// Diario // Día 2 // El gato engañado

in #espanol6 years ago (edited)

Hoy fue otro día de mierda. Más trabajo mal remunerado, más socialismo. Mañana se casa uno de mis mejores amigos. Un día tan virtualmente inexistente e irrelevante donde la mejor historia que tengo para contar corresponde con "el gato engañado".

Pasa que desde hace algunos años, mi tía tenía un gato al cual adoraba. Era bonito. Tenia un color pardo atigrado y ojos de un verde pálido que llegaban a parecer amarillos a simple vista. También tenía "una voz" muy peculiar. Cuando maullaba sonaba como Vito Corleone, con esa voz apagada y ronca, que de a ratos hasta era imperceptible.

De comportamiento era arisco. A la única persona que le permitía tocarlo era a mi tía. Una mujer que está entrando en los setenta, que se quedó soltera y sin hijos. Un estereotipo andante. En un momento de su vida llegó a tener 23 gatos hasta que finalmente todos fueron muriendo misteriosamente. Quizás por la endogamia. Quizás atropellados. Quizás por los chinos de la esquina. Poco a poco fueron desapareciendo hasta que solo quedó este y lo amaba como si se tratase de un tesoro. De hecho, ese era su nombre: Tesorito.

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Pero el hijo de puta era sumamente agresivo con otros gatos. Solía escaparse en las noches y regresar al otro día lleno de sangre y cada vez con menos pelo, menos cola, menos oreja...

Siempre lograba que le amputaran algo.

Un día simplemente dejó de aparecer y asumimos que finalmente se le habían agotado las vidas y se lo llevó la pelona.

Hasta hoy...

Eso hubiese sido motivo de alegría si no fuera porque hace un año, en vista de que mi tía se sentía sumamente sola y desconsolada por la pérdida, decidí buscarle un bebé sustituto. Al final el reemplazo terminó siendo más mío que suyo. Yo lo cuidé desde el día en que llegó y aunque mi tía le tiene cariño y constantemente lo consiente, este parece pasar de ella. Es más parecido a mí en lo que a personalidad se refiere: De a ratos es agresivo, pero no solo con otros gatos, sino con cualquier otro ser vivo que se le acerque. No todo el tiempo, claro está, pero sus cambios de humor parece que los aprendió de mí por imitación. Y es hasta probable, porque difícilmente exista un gato más amado y consentido que él.

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Hace un rato regresaba de la panadería y me consigo en el garaje a Tesorito, con menos cara de tesorito que nunca. Es un esperpento andante, irreconocible. Tiene menos de la mitad de la cola y una de sus orejas desapareció junto con un ojo.

Asumo que sí se lo llevó la muerte y este la arañó hasta dejarla desfigurada al punto que acabaron por devolverlo. Lo escupió el infierno de sus entrañas y ahora parece regresar a tomar su lugar que fue usurpado por el nuevo gato.

Honestamente no sé qué pensar o hacer. No sé si anunciar su retorno y castrar al otro para que no lo mate. No sé si espantarlo para ahorrarle a mi tía verlo en un estado tan deplorable. Me parece un poco cruel hacer esto último, pero honestamente no creo que pudieran convivir esos dos gatos en la misma casa. Va a terminar alguno de los dos muerto. Es casi seguro.

Aunque la idea que no puedo sacarme de la cabeza es que si el Tesorito ya olió al nuevo gato, debe sentirse engañado. No sé si los gatos pueden llegar a crear las conexiones neuronales para estructurar un pensamiento tan complejo como es el sentimiento de engaño. Lo que sí sé es que pueden sentir celos y por ello sigo pensando en el gato engañado. El gato al que sustituyeron por otro nuevo y más bonito, ese de aire aburguesado y rimbombante.

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