Recuerdo que una mañana, durante mi viaje en Metro camino al trabajo, iba una pareja en compañía de su pequeña hija a la que le calculé unos 3 o 4 años, más o menos.
El padre y su hija se quedarían en una estación a medio camino, antes de llegar a la estación terminal.
Antes de bajarse, se tomaron unos breves segundos para despedirse. Cada uno lo hizo con un tierno beso.
Pude escuchar que la niña, después de darle el beso a su madre, le dijo lo siguiente:
Adiós mami, cuidado y te comen los monstruos
La madre se quedó sonriente mientras su esposo e hija bajaban del tren. La imaginé disfrutando cada una de las palabras de su pequeña hija.
Y pensé: Qué hermosos deseos y bendiciones tiene esa niña para con su madre.
Me dejó realmente conmovido la forma en que la niña dijo aquellas palabras, pues las dijo con tanto amor y, obviamente, era su forma de decirle a su madre que se cuidara mucho.
Yo acababa de presenciar una demostración más de que la inocencia de un niño, y las maneras de expresar sus sentimientos, son sin lugar a dudas, únicas.
Nuestros chicos en su mundo de juegos y de fantasía siempre encuentran una manera muy particular de transmitir lo que piensan y sienten. Con su frescura y espontaneidad lo logran todo, desde contagiar de entusiasmo a toda una fanaticada, como lo hizo aquél niño que hace unos años atrás bailaba al ritmo de una versión del tema Everybody dance now de C&C Music Factory durante un partido de la NBA, hasta provocar el llanto más conmovedor en el más “pintao” de nosotros.
De igual manera, los niños son sorprendentes para captar o percibir, como verdaderas esponjas, todo lo que sucede a su alrededor, inclusive los sentimientos. Para muestra un botón, les cuento algo que nos pasó en más de una ocasión viendo películas en familia.
Tenía nuestro hijo unos 5 a 6 años de edad. Veíamos una película, de esas con mensajes cristianos y que ponen tu sensibilidad de verdad a prueba. Una escena, por demás conmovedora, nos llegó al alma a mi esposa y a mí, tanto que nos dejó los ojos como decimos en el más criollo venezolano "aguarapaos". Nuestro hijo al vernos pudo percibir y sentir lo que nosotros en ese momento experimentamos, por lo que a él también se le puso el corazón "chiquito" y se acurrucó en medio de los dos llorando también.
Ahora bien, los niños también son capaces de recordar fácilmente frases, cualquiera que sea su naturaleza, o eventos que de alguna u otra manera han captado su atención.
Cuando menos te lo esperas, te sueltan una de las suyas.
En fin, los niños, hoy por hoy, son muy inteligentes y precoces. Por supuesto, sin dejar a un lado su inocencia.
Nosotros como padres debemos estar muy conscientes de ello y poner en práctica con mucha paciencia, tolerancia y sabiduría todas las herramientas necesarias para canalizar e impulsar el desarrollo de estas y muchas más cualidades.
Todo sobre la base de un ambiente de hogar lleno de paz, mucho amor y armonía. Es importante recordar siempre que los padres somos su modelo a seguir y que en el futuro ellos serán el reflejo del hogar que tuvieron.
La niña a la que hacía mención al principio, es una muestra de que sí podemos criar a nuestros hijos enfocados en lograr hombres y mujeres de bien.
Así que debemos seguir enfocados en crear en esta nueva generación de jóvenes la conciencia de la gran responsabilidad que recae sobre ellos como generación de relevo y el papel que juegan en la gran cruzada para construir una sociedad con mayor calidad y calidez humana.