Fausto. Capitulo 1

in #fiction6 years ago

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La aparición del ángel de la muerte


“Este es definitivamente la tierra sin tiempo, donde los días no mueren y si mueren no sabes cuándo renacen, aquí donde yacen los cadáveres de la libertad y los deseos de cientos de personas que vivieron sus vidas con ilusiones y que ahora solo viven al contraste de un uniforme naranja”. Estos eran los pensamientos de Fausto, un descabellado científico que vivió toda su vida al servicio de la milicia terrestre pero que ahora era el trofeo de los “Mosa" una raza alienígena que vivía de la guerra y de la conquista de nuevas tierras.

¡Trabajen! - Se escuchó resonar una voz que rebotaba desde el fondo de aquellos pasillos cubiertos de hierro, todos sabían que venia del capataz “Crepi”, este era otro Mosa que se encargaba de vigilar que el ganado (Así le llamaban a los secuestrados de los diferentes planetas conquistados) hicieran su trabajo. El miedo invadió las células de todos y fueron progresivamente aumentando su ritmo, no importaba su cansancio, sus desgastes, no importaba que sus piernas se encontraran al limite, que sus dedos poco a poco cedieran ante el peso de cargar esos grandes bloques de oro, para ellos solo importaba sobrevivir, de no ser los siguientes en la tabla de ejecución que se exhibía en medio del patio de trabajo, donde aún se apreciaba el cuerpo mutilado del último que decidió tomar descansos durante las horas de trabajo.

¿Tu hozas retarnos a nosotros, los emperadores de esta galaxia? – Pregunto Crepi a un hombre de piel pálida, cabellera blanca, contextura delgada y estatura de alrededor 185cm, que postrado de medio lado en el suelo sostenía su cabeza con la mano izquierda y con la derecha se hurgaba en la nariz en busca de alguna secreción. En ese momento el sonido incesante de los picos que impactaban contra el oro dejaron de sonar, y todos los reos, voltearon con algo de temor a ver lo que sucedía.

De lo único que ustedes pueden ser emperadores son de mis cojones arrugados – Reviro aquel sujeto embozando en él una sonrisa un poco lunática y siniestra, mientras sus ojos se cerraban despreocupado ante la presencia de Crepi. Este era un tipo de respuesta que jamás en sus 500 años de historia invasora se había suscitado en ninguna de los puntos de concentración de los Mosa, y con justa razón, nadie en Susano juicio sería capaz de dar oposición a criaturas de 3 metros de estatura, que se valían de una gruesa armadura callosa tan dura como la piedra de color azul la cual ellos llamaban piel, de ojos finos de escalera roja y pupilas doradas que parpadeaban a lo vertical, que adornaban aquel cráneo ovalado que terminaba en la inmensidad de su boca carentes de labios pero que al hablar daban a relucir aquellos cientos de dientes afilados que sin dudas desgarrarían cualquier tejido.

¡Cállate Fausto, harás que nos maten a todos! – Resonó el grito de uno de los reos al ver la mirada indignada de Crepi, el cual sin mediar más palabras había lanzado un zarpazo con sus manos que parecían garras. No estaba dispuesto a soportar la insolencia de nadie, y menos de los humanos los cuales sin su tecnología eran simplemente ratones a merced de águilas como ellos.

¿Cómo fuiste capaz de hacer eso? – Dijo el capataz mientras todos miraban con asombro su brazo caer a metros de él. – Hablas demasiado, pequeña ratica – Respondió Fausto quien lanzaba una carcajada retorcida en forma de burla al dolor que sentía Crepi al ser mutilado por aquella Hoz láser, la cual precavidamente escondía dentro de su uniforme. Nadie supo cómo, ni cuando había sido creada aquella arma tan discreta que se retraía a un tamaño tan pequeño, lo único que todos podían ver, era lo que estaba a simple vista, un hombre con aparentes trastornos que se oponía a la raza más poderosa que había tenido lugar en los últimos siglos.

Bueno, es momento de acabar con tu miserable vida – Balbuceo Fausto al momento de abanicar su Hoz que destellaba una luz de color azul la cual termino tasajeando el cuerpo ya sin vida de aquel Mosa, el cual luego de una vida gloriosa había caído ante las manos de un inservible humano. Ante aquella insubordinación las leyes eran claras, la ejecución y erradicación de todo el ganado, era la medida a tomar, por lo que todos sabían, ya sus esperanzas de vida se reducían, todos esperaban que se inyectara aquel veneno que se escondía entre las bisagras de aquellos collarines de control que abrazaba sus cuellos, pero en vez de eso solo escucharon el sonido del metal al tocar el suelo. Al fin eran libres y no pudieron creerlo hasta que vieron frente a ellos una gran pantalla holográfica destellar con un comunicado escrito en el centro de cada pasillo de aquel sitio:

“Este centro ha sido tomado por las manos del “Grupo Z”: Queridos reos, sus collares han sido hackeado y desactivados, y en las puertas a los laterales del patio de concentración encontraran las armas necesarias para todos. Hoy la libertad ha tocado nuestra puerta, es momento de hacer caer la dictadura cobarde y sanguinaria de los Mosa, es hora de sublevarnos y hacer resonar el mensaje de esperanza entre los tantos campos de concentración, así que amigos alcen su voz y presten su fuerza para terminar con esta esclavitud que nos agobia a todos.”

Comentarios del autor:

De verdad querida comunidad espero que esta historia sea de su agrado, quizás no soy el próximo George R. R. Martin, pero en serio quería retomar esta pagina luego de caer en la depresión de ver que mis publicaciones realmente no estaban dando en el clavo, pero bueh, esas son cosas que nos pasan a todos al menos una vez en la vida y hoy vine con ganas de conseguir la forma y la manera de llegarle a todos, asi que espero sus comentarios con todas las criticas constructivas que me puedan ofrecer para mejorar.