Germán Arciniegas y Simonetta

in #espanol7 years ago

“La belleza de la mujer se halla iluminada por una luz que nos lleva y convida a contemplar el alma que tal cuerpo habita, y si aquélla es tan bella como ésta, es imposible no amarla”. Sócrates
Se cree que Los Medici encargaron a Sandro Boticelli, la ejecución de una obra en honor a Venus, para una de sus tantas villas cercanas a Florencia. El nacimiento de Venus, debió pintarse entre 1482 y 1484. El enorme cuadro, influenciado por la leyenda que cuenta que Venus, diosa del amor, nació de los genitales de Urano, cortados por su hijo Saturno y luego arrojados al mar, la representa como a una adulta emergiendo del mar en una concha. La forma de vulva del nácar, es un símbolo antiguo usado en las esculturas griegas para personificar a Afrodita. Pero… ¿Quién serviría de musa para personificar a la diosa pagana, desnuda? Hacía falta una mujer que pudiera encarnar el amor lujurioso, el placer sensual, pero con delicadas facciones, cercanas a la pureza espiritual. Simonetta Vespucci, la bella Simonetta, fue la florentina elegida por los Medici.

La historia de Simonetta, fue el preámbulo que pica mi curiosidad en la rica tertulia vespertina con un grupo de poetas y escritores, en una panadería de Barquisimeto, Venezuela. Habíamos estado paseando por París y Bogotá, a propósito del reciente regreso de uno de ellos de esas capitales; escuchando sus “primicias”, cuentos que crea con una facilidad enorme. En un punto, le pregunto a otro: “¿Los tiene escrito? Sonríe y me contesta: “No lo creo”. Bogotá es el trampolín para hablar sobre Germán Arciniegas. América Mágica. Las mujeres y las horas, es el libro prometido en calidad de préstamo. “Te encantaría otra fabulosa novela de Arciniegas: Simonetta”, me comentan. Uno de ellos, me regala una cita sobre la belleza, “tú la inspiras”, me dice. Alelada, lo escucho. No logro agarrarla para transcribirla. Comienza una encantadora discusión entre dos. Divertida, los observo. El primero jura que le devolvió a Simonetta; el segundo insiste que no lo recuerda. “Está bien, lo voy a buscar, si me lo dio lo debo tener en la biblioteca”. Al llegar a casa, navego con la esperanza de encontrar algo. Ubicar libros antiguos no es fácil. Algunos ejemplares se venden en línea en dólares y euros, sus costos rondan los 300 $. Ojalá alguien me preste el libro y, yo pueda disfrutar de la atracción que sintió Arciniegas por la bella, a comienzos del 40. Sobre ella apuntó en su Biografía del Caribe: "de la vida de Simonetta podría escribirse una obra no menos fantástica". Dicen que desde entonces, los Vespucci se apoderaron de la existencia de Germán Arciniegas. Faltó poco, según él mismo confesaba, para que en la Universidad de Columbia, donde había sido admitido desde agosto de 1946, se le apodara “Profesor Vespucci. (Germán Arciniegas. Su vida contada por él mismo. Publicaciones Universidad Central, Bogotá, 1990). Yo, de esos amores locos por un personaje, no tengo la cabuya sino el rollo. El enamoramiento es tanto, que -sin dudas- llega a parir una novela o un cuadro.

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