The ranch and the real life? -EN-ES-

in #family5 months ago

These are from the reel that for some reason were not all together with the ones I uploaded the other day but they are equally or more beautiful and I wanted to share them with you. The south of the United States is so big and vast that it gives me peace but particularly special, because it is literally being in the middle of nowhere. And that and my sister's life on the ranch there is what I think is the secret to her living so well and happily.

One of the most endearing moments captured is the children running free. Their laughter echoed in the clean, fresh air, a sound so pure and full of joy that reminded me of the magic of childhood. Watching them play carefree, exploring every corner of the ranch with insatiable curiosity, filled me with a deep sense of peace and happiness.

Contact with nature is a priceless gift. In one of the photos, the children are standing by a small stream, watching intently as fish swim and leaves float gently in the water. On their faces you see fascination and wonder, feelings that are often lost in the hustle and bustle of urban life. The connection with the natural environment provides them with a silent but powerful education, teaching them to respect and value the world around them.

Another image shows the children collecting eggs in the chicken coop, an activity that, though simple, is loaded with deep meanings. Not only do they learn about the cycle of life and responsibility, but they also experience the satisfaction of contributing to the ranch chores. This active participation in the daily life of the farm instills in them values of teamwork, discipline and gratitude.

The security of living in a quieter environment is another priceless blessing. One particular photo, taken at dusk, shows the children sitting around a campfire, their faces illuminated by the warm glow of the flames. This moment of calm and family togetherness is a testament to the leisurely and harmonious pace of life on the ranch. Here, far from the noise and distractions of the city, one can enjoy a tranquility that nourishes the soul and strengthens family ties.

At the ranch, children have the opportunity to meet and care for the animals, an experience that enriches their empathy and understanding of the living world. Photos of them feeding the horses, petting the rabbits or laughing as they try to herd the sheep are indelible memories that celebrate the deep connection between humans and animals. This daily interaction teaches them to be more aware and respectful, values they will carry with them throughout their lives.

Each sunrise at the ranch is a reminder of the beauty and serenity of life in contact with nature. The images of the children waking up with the first rays of the sun, ready for a new day of exploration and learning, are a testament to the gift of growing up in such a healthy and stimulating environment. The freedom to run barefoot on the grass, to feel the earth beneath their feet and the wind on their faces, is something that can hardly be experienced in the city.

At the end of the day, when the stars begin to shine in the vast Texan sky, you can see in the photos the peace that envelops the ranch. The children, exhausted but happy, snuggle under the blankets, secure in the knowledge that they are safe and surrounded by love.

Visiting my sister's ranch was an experience that reminded me of the importance of living in harmony with nature and appreciating the simple and essential things in life. Watching children grow up in such a pure and beautiful environment is a privilege that nourishes the body and spirit, and these photos are a treasure that testifies to the beauty of that more natural life, less polluted by the modern world.


Spanish version


Estas son del carrete que por algun motivo no estaban todas juntas con las del otro dia que subi pero son igual o mas lindas y las queria compartir con ustedes. El sur de Estados Unidos es tan grande y basto que a mi me da paz pero particularmente especial, porque es literalmente estar en medio de la nada. Y eso y la vida de mi hermana en el rancho alli es lo que creo es el secreto para que viva tan bien y feliz.

Uno de los momentos más entrañables capturados es el de los niños corriendo libremente. Sus risas resonaban en el aire limpio y fresco, un sonido tan puro y lleno de alegría que me hacía recordar la magia de la infancia. Verlos jugar sin preocupaciones, explorando cada rincón del rancho con una curiosidad insaciable, me llenó de una profunda sensación de paz y felicidad.

El contacto con la naturaleza es un regalo invaluable. En una de las fotos, los niños están junto a un pequeño arroyo, observando atentamente cómo los peces nadan y las hojas flotan suavemente en el agua. En sus rostros se ve la fascinación y el asombro, sentimientos que a menudo se pierden en el ajetreo de la vida urbana. La conexión con el entorno natural les brinda una educación silenciosa pero poderosa, enseñándoles a respetar y valorar el mundo que los rodea.

Otra imagen muestra a los niños recogiendo huevos en el gallinero, una actividad que, aunque sencilla, está cargada de significados profundos. No solo aprenden sobre el ciclo de la vida y la responsabilidad, sino que también experimentan la satisfacción de contribuir a las tareas del rancho. Esta participación activa en la vida diaria del campo les inculca valores de trabajo en equipo, disciplina y gratitud.

La seguridad de vivir en un ambiente más tranquilo es otra bendición inestimable. Una foto en particular, tomada al atardecer, muestra a los niños sentados alrededor de una fogata, sus rostros iluminados por el resplandor cálido de las llamas. Este momento de calma y unión familiar es un testimonio del ritmo pausado y armonioso de la vida en el rancho. Aquí, lejos del ruido y las distracciones de la ciudad, se puede disfrutar de una tranquilidad que nutre el alma y fortalece los lazos familiares.

En el rancho, los niños tienen la oportunidad de conocer y cuidar a los animales, una experiencia que enriquece su empatía y comprensión del mundo vivo. Las fotos de ellos alimentando a los caballos, acariciando a los conejos o riendo mientras intentan pastorear a las ovejas, son recuerdos imborrables que celebran la conexión profunda entre humanos y animales. Esta interacción cotidiana les enseña a ser más conscientes y respetuosos, valores que llevarán consigo toda la vida.

Cada amanecer en el rancho es un recordatorio de la belleza y la serenidad de la vida en contacto con la naturaleza. Las imágenes de los niños despertando con los primeros rayos del sol, listos para un nuevo día de exploración y aprendizaje, son un testimonio del regalo de crecer en un entorno tan saludable y estimulante. La libertad de correr descalzos sobre la hierba, de sentir la tierra bajo sus pies y el viento en sus rostros, es algo que difícilmente se puede experimentar en la ciudad.

Al final del día, cuando las estrellas comienzan a brillar en el vasto cielo texano, se puede ver en las fotos la paz que envuelve al rancho. Los niños, exhaustos pero felices, se acurrucan bajo las mantas, con la tranquilidad de saber que están seguros y rodeados de amor.

Visitar el rancho de mi hermana fue una experiencia que me recordó la importancia de vivir en armonía con la naturaleza y apreciar las cosas simples y esenciales de la vida. Ver a los niños crecer en un entorno tan puro y hermoso es un privilegio que nutre el cuerpo y el espíritu, y estas fotos son un tesoro que atestigua la belleza de esa vida más natural y menos contaminada por el mundo moderno.

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