Uso didáctico del minicuento / @reycard*
Este post es una versión resumida de un trabajo más amplio titulado «Aspectos propositivos para un uso didáctico del minicuento», y surgió a partir de una experiencia trabajando como facilitador de algunos talleres de promoción de lectura en la ciudad de Carúpano (estado Sucre, Venezuela), con niños de edades entre 8 y 12 años (cursantes de 4º, 5º y 6º grado de Educación Básica). Esta fue mi primera experiencia directa con niños de este nivel. Se trató de una serie de talleres organizados y promocionados por la Casa Andrés Mata, en los que se buscaba estimular el hábito lector en los niños a través de textos narrativos. La estrategia consistía, básicamente, en la lectura atenta y detenida de textos narrativos (cuentos), y su comentario colectivo. En la mayoría de los casos, los participantes fueron más receptivos y demostraron un mayor despliegue de habilidades comprensivas, interpretativas y creativas cuando se trabajaba con minicuentos. Esto me llevó a investigar mucho sobre el minicuento y a buscar las razones por las cuales los niños respondían de manera mucho más creativa que con otros textos. Toda esta investigación me permitió diseñar y dictar a varios grupos de docentes un taller llamado «Uso didáctico del minicuento». Sin más preámbulos, entremos en materia.
¿Por qué el minicuento?
Esta fue la primera pregunta que me formulé para encaminarme hacia una posible respuesta. Por lo que el primer paso fue leer mucha teoría sobre este particular género literario, que aunque conocía de pasada, no lo había llegado a estudiar con detenimiento y rigurosidad. Pronto me di cuenta de que la posibilidad de incorporar la minificción como recurso didáctico en el aula supone un conocimiento no sólo de las estrategias instruccionales y metodológicas a aplicar, sino también de las propias particularidades y peculiaridades de este subgénero narrativo. Por esta razón, me parece fundamental conocer cuáles son las características del minicuento para saber qué rasgos justifican su incorporación dentro de las estrategias metodológicas y las planificaciones de las clases de lengua y literatura. En mi investigación supe que en Latinoamérica hay un profuso campo de investigación sobre el tema (hay revistas, congresos y antologías dedicados exclusivamente a la minificción), y que Violeta Rojo es la autora más destacada en este campo en el caso de Venezuela. En sus propuestas me baso para examinar las propiedades del minicuento que observo pueden ser provechosas en la clase de lengua y literatura.
Características del minicuento
Fuente
De acuerdo con Violeta Rojo (2009), un minicuento es
una narración sumamente breve (no suele tener más de una página impresa), de carácter ficcional, en la que personajes y desarrollo accional están condensados y narrados de una manera rigurosa y económica en sus medios y a menudo sugerida o elíptica. El minicuento posee carácter proteico, de manera que puede adoptar distintas formas y suele establecer relaciones intertextuales tanto con la literatura (especialmente con formas arcaicas) como con formas de escritura no consideradas literarias (énfasis añadido).
Puedes consultar más sobre el minicuento aquí
Esta definición ya nos arroja una serie de elementos que caracterizan al minicuento como un texto idóneo que postula, por su misma estructura, una participación activa de sus lectores y les exige involucrarse en la (re)construcción de la trama y de los sentidos posibles. Acá me detendré a comentar los principales rasgos de la minificción considerando lo propuesto por Rojo (2009) en su texto Breve manual (ampliado) para reconocer minicuentos, y el modo en que estas características pueden ser consideradas en una planificación pedagógica que persiga promover el hábito lector en estudiantes y estimular sus habilidades en cuanto a comprensión, creatividad y su participación activa en los intercambios con textos. Los rasgos establecidos por Rojo son cinco: brevedad, lenguaje preciso, anécdota comprimida, uso de cuadros y carácter proteico, y que son aspectos fundamentales para el acercamiento a la lectura y requisitos indispensables para el estímulo del pensamiento y otras habilidades cognitivas imprescindibles para la construcción del conocimiento.
Brevedad
Como los alumnos han adquirido el inevitable hábito de lo breve, es muy probable que el texto extenso sea una de las causas que provoque el distanciamiento con ciertas lecturas y la literatura, hasta su rechazo. Por lo que la brevedad viene muy al caso en el momento de la selección, porque se ajusta –al menos en apariencia, a primera vista– a las exigencias de la mayoría de los lectores comunes. Además, no se le puede huir a un texto breve: su corta extensión casi que obliga al lector, quien de una sola mirada lo tiene ante sí en toda su plenitud. De modo que una primera lectura resulta fácil hasta para el más perezoso. En este sentido, la brevedad puede ser una invitación a la lectura, a entrar en contacto con el texto; ya ni siquiera la imagen es necesaria. Y esto viene dado por el poco tiempo que se invierte en leer un minicuento. Esto posibilita, igualmente, que el texto pueda ser leído tantas veces como sea necesario para lograr un mayor intercambio, una mejor comprensión, y que haya más espacio dedicado a la discusión y al comentario. En el aula nos podemos permitir, sin remordimiento alguno, generar un universo verbal infinitamente mayor que el del cuento que se comenta y discute; en esto consiste el sentido productivo de la lectura.
Lenguaje preciso
Cuando el lector de minicuentos se halla frente a un texto de este tipo experimenta una sensación de vacío –de estar ante un abismo– por la poca información con la que cuenta para (re)elaborar la historia y poder comprenderla. La precisión del lenguaje en los minicuentos demanda –exige– entonces una conducta cuidadosa del lector. Por lo que es necesaria una “exploración significativa” del léxico y de los sintagmas para hallar en ellos toda la carga semántica posible. Dado que ninguna palabra u ordenación sintáctica es gratuita, ningún signo de puntuación casual, no hay cabida a las divagaciones, a la dispersión, a las interpretaciones esquivas, a las lecturas escapistas.
Anécdota comprimida
En el apartado anterior hacía referencia a la sensación de vacío que deja un minicuento después de su lectura. Y es que en el proceso de escritura de uno de estos textos el autor ha debido poner énfasis en la condensación de la anécdota de modo que quede reducida a su mínima expresión, es decir, que no haya ningún elemento de la historia que no sea necesario en sentido estricto, llegando a haber minicuentos en los que diese la impresión de que no hay anécdota. Por lo que el papel participativo del lector es fundamental: «esta compresión supone que hay datos que no se proporcionan, sino que simplemente se sugieren y corresponde al lector decodificarlos y desarrollarlos». Y en el caso de los minicuentos que en apariencia no tienen anécdota la participación es más exigente aún, y esto porque «la historia es sugerida, no contada. O dicho en otras palabras: más que contada, dada a entender».
Lo que nos interesa destacar de esta característica es el hecho de que prevé un lector que esté en la capacidad de (re)construir la fábula a partir de los elementos, las sugerencias, que ofrece el texto, por lo que ha de comportarse como un jugador de rompecabezas a quien le faltan piezas, y el juego es posible a pesar de las partes ausentes, siempre y cuando el jugador participe de manera activa. Incluso, exige mayor agudeza mental en la valoración de la acción mínima, del detalle, de la escasa cantidad de información, para poder completar aquello que no está explícito en la superficie del texto. Ahora bien, vale la pena preguntarse ¿por qué es necesaria la completación de la historia? Pienso que la completación es un proceso mental de reordenamiento y jerarquización de las acciones, indispensable para pasar al siguiente estadio, la comprensión. Esta sólo será posible si se dispone de toda la información, aun cuando sea reelaborada por el lector.
Uso de cuadros
Al definir esta característica, Rojo entiende cuadro en dos sentidos, si se quiere, complementarios. En primer lugar, según Umberto Eco (citador por Rojo) cuadro se refiere a aquel esquema cognitivo y conjunto de datos que conforman una situación estereotipada según la cual se puede responder o actuar a situaciones determinadas. Este tipo de cuadro trasciende el ámbito de la lengua y se aplica a nuestra relación con el mundo y la realidad (incluidos los textos). Así, por ejemplo, en la situación «pagar una factura» intervienen un cobrador y un pagador, en el espacio de una taquilla o caja, y a cada uno corresponde una serie de conductas en las que están predeterminadas, incluso, los intercambios verbales.
Están también los cuadros intertextuales, dado que un lector no comprende un texto aisladamente, sino a partir de sus lecturas anteriores y otros textos. A su vez, los textos van incrementando el panorama de lecturas de un individuo, de modo que alguien con mayor cantidad de lecturas tendrá una mayor capacidad de establecer conexiones intertextuales. El uso de los cuadros en los minicuentos es una «necesidad perentoria», apunta Rojo, pues vendría a representar una estrategia más que posibilita la brevedad en este tipo de narraciones.
Debido a esta intertextualidad de la que se apropia el minicuento, son frecuentes las figuras mitológicas, personajes arquetípicos y literarios conocidos, por lo que el lector ha de acudir a su enciclopedia para poder abordar estos relatos y comprenderlos. De acuerdo con esto, el lector de minicuentos ha de contar en su haber cultural con una serie de referencias que ayuden a hacer funcionar el texto. Por lo que este uso de cuadros será un criterio determinante para los docentes en la selección de determinadas lecturas, para que se adapten al nivel cognitivo de los estudiantes. Quizá este sea uno de los aspectos que puede presentar mayor dificultad a la hora de seleccionar un minicuento, el de la adecuación del relato a las habilidades comprensivas e interpretativas del lector. Minicuentos con un uso de cuadros inaccesibles para lectores de ciertas edades harán difícil, incluso imposible, la comprensión y la interpretación. Lo recomendable sería ir aumentando progresivamente el nivel de complejidad en la medida que el estudiante amplía su universo de lecturas y referencias intertextuales. Paradójicamente, ese crecimiento del universo de lecturas y la maduración cognitiva serían posibles gracias al contacto con los minicuentos.
Carácter proteico
El lector más o menos avezado seguramente nota que los minicuentos se aprovechan, se apropian, de las más diversas formas discursivas y retóricas, lo que dificulta una descripción plenamente satisfactoria a cualquiera de ellas. La imposible adscripción del minicuento a un género preestablecido lleva a Rojo a caracterizarlo como proteico, pues su forma, al igual que el personaje mitológico Proteo, es cambiante. Tal como reflexiona y demuestra la autora, no es viable una clasificación, puesto que la variedad parece dominar el ámbito de la minificción.
Pienso que el trabajo con minicuentos en clase de lengua y literatura permitiría un acercamiento de los estudiantes a distintos géneros discursivos a partir del minicuento. Dado que este tipo de textos toma para sí una amplia gama de formas simples que no se consideran propiamente literarias, el estudiante podría leer cartas, definiciones, poemas, palíndromos, chistes, casos, noticias, leyendas, mitos y otros, y todo esto desde la minificción. Este contacto con otras formas literarias y no literarias permitirá que el estudiante aprecie las características discursivas y funcionales de los minicuentos, que como ya se dijo son variadísimas e infinitas.
Creo que no es necesario que agregue más a esta lista extensa de beneficios y ventajas que tendría el minicuento en el contexto de las aulas como herramienta para el estímulo de la creatividad e imaginación en la clase de lengua. Ahora solo nos queda atrevernos a usarlo y sacarle el mayor provecho.
Referencia
Rojo, Violeta (2009). Breve manual (ampliado) para reconocer minicuentos. Caracas: Equinoccio.
@reycard (Reinaldo Cardoza Figueroa)* (Cumaná-Venezuela, 1984) es narrador e investigador de la literatura latinoamericana. Licenciado en Educación mención Castellano y Literatura egresado de la Universidad de Oriente y Magíster en Literatura Latinoamericana de la Universidad Simón Bolívar, Caracas. Profesor de la UDO-Núcleo de Sucre de Literatura Latinoamericana; también ha trabajado en el área de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Algunos de sus cuentos aparecieron en la Antología de jóvenes narradores sucrenses (2008). En 2011, resultó ganador del IV Premio Nacional Universitario de Literatura, mención Narrativa, por el libro de cuentos Bosque salvaje (2012).
Gracias por compartir,@reycard, este interesante artículo muy útil para maestros y profesores, así como también para padres,abuelos y tíos inquietos y deseosos de hacer llegar a los niños la magia de la lectura.
Gracias por tu lectura y amable comentario, @ramonochoa. Creo que bien vale la pena hacer la prueba para ver qué tal nos va trabajando con minicuentos. Un abrazo.
Te felicito por tu post, @reycard. La Lechuza está muy lucida. Están muy interesantes esa propuestas de Violeta Rojo y que tú describes con esa claridad que te caracteriza. Bravo por todos los esudiantes que bajo tu tutela hacen uso del minicuento. Un abrazo.
Agradezco su felicitación, y qué bueno que le haya gustado, @alidamaria. Un abrazote.
Un post bien organizado, @reicard, sobre una noción que permitiría iniciar, sistemáticamente, el gusto por la lectura.
Desde mi reflexión una llave para entrar a la imaginación y la curiosidad, no solo de niños sino de toda clase de personas que, hay que admitirlo, no le dan a esta actividad la menor importancia. Creo que el énfasis debería colocarse sobre las posibilidades comunicativas del género(aunque el formato exija un número preciso de palabras que lo caracterizan como minicuento) que serían, al final, las de toda la literatura. Sentí un metamensaje perjudicial al objetivo que se busca en la frase justificativa "...los alumnos han adquirido el inevitable hábito de lo breve" sobretodo si la comparamos con el tiempo que niños y adolescentes dedican a los videojuegos y con la compulsión que han desarrollado al respecto. Me parece que lo que apunto ayudaría a redireccionar el hermoso trabajo de incentivo a la lectura más hacia el disfrute y no desde la evitación. Felicitaciones por tu post, aunque de los más largos de la Lechuza, se volvió cada vez más interesante. Un abrazo.
Saludos, @gracielaacevedo. Agradezco tu lectura y comentario.
Cuando se trata de animación de la lectura en el caso de niños, el énfasis debe estar puesto en el disfrute del texto más que cualquier otra cosa, sus fines recreativos. Incluso más que "las posibilidades comunicativas del género" que señalas; todo lo demás debe incorporarse progresivamente.
No ha sido mi intención justificar negativamente el asunto de la brevedad, rasgo intrínseco del minicuento, sino de buscar responder a un hábito (real, concreto) de los niños que queremos convertir en lectores. En especial si no quiero ser demasiado violento en ese proceso, y busco acercar progresivamente a ese niño a la literatura. Insisto: necesitamos ofrecer cosas a los niños que respondas a sus intereses, de modo que seamos aparentemente complacientes. De otro modo, solo conseguiré el rechazo en lugar del acercamiento. Si sigo pensando, por ejemplo, que el problema es que el niño invierte mucho tiempo en el videojuego en lugar de reflexionar qué tienen de atractivo para él, de modo que pueda apropiarme de eso para usarlo estratégicamente como herramienta para facilitar ese acercamiento con el libro en cualquiera de sus formatos, no nos encaminaremos hacia un cambio significativo de la situación.
Ha sido un gusto encontrarse con un comentario tan detenido y reflexivo. Un abrazo.
Interesante experiencia la que relatas a través del minicuento. Para mí, estos textos son sumamente enriquecedores, muy intertextuales y muy profundos. Exigen lectores hábiles e intuitivos. Intentaré implementar estas dinámicas en mi aula de clase. Gracias por compartir este post.
Qué bueno que esta propuesta encuentra gente dispuesta a aplicarla en sus aulas, @solperez. En efecto, el minicuento es un género muy exigente, que demanda lectores igualmente hábiles y con destrezas muy desarrolladas. Te garantizo el éxito usándolos. Te abrazo.
Tu post tiene mucho valor, desde mi óptica, @reycard, pues el minicuento * no solo es una forma de creación muy atractiva, sino también porque tu propuesta está muy bien sustentada. Más si se trata de tener como apoyo las tesis de Violeta Rojo, quien me parece que ha hecho un trabajo de altísima calidad en su ya larga investigación acerca de esta forma literaria.
Será muy favorable si desde la formación universitaria de los educadores (tanto para primaria como para secundaria) se implementara tu propuesta. En cuanto mis asignaturas me lo permitían (sobre todo cuando atendía las iniciales) usaba ese tipo de textos como lectura para comprensión e interpretación. Felicitaciones, y gracias por compartir. Un abrazo.
Es una propuesta muy interesante para ser planteada a los maestros y profesores de literatura para estimular el interés de los niños en la lectura y el análisis de relatos. Excelente artículo, @reycard .
Excelente post, @reycard. Metódico, didáctico y de un contenido super valioso. De acuerdo contigo en la ventaja del minicuento/relato/ficción para captar la atención de los niños y hacerlos participantes más activos en el proceso de lectura y el desarrollo de gusto por esta.
El attention spam de los chamos es muy corto y cualquier información que querramos procesen tiene que ser breve y llamativa.
Que sigan los éxitos con estos talleres.
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