En un gran bosque, donde el sol iluminaba los senderos y el viento susurraba entre las hojas, vivía una pequeña hormiga llamada Lila. Era trabajadora y siempre salía en busca de alimento para su colonia.
Un día, mientras exploraba, encontró un grano de arroz blanco y brillante. Su corazón saltó de alegría.
—¡Esto será un gran banquete para todos! —pensó emocionada.
Se acercó, lo tocó con sus patitas y trató de levantarlo. Hizo fuerza con todas sus energías, pero el grano era demasiado pesado para ella sola.
—¡Nunca podré llevarlo hasta el hormiguero! —suspiró desanimada, bajando sus antenitas.
Pero justo cuando estaba a punto de rendirse, aparecieron sus amigas hormigas.
—¿Por qué estás tan triste, Lila? —preguntó una de ellas.
—Encontré este grano de arroz, pero no puedo cargarlo sola… —respondió ella, sintiéndose frustrada.
Las demás hormigas sonrieron.
—¡Nosotras te ayudamos! —dijeron al unísono.
Y así, entre todas, levantaron el grano y lo llevaron en fila, avanzando con esfuerzo pero con alegría. Juntas, lograron transportarlo hasta el hormiguero.
Cuando llegaron, la reina hormiga las felicitó:
—Este es un gran alimento para toda la colonia. ¡Lo lograron juntas!
Lila miró a sus amigas con gratitud y entendió algo muy importante: a veces, los desafíos son demasiado grandes para enfrentarlos solos, pero con ayuda y trabajo en equipo, podemos lograr lo imposible.
Desde aquel día, cada vez que una hormiga encontraba algo pesado, no dudaba en pedir ayuda. Y así, la colonia se hizo más fuerte, más unida y más feliz.
Moraleja: Con ayuda y trabajo en equipo, podemos lograr cosas que parecen imposibles.