Yo no quería ser docente

in #formacion7 years ago (edited)


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Saludos amigos Estimianos, en estos tiempos de profundas reflexiones y cambios, me hice consciente de que yo no quería ser docente. Escribir esto me sirvió de espejo. Espero sus comentarios, siempre es enriquecedor compartir.

Aprender de la mano de otros.

Acompañar los pasos de otros sin proponérmelo, se convirtió en un sentido para mi vida. Siempre recuerdo un amigo que decía que “uno consigue su destino en el mismo camino que escogió para evitarlo”. Y así parece que pasó. Yo no deseaba ser docente, consideraba que no era ejemplo para nadie. Pero la vida me llevó hasta ahí, recuerdo cuando le entregué mi currículo a aquel hombre moreno sonriente. En mi mente repetía cual mantra que “que no me contraten, que no me contraten no quiero ser ejemplo para nadie”… y me contrataron, me quedé mirando el mar y también viajando dos veces por semana a un pueblo precioso llamado Cumanacoa (Estado Sucre. Venezuela).

En Cumanacoa podía respirar el aire puro, encontrarme con la bondad de la gente. En esa carretera algo irregular y húmeda aprendí a manejar. En un viaje de casi una hora para ir y otra para volver, me acompañaban muchos amigos, especialmente Cultura Profética, Gualberto Ibarreto, Bob Marley, Rubén Blades, Silvio Rodríguez, Sabina, Kin Changó, Habib Koite, One Chot, Drexler, Cerati, Rubén Blades,Mc Klopedia, Celia, Gilberto Gil, Calle 13… y podía saludar a un árbol ancestral al que siempre le pedía su bendición. Verlo me daba paz y me reconfortaba, de hecho añoraba su encuentro mientras me inventaba historias de excursiones en esa verde geografía con pequeñas caídas de agua y un río que acompañaba la ya cotidiana travesía.


[Fuente] https://pixnio.com/es/plantas/arboles/bajo-un-gran-arbol-arbol-de-bosque-nubes-cielo

Si que fue un viaje ir Cumanacoa, aprender a manejar en esa estrecha e irregular carretera, disfrutar de la naturaleza que me permitía un respiro de la realidad de mi casa: el vértigo de la inminente partida de mi abuela con quién me crie y en esos tiempos agonizaba. Ese sufrimiento se borraba por completo cada día que emprendía ese camino lleno de personas maravillosas y estudiantes que cambiaron mi vida. Ahora que lo veo en retrospectiva fue una manera de crecer.

Entre muchos estudiantes con sus historias (ojalá pueda escribirlas todas) tuve un estudiante de avanzada edad que era albañil, llegaba a clases en una deteriorada bicicletica siempre tan comprometido con su futuro y el de sus añorados estudiantes. Aún conservo cada uno de sus escritos y también atesoro muchas conversaciones. Sobre todo le encantaba discutir acerca del libro de Carlos Skliar “Y si el otro no estuviera ahí”. Cuando se ponía nerviosos o se emocionaba carraspeaba su garganta. A pesar de lo que pudiésemos considerar como limitaciones, este señor estaba siempre dispuesto a ir más allá, siempre con empeño y una pasión infinita. Sin embargo yo, mucho más joven, sin cambios en la fonación cuando me asustaba y llegando hasta allá en mi carro en buen estado, trabajando en el sitio que para aquel tiempo era el deseo de muchos no consideraba que la docencia fuese mi camino.


[Fuente]https://pxhere.com/vi/photo/767641

A decir verdad, ese deseo de ser docente yo nunca lo tuve, a pesar de que me recuerdo de niña dándole clases a los peluches mientras rayaba con tiza el clóset de mi habitación, que en ese momento se convertía en pizarra y aunque no tenía un verdadero borrador, me lo imaginaba. Recuerdo que tuve maestros y profesores muy buenos y que en mi vida marcaron una gran huella, recuerdo con mucho amor a la estricta pero amorosa y aleccionadora Maestra Sonja la chilena. Ella apostaba al ser integral hablaba de los derechos, de cumplir las normas, de la música, del desarrollo, del pentagrama, de los números, de la benditas tablas de multiplicar (de las peores cosas que me pasaron en mis primeros años de vida). Al profesor Gustavo que con mucho amor nos enseñaba ciencias naturales, siempre con una sonrisa, ahora comprendo que habían en él ciertas ideas en pro de transformar el sistema, ¿Qué verdadero profesor puede vivir sin tenerlas?

En el liceo me cautivó María, la teacher de inglés, un ser con tanta pasión, fuerza espiritual y un gran deseo de enamorarnos del inglés entre música, sonrisas y empatía. Aun cuando tengo la dicha de verla por la calle mi alma se llena de regocijo. También el profesor Lucich quien enseñaba con infinito respeto al proceso de cada uno, aprendió a escribir al revés para acercarse al pupitre de cada uno para juntos poder ir desarrollando el ejercicio. Así también me encontré en el ciclo diversificado con el Profesor Pedro quien tuvo la capacidad de cambiar las creencias que tenía acerca de la Educación Física y de mí misma por un trauma vivido en la escuela. Él me nombro delegada de deporte (a mí que siempre obtuve en Educación Física mínima nota a aprobatoria gracias a los dos puntos de “rasgos” que obtenía en mi desempeño en las demás materias) Me propuso vencer mis límites haciéndome consciente de que tenía miedo. Carmen, también de matemáticas, puntualizó la importancia del rigor en el momento de investigar.


[Fuente]http://www.ruv.is/frett/famennur-hopur-lanthega-faer-haerri-namslan

En la Universidad comencé varias carreras - de lo que no me arrepiento porque cada una me dejó un aprendizaje¬- hasta llegar a mi “destino”. Comencé estudiando Educación donde Alecha me escuchaba como un igual y me alentaba a seguir mi sueño de irme a Caracas. Mientras lograba mi meta debía estudiar, como Educación “no era lo mío” me cambié a Trabajo Social, en esta nueva carrera conocí a una profesora (no recuerdo su nombre) que desde lo femenino conquistaba ese espacio tan lleno de lo masculino. Me dijo que debía tener respeto por lo que hacía, por lo que estudiaba, que finalmente era por mí misma, no era suficiente rendir académicamente sino que no debía traicionarme.

Finalmente, o mejor dicho para comenzar, me fui a Caracas a estudiar Psicología, conocí a Oswaldo Villalobos quien fue mi inspiración para estudiar Filosofía, sus clases eran mágicas, me invitaba a cada instante a pensar en cosas insospechadas, era como caer en el agujero del conejo. Sumergirme en el pensamiento de su mano fue una gran experiencia. Aún recuerdo el olor de la oficina de ese viejo brillante quien me enseño también de lo humano, que la muerte llegaba solo cuando dejábamos de honrar y que mis ancestros vivirán siempre en mi mientras los recuerde. Con Arlín pude ver que a pesar de ser la peor de su clase, ella me escuchaba con infinito amor y procuraba orientar mi camino con mucho respeto.

Y me fui a la UCV, entre esculturas, acogedores lugares, una piscina, un ambiente bohemio, el sonido de berimbau, un pasillo lleno de libros; tuve profesores de lujo. Sin embargo, hubo dos que marcaron mi vida: Luz Marina Barreto, quien me llevó a pensar nuevamente en aquello en lo que nunca pensamos. Recuerdo cuando nos dijo en clases que haríamos si dormidos en nuestro sofá sentíamos que nos miraba un pequeño y extraño hombrecito verde. (Creo que nos quería hablar del Genio Maligno Cartesiano). Ella nos presentaba los grandes descubrimientos y las aventuras del pensamiento como algo apasionante, esencial y una posibilidad de todos los seres humanos. Y el profesor Tulio que ha sido para mí una Escuela. La humildad hecha ser humano, una mezcla de google con nobleza. De los seres más solidarios, de las almas más puras que he tenido la dicha de conocer. Su entrega al pensamiento, la invitación a reflexionar en cualquier momento. Uno de mis momentos favoritos era tomar café con galleticas a las 4 pm mientras le dábamos un matiz de profundidad a la cotidianidad. También compartimos algunas cervezas y pensando deshacíamos y volvíamos a construir el universo. Es impresionante como rápidamente comprende mis ideas, como todavía por teléfono podemos filosofar, que manera tiene de leer mi mundo interior y no solo el mío sino el de todos sus muchachos (ya no tan muchachos) siempre invitándome a pensar desde el respeto por mis ideas y las de los demás (duro trabajo este, pero material para otro post).

Ante este panorama, ser docente me parecía un oficio para extraterrestres, yo suponía que debía ser un ejemplo y con los precedentes que tengo como una impronta en mi ser, sería una ardua tarea. Tamaño compromiso para una muchacha que había pasado toda su vida maravillándose ante el mundo, viendo los nuevos descubrimientos, sonriendo ante la poesía, los atardeceres, las guacamayas y "La maternidad" de la Ciudad Universitaria de Caracas, con el olor a mar en la piel y con ganas de caminar por el mundo.

Sin embargo, como diría Benedetti “no sé cómo ni con que pretexto" me descubrí maravillada habitando un nuevo camino, mi camino. El de la honra de todo lo que aprendí de esos seres que cultivaron mi hacer. Acompañando las búsquedas, encuentros y desencuentros de mis estudiantes; que también son mis propias agonías. Sus maneras de concebir el mundo, han sudo invitaciones a experimentarme en la vida...

Espero hayan disfrutado este viaje a mi interior, que quizás tenga alguna semejanza con alguno de sus viajes.

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Me gustó mucho tu texto, @libelulaerrante. Entre el ensayo y la crónica, nos ofreces unas sentidas y acertadas reflexiones sobre el gran rol que juega en nuestra formación la presencia influyente de ciertos docentes. Si bien podríamos decir, parafraseando la expresión popular, "¡por ella aunque mal pague!", me parece muy valioso este descubrimiento de tu "vocación" educadora. Saludos.

Gracias @josemalavem por tu comentario. Este texto ha sido un viaje interesante... Ser docente se ha convertido para mi en un valioso espacio de autoindagación y descubrimientos; volver la mirada hacia mi misma de la manos de varios observadores.