Érase una vez un hombre que tenía mucha habilidad con las manos.
Oficialmente, se dedicaba a reparar autos, pero extraoficialmente era esposo, padre de dos hijos y un soluciónalo-todo, que pasaba inventando herramientas que no existían en ninguna tienda por puro placer.
Ese señor compraba autos de segunda mano, chocados, a veces en estado tan lamentable que sus colegas pensaban que estaba loco.
Pero al pasar el tiempo, cuando el auto quedaba como nuevo, le brindaban homenaje con mucho bullicio.
Ese señor es mi esposo, y esta foto tiene más de 25 años, en la puerta de su taller.
Este fue nuestro primer auto, un Isetta BMW, que algunos llaman “gnocchi” o “huevito”, el cual compró hecho un acordeón porque otro vehículo lo dejó en ese estado.
Mi esposo lo dejó “hecho un chiche” como decimos acá (un juguete).
¡Ah!, yo elegí el color, el cual no es un detalle menor porque es un auto de la década del 60, los únicos verdes que vi eran vehículos policiales en Alemania. Mi esposo no quería, él es maniático de lo original, pero al final, se pintó de verde metalizado, insólito para esa marca y modelo.
Esos son mis dos hijos cuando eran chiquitos, y el auto, a pesar de su tamaño y debido al milagro de la inconsciente juventud (y la otrora delgadez) de ambos (nosotros, los papás), posibilitó que viajáramos los 4 hasta Florida, ciudad que se encuentra a 104,7 km de distancia de Montevideo, la capital del Uruguay, donde vivimos.
Toda una aventura.
Eran otros tiempos, el flujo de tráfico en las rutas del Uruguay de esa época no era ni por asomo el que es hoy, poca gente tenía auto, prácticamente íbamos solos, y nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos, como decía Neruda, ahora no se podría hacer algo así con los controles en el tránsito y las rutas congestionadas como están hoy día, pero lo hicimos, fuimos y vinimos y muy felices.
¡Ah!, en el camino de vuelta se desató una tremenda tormenta, ¡llovían pingüinos de punta!, y nosotros íbamos cantando dentro del auto, los niños no tenían miedo, fue increíble.
Las cosas que uno hace cuando es más joven, no sé si lo haría otra vez… bah, sí, lo haría todo igual, es espectacular poder acordarse de estas cosas que pasaron hace tanto tiempo.
En este momento lo estoy comentando con mis hijos y es increíble comprobar vez tras vez que recuerdan todo con mucho cariño.
Esas son las cosas que valen la pena: la familia, compartir momentos, divertirse juntos, poder recordar todo 25 años después…
Para eso sirve el dinero, para eso sirve buscar hacer dinero, a través de un empleo, desde casa, por internet, como sea, pero con el objetivo de disfrutarlo con los que uno ama.
Eso es libertad y felicidad, lo demás, para mí, es un cuento.
Gracias por compartir tan bello relato
Gracias a vos por leerlo, saludos.
Hermosa historia de vida querida amiga @laudeuruguay, muchas gracias por compartirla
que tengas un gran día
Gracias a vos, @jlufer, disfruta de tu dia donde estes!