Desde el 2004 soy transplantada renal. Mi calidad de vida mejoró del cielo a la tierra. Recuperé peso (más del que quería jaja), tengo más fuerza para realizar actividades, me siento más libre.
Mi tratamiento es de por vida, debo tomar medicinas calificadas como de alto costo. Se tratan de inmunosupresores que como su nombre lo dice, suprimen el sistema inmunitario. Las defensas de nuestro cuerpo son como la policía, están patrullando constantemente a ver qué cosa rara encuentran para "controlarla".
En el caso del organo trasplantado, aunque se busca que sea compatible con el paciente que lo está necesitando, no deja de ser un cuerpo extraño. Es por esto, que una vez eres operado, es necesario que tomes estos medicamentos por siempre. Ellos ayudan a "debilitar" la policia. Si mis defenseas funcionaran como las tuyas, que eres una persona totalmente sana, mi riñon sería destruido y volvería a presentar una falla renal.
Ser inmunosuprimido tiene sus cosas malas: soy propensa a muchas enfermedades oportunistas y debo cuidarme absolutamente de todo. En una oportunidad, uno de esos fármacos me causó toxicidad y tenía unos temblores parecidos a los que experimentan las personas con parkinson. Fue dífícil, pero mi médico descubrió la dosis correcta y ahora estoy mucho mejor.
Estos medicamentos son otorgados por el gobierno pero como ustedes ya saben, la situación también le ha tocado la puerta al Seguro Social. Varios compañeros (así nos llamamos entre trasplantados) han fallecido porque el seguro no está entregando las medicinas. Yo llevo 5 meses sin recibir estos vitales medicamentos. Gracias a Dios y a la bondad de muchas personas, he tenido la oportunidad de conseguir mi tratamiento seguro hasta mayo.
Vivir de esta forma es muy estresante. Cada mes que debo acudir al seguro para ver si llegaron los medicamentos, me invade el nerviosismo de saber si estarán o no, casi siempre no tengo la suerte de conseguirlos. He recurrido a tomar pastillas vencidas y aunque antes me sentía culpable por hacer eso, es algo que entra dentro de mis actividades de supervivencia.
A pesar de esto, soy afortunada. Aún conservo mi injerto en buen estado y de una u otra forma, logro conseguir lo que requiero diariamente para tener una estabilidad en cuanto a salud se trata. Otras personas no cuentan con lo mismo. Los hospitales cada vez se llenan más de personas enfermas y a punto de morir por cosas que en otro país son absurdas.
La comunidad internacional tiene que hacer algo para presionar a este gobierno a buscar las medidas necesarias para revertir esta locura. En el grupo de trasplantados, nos ayudamos con lo que podemos. Cuando sufrí la intoxicación, mi médico me aconsejo cambiar de medicación y tomar una dosis distinta. Todo el tratamiento que tomaba antes lo doné a varios pacientes que hoy por hoy siguen estrando en contacto conmigo.
En Venezuela es casi imposible llevar a cabo este tipo de intervención quirurgica por los altos índices de insalubridad y falta de medicinas básicas. Se han llevado a cabo miles de reuniones, maniestaciones, huelgas pero como todo lo que pasa aquí... nadie hace nada. Lo único cierto es que quienes no encuentran a su angel guardian que les brinde una ayuda, corren con la peor parte: morir en condiciones inhumanas.
Una consulta vale un salario mínimo, una caja de estos medicamentos de alto costo vale casi 5 o 6 salarios mínimos, lo que hace que sea imposible acceder a ella porque no es lo único que tomamos o necesitamos cubrir económicamente hablando.
Gracias a mi hija @ladaural, quien me enseñó sobre Steemit, he podido transformar mis recompensas en la plataforma para comprar algunos medicamentos. He estado explicandole sobre esta plataforma a mis demás compañeros para que en ella encuentren una forma de alzar su voz así como un ingreso extra para costear sus gastos médicos, la cosa no está nada fácil.