos… ¿De qué se trata el consumo responsable?
Las mismas palabras nos lo dicen. Es una responsabilidad que nos involucra a todos. Debemos cambiar los hábitos de consumo a los que estamos acostumbrados, teniendo en cuenta nuestras necesidades reales y eligiendo bienes y servicios que sean favorables para el medio ambiente y la igualdad social.
Pero, ¿qué es lo que sucede?
Vivimos en una sociedad sumamente consumidora. Es fácil darse cuenta de esto. Podemos encontrar publicidades por donde quiera que estemos, en las calles, la televisión, las redes sociales, los comercios… Ante tanta información, terminamos siendo influenciados. Por ejemplo, cuando vamos a hacer las compras, primero pensamos en el precio (si está barato, si es 2×1, etc.). Luego miramos la calidad y, si esto es acorde a nuestras expectativas previas, lo compramos. No nos detenemos ni un minuto a pensar si es realmente necesario. Esta manera de comprar, aumenta las probabilidades de que no lo terminemos, no lo usemos, o se nos venza y terminamos desechando el producto.
Estamos inmersos en la maquinaria del consumo, este mundo de atrayentes promociones y nuevas versiones. Para no ser diferente al otro, para probar un producto porque es nuevo o simplemente porque estamos acostumbrados a comprar sin reflexionar demasiado. Probablemente ni nos demos cuenta.
Entonces, yo pienso que si simplemente por un momento nos detenemos frente a la góndola y consideramos el propio hábito en el recaemos, el impacto ambiental que conlleva la fabricación, transporte, venta y uso del producto, si pensamos en nuestras necesidades y si éstas se satisfacen con esta compra, podemos aportar nuestro granito de arena para mejorar el mundo.
Pensar antes de actuar. ¿Qué debemos tener en cuenta antes de comprar?
Si realmente lo necesito
Su vida útil
Si puede reutilizarse
Si puede ser reciclado
Evitar los envases, en especial los descartables
Reflexionar sobre la manera en que se fabricó y cómo llegó hasta mis manos
Pensar o averiguar qué impactos puede generar en el ambiente y la salud su uso y deposición final
Cuando entendí esto, cambié algunos pequeños hábitos diarios. Por ejemplo: empecé a comprar mis verduras sin las bolsitas del supermercado, ahora llevo las de tela. Soy más consciente de lo que me comunican las propagandas. Trato de verificar si puedo reciclarlo antes de comprar. Aprendí que, tal vez, lo que ya tengo en mi casa puede ser utilizado para algo diferente. También ayudé a mi mamá a cambiar estas costumbres.
Todo el mundo puede llevar a la práctica estas acciones. Ser un consumidor responsable no es una tarea difícil. Es un cambio de hábitos, debemos acostumbrarnos a tener en cuenta algunas pautas y así ser consumidores empoderados y conscientes de sus elecciones.
TIP: Pensá en tu compra como un voto. Es decir, si comprás algo, habiendo considerado su impacto ambiental y social, le estás dando un voto a favor. Si no lo comprás, porque no te interesa el producto o no estás de acuerdo con las acciones de la organización, estás votando en contra de la empresa. Si votamos por las empresas que se comportan de una manera ética y consciente, vamos desacreditando a las que no piensan en el medio ambiente y en la sociedad.
En conclusión, debemos apoyar a las organizaciones y productos que cuidan y piensan en Nuestro Planeta, que se preocupan y trabajan para que cada día podamos vivir en un mundo mejor.
Es el momento, debemos ser consumidores responsables y conscientes de lo que compramos, lo que realizamos y cómo lo utilizamos diariamente.
Aportando nuestro granito de arena, podremos lograr el cambio y así hacer que las futuras generaciones puedan vivir en un mundo mejor.
Valen Margulis
Cronista Ambiental - Green Sheep
[email protected]
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