Ataca el calor con toda su furia, en la casa ya no queda ningún rincón donde refugiarse; en otra época hubiese encendido el vehículo y me instalaría en la playa, pero sin gasolina, y con el virus atacando en las calles, me sentía acorralado.
Cuando más picaba el sol, por esa magia impredecible del trópico, comenzó a nublarse el día; tronó muy fuerte y un rayo espantó a los perros, pero ni siquiera eso despertó a mi mujer que había pasado toda la noche en vela.
Fuente
Se desprende entonces un diluvio universal en Carúpano, cuyo epicentro es mi casa. Muere el calor, la canal se desborda, y construye una fuente cristalina; sucumbo ante ese encanto, me quitó la ropa, me siento en una banqueta y disfruto de su caricia.
Las láminas de zinc del patio semejaban una ametralladora en plena guerra atacadas por las gigantescas gotas de agua.
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Se levanta mi bella durmiente, me pregunta:
-¿Está lloviendo?
La risa y la lluvia hacen un coro. Destapa una botella de ron, sirve dos copitas, pone la botella en la mesita de noche, ahora la cama reclama cobijas, la lluvia arrecia, la botella relumbra en la habitación, y nos quedamos así, muy juntos, en una cuarentena abrumadora.
Curador: @Mariale07
Muchísimas gracias, amigos de fuerza hispana.
Este tipo de estímulo es muy importante para todos los escritores que estamos tratando de abrirnos paso en esta red.
Excelente lo felicito por regalarnos estos fragmentos reales con tan buen final
Excelente. Debes haber gozado un mundo metido debajo de ese chorro de agua. Lindo texto. Felicitaciones. Abrazos.
Ja ja, si, mi cascada particular.
Gracias por tu lectura.