Brujas de la Noche Capítulo 24 – La Primera Bruja

in #es5 years ago (edited)

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Al día siguiente, Almeida cumplió su promesa de mantenerse en contacto. Cuando salí del trabajo para almorzar, él estaba de nuevo esperándome junto a mi auto.

– Te necesitamos otra vez.

Me condujo a un coche que nos esperaba. En cuanto entramos, empezó a explicar lo que había pasado:

– Encontramos más portales en el campamento de las Brujas de la Noche. Muchos más. Y quiero que nos acompañes cuando los exploremos.

El coche nos llevó a las afueras de Braga, donde nos esperaba un helicóptero que nos transportó al campamento que habíamos descubierto la noche anterior situado entre los bosques del Gerês.

Este fue el primero de muchos viajes similares que hice en las semanas subsecuentes. Usando su influencia, la Organización encontró una forma de darme una baja temporal del trabajo para poder explorar los nuevos portales con sus agentes.

Muchos de ellos llevaban a lugares inconsecuentes donde no encontramos nada, así que aquí voy a describir sólo las expediciones más importantes.

La primera de ellas ocurrió cinco días después de nuestro descubrimiento del campamento. Como tantas veces antes, Almeida y yo entramos en un portal acompañados por una docena de hombres armados con rifles automáticos. Una fracción de segundo después, nos encontrábamos en un pasillo. Yeso caía del techo y de las paredes. Detrás de nosotros, se abría una vieja puerta destrozada y, al frente, una ventana rota protegida desde el exterior por una rejilla metálica. Varias puertas se alineaban de ambos lados, todas en mal estado.

De inmediato el lugar me pareció familiar, y me acerqué a la ventana para mirar hacia afuera. En el acto confirmé mis sospechas: estábamos en Vila do Conde, más exactamente en el abandonado y vandalizado Convento de Santa Clara. Años antes lo había visitado con el grupo de exploración urbana de Braga.

Mientras Almeida y yo esperábamos, los otros hombres de la Organización revisaron lo que había detrás de cada puerta de aquél pasillo. No encontraron nada, por lo que ampliaron la búsqueda a los pasillos que salían de éste, pero el resultado fue el mismo: ni rastro de las Brujas de la Noche o de las criaturas bajo su mando.

Eso cambió cuando subimos al segundo piso. Al salir de la escalera, nos topamos con un grupo de cinco goblins más adelante en el pasillo. Los hombres de Almeida les apuntaron sus armas, pero las criaturas huyeron desapareciendo por la esquina justo detrás de ellos.

Con los soldados en el frente, los perseguimos. Cuando doblamos la esquina, sin embargo, ya no los vimos. En su lugar, nos encontramos a una criatura humanoide con más de dos metros de altura, piel blanca cubierta sólo por un taparrabo y totalmente calva. A diferencia de sus compañeros, no huyó al vernos. De hecho, se lanzó hacia nosotros.

Los hombres de Almeida empezaron a disparar. La criatura, sin embargo, ni siquiera desaceleró. En el último momento, yo, Almeida y algunos de los soldados nos desviamos, saltando a la sección del pasillo antes de la esquina, pero los otros no tuvieron tanta suerte. La masa y el impulso de la criatura los empujaron a través de una pared.

El ser se levantó de entre los escombros rápidamente, como si nada, y se fue contra nosotros. Los soldados de la Organización dispararon y se retiraron conmigo y Almeida, pero todos éramos conscientes de que no podíamos escapar.

Milagrosamente, o al menos eso me pareció, el suelo podrido cedió bajo el peso de la criatura, y ella cayó al piso inferior. Corrimos al hoyo para ver si había quedado fuera de combate, pero ya no la vimos. Seguramente se había levantado. Al menos nos libraríamos de ella por un tiempo.

De inmediato acudimos en ayuda de los soldados que habían sufrido la embestida. Dos estaban muertos y los otros tenían múltiples fracturas. Almeida hizo una llamada para que alguien los recogiera, pero no interrumpió la expedición.

Una vez más, los hombres armados revisaron todas las habitaciones de ese piso, mientras Almeida y yo esperamos. Oímos algunos disparos, pero antes que pudiésemos llegar a su origen, aparecieron dos soldados que nos dijeron que eran sólo unos goblins. No se encontró ninguna otra criatura en ese piso.

Sin embargo, los soldados encontraron una pequeña puerta parcialmente escondida detrás de una estantería rota. Detrás de ella, había unas estrechas escaleras que subían hasta la oscuridad.

Almeida sonrió. Ignorando la escalera que llevaba hasta el piso siguiente, decidió subir por la escalera oculta. Una vez más, los hombres armados siguieron adelante.

Subimos durante varios minutos. Pronto se hizo evidente que aquellas escaleras evitaban los dos pisos superiores del convento y llevaban directamente al ático.

Finalmente llegamos a una puerta estrecha. Luz emergía de la grieta debajo de ella, indicando que alguien o algo se encontraba detrás.

Sin perder tiempo, los hombres de Almeida la derribaron, y luego entramos en el extenso ático, que no tenía ninguna división. Bajo las tejas y las vigas de madera, se extendían innumerables cajas, arcas y muebles antiguos. Entre éstas, sólo encontramos una criatura. Una de las figuras encapuchadas se sentaba detrás de un escritorio cubierto de libros, frascos de tinta, papel y plumas.

Los soldados la rodearon, apuntando sus armas hacia ella, pero Almeida y yo nos quedamos inmovilizados. Era la primera vez que encontrábamos una de las Brujas de la Noche. Llevaba tanto tiempo buscándolas que incluso dudé de mis ojos.

– Acérquese – dijo la criatura tranquilamente con una vez profunda y seca hacia Almeida, identificando correctamente el líder de nuestro grupo. – Necesito hablar con usted.

Con cuidado Almeida se acercó a ella, dejando su escritorio entre los dos. Yo lo seguí.

– ¿Por qué interfieren en nuestros asuntos? – dijo la criatura. – No tienen nada que ver con los de vuestra raza.

– ¿Y las muertes en Braga en los accidentes causados por vuestros trasgos?! – grité.

– Daños colaterales.

Iba a responder, pero Almeida levantó una mano indicándome que no dijera nada.

– Hago parte de una Organización que tiene como misión ocultar vuestro mundo de los humanos comunes – le explicó a la Bruja de la Noche. – Algunas de vuestras acciones son muy visibles y nos han causado problemas. Me pregunto si…

– Eso no nos interesa. Hacemos lo que tenemos que hacer para alcanzar nuestro objetivo.

– Nosotros también – respondió Almeida.

Siguió un largo e incómodo momento de silencio.

– Piense en lo que le dije – dijo la Bruja de la Noche, por fin. – Si siguen interfiriendo en nuestros asuntos, habrá consecuencias.

Antes que Almeida pudiera responder, la Bruja de la Noche hizo un gesto discreto con la mano y en el instante siguiente, estábamos de nuevo en el pasillo donde habíamos empezado nuestra exploración, junto a la puerta hacia el exterior y al portal mágico.

Almeida ordenó inmediatamente a sus hombres que volvieran a revisar todo el convento, especialmente el ático, pero ya no encontraron a la Bruja de la Noche ni a ninguna de sus criaturas. El lugar estaba, una vez más, totalmente abandonado.

Sin nada más que hacer allí, atravesamos el portal de vuelta al campamento. Desde allí, un helicóptero me llevó a Braga.

De camino a casa, mis sentimientos estaban divididos entre satisfacción y miedo. ¡Por fin habíamos encontrado a una de las Brujas de la Noche! Sin embargo, sus motivos y objetivos seguían siendo un misterio. De hecho, todo el secreto que la Bruja de la Noche mantuvo sobre el tema y su clara determinación en lograr lo que querían me asustaron aún más, aunque nos dio todas las garantías de que no tenía ninguna relación con los humanos.

A pesar de todo, fue un logro importante, y estaba convencido de que los misterios de las Brujas de la Noche eventualmente se revelarían. Después de todo, dudaba que las palabras de la Bruja de la Noche fueran suficientes para hacer que Almeida y la Organización se detuviesen. Desafortunadamente, tenía razón.

Publicado originalmente en https://brujasdelanoche.wordpress.com