Lucas 23: 44-49
La muerte de jesus
44 Era casi mediodía, y la oscuridad cubrió toda la tierra hasta las tres de la tarde.
45 porque el sol dejó de brillar. Y la cortina del templo se rasgó en dos.
46 Jesús gritó a gran voz: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". Cuando dijo esto, dio su último suspiro.
47 El centurión, viendo lo que había sucedido, alabó a Dios y dijo: "Seguramente fue un hombre justo".
48 Cuando todas las personas que se habían reunido para presenciar esta vista vieron lo que ocurrió, se golpearon los senos y se fueron.
49 Pero todos los que lo conocieron, incluidas las mujeres que lo habían seguido desde Galilea, se quedaron a distancia, observando estas cosas.
Una prueba muy grande para nosotros como cristianos es la obediencia. Obedecer a Dios a pesar de nuestra opinión y criterio, obedecerlo incluso cuando signifique poner en riesgo nuestra moral, nuestra propia vergüenza e incluso nuestra propia vida. Obedecer es colocar nuestra vida para que Dios la use. Obedecer es un gran desafío para nosotros. Porque implica separarnos de lo que somos, ser lo que el Señor quiere hacer de nosotros. Implica actuar contra nuestra propia voluntad para que la voluntad de Dios pueda cumplirse.
Romanos 12: 1-2 dice: "Les ruego, por lo tanto, hermanos, por la misericordia de Dios, que presenten a sus cuerpos un sacrificio vivo, santo, aceptable para Dios, que es su servicio razonable. 2 Y no se conformen a este mundo". : pero sed transformados por la renovación de su mente, para que puedan probar lo que es esa buena voluntad de Dios, aceptable y perfecta ".
Sabiendo esta verdad tan absoluta y reconociendo que la voluntad de Dios siempre es buena y perfecta, nos hace un poco más fáciles de obedecer, porque entendemos que lo que Dios hace con nosotros será para nuestro beneficio, incluso si no lo entendemos.
Jesús nos dio un maravilloso ejemplo de obediencia hasta el final. Él mismo fue obediente a la muerte, y muerte en una cruz, como dijo el apóstol Pablo. Debemos imitar su carácter y someternos a Dios en obediencia, incluso cuando estamos escandalizados de lo que debemos hacer o que afecta nuestra forma de pensar.
Cuando entendemos que nuestra vida como cristianos es un continuo sacrificio a Jehová Dios, quien nos purifica con el fuego del Espiritu Santo el cual es dado a aquellos que lo piden, podemos rendir nuestra voluntad ante El, y permitirle hacer maravillas en nuestras vidas.
Bendiciones!