Este es un artículo muy interesante y a la vez aterrador que una personas encontrará en el ese oscuro mundo que llamamos internet. En este contexto las personas pueden ser extremadamente crueles y no tener ningún tipo de remordimiento. Lean esta historia y deléitense con este suceso:
La confesión de Aurelio
A las diez de la noche, Aurelio fue sacado de su celda por un guardia regordete, que lo arrastró de manera nada delicada a través del pasillo oscuro de aquella pequeña comisaría, hasta un pequeño cuarto donde aguardaba el comisario Castillo y el inspector López. Lo arrojaron de forma brusca en la silla, mientras los tres oficiales se colocaban frente a él de forma amenazante…
-Es hora de que tengamos una pequeña conversación, pedazo de escoria… - Dijo el comisario, visiblemente disgustado mientras se sentaba en la otra silla que estaba justo frente a Aurelio, una mesa estaba en medio de los dos…
- Conozco bien mis derechos oficial Castillo. Incluso mejor que usted. Me acusan de un crimen sin ninguna prueba. Estoy retenido sin ningún cargo, y a pesar de que estuve allí en ese momento, no hay manera de que me culpen de esas muertes. Ellos lo hicieron por su voluntad. Incluso si me llevan ante un juez, tendrán que liberarme a la brevedad. Pierden su tiempo. Mañana estaré de nuevo en las calles…
-Déjenos solos Mijares… - Le dijo el inspector López al rechoncho oficial que había trasladado al sospechoso…
-Lamentablemente tiene usted razón Aurelio. Yo lo sé, y mi querido inspector López también. Es por ello, que no permitiremos que usted se salga con la suya. Mañana al amanecer, usted no estará respirando…
-¡Ja,ja,ja! Finalmente mi hora ha llegado. Me parece lo más inteligente oficiales. Aquí entre nos, si salgo, lo volveré a hacer…
-Lo sabemos… - Interrumpió López con tono indignado. Lo que no sabes, es cómo va a terminar la historia. Veo que no temes a la muerte, pero estoy seguro de que temes al sufrimiento. Se nota en tu mirada de sabelotodo debilucho. El hermano de una de las chicas que murió en ese suicidio masivo, se encuentra casualmente, detenido en esta comisaría. El hombre confesó haberle arrancado el cuero cabelludo a un tipo que le debía dinero. Lo atrapamos anoche, y nos tomamos la libertad de decirle que “su majestad” está recluido en este centro. Está muy deseoso de tener un compañero de celda, y creo que podrías ser tú Aurelio… ¿No cree usted comisario?
-Desde luego. Pienso exactamente lo mismo. Ahora bien Aurelio, hay una segunda opción. En lugar de lanzarte a ese psicópata para que te destroce lentamente en mil pedazos esta noche, te ofrezco una muerte rápida y tranquila. Yo personalmente te pondré una bala en la cabeza. ¿Qué te parece?
-Pues… A decir verdad, la opción número uno suena muy entretenida. Sin embargo, estoy algo cansado para luchar con un delincuente violento de 110 kg, así que tomaré la segunda opción. A ver Castillo, ¿Qué quiere usted a cambio?
-Estoy seguro de que sabes la respuesta… - El comisario se fue encima de Aurelio y lo tomó por el cuello con fuerza, agitándolo mientras hablaba… -Quiero saber cómo lo hiciste… Quiero saber cómo lograste que 83 personas se quitaran la vida en pleno centro comercial y quiero saber en dónde están los cuerpos de esas cinco niñas que esos locos mataron antes de ir allá. Dímelo ahora y tu muerte será rápida…
Efectivamente unos días antes, la noticia del momento fue que un grupo religioso de 83 personas se quitó la vida en pleno centro comercial, luego de confesar haber desaparecido a 5 niñas en tributo a “Su majestad” Aurelio.
Luego de solicitar una taza de café como única condición, la desalmada mente maestra comenzó a relatar la historia de su crimen…
Lo primero que puedo notar oficial, es que usted y su compañero están asombrados por mi proeza, cosa que alimenta mi ego, debo decir. Estoy agradecido de que reconozcan mi talento. Sin embargo, me da la impresión de que lo consideran algo dificultoso. Para nada lo es. El ser humano, es la criatura más manipulable que puede existir. Se jactan de su inteligencia pero al fin y al cabo, son simples animales. Primitivos monos que viven de sus emociones y necesidades primarias, y que por alguna razón, se creen más especiales que el resto de las especies.
Dicho esto, debo dirigirme a los hechos que cautivan su curiosidad detectivesca. Todo se puede resumir en una frase. Si haces que alguien crea realmente en algo, ese alguien hará lo que sea por dicha creencia.
Si me preguntan por qué lo hice, no tendré mucho que decir. La realidad, es que fue por aburrimiento. Lo hice porque puedo. La verdad me encanta explotar la idiotez de la raza humana.
Todo comenzó una fría mañana de Enero, yo caminaba sin rumbo por la calle y me topé con una iglesia. La gente cantaba alabanzas al señor, mientras un muchacho pasaba puesto por puesto, recolectando la limosna. Justo en ese momento, tuve la idea de hacerlo. ¿Para qué conformarme con matar prostitutas de una en una, cuando podía aniquilar a unas cuantas personas al mismo tiempo? Ups, no debí haber dicho eso. Omitan la parte de los asesinatos, por ese crimen no me están juzgando, ¿no?...
El comisario interrumpió asombrado… - ¿Quieres decir que tu eres también el culpable de la muerte de aquellas prostitutas desaparecidas?
-Eso es tema para otro momento pero, si. Yo lo hice. No están grabando esta conversación, ¿Verdad? Creo que no. Volvamos a la historia de mi religión y luego podrá matarme con gusto…
Tan pronto como decidí formar mi propio credo, en el cual, yo sería un profeta tocado por el poder supremo, y encargado de ofrecer la verdad al mundo, y bla bla bla, me di cuenta de que necesitaba seguidores. Para obtenerlos, debía ser una persona confiable. Alguien nada peligroso, simpático y amigable pero, lo más importante. Debía ser alguien empático, que comprendiera a la gente de corazón.
Comencé a trabajar de voluntario en una fundación para personas con problemas de alcohol. ¿Por qué allí? ¿Dónde encontraría almas más débiles y perturbadas?
Poco a poco, hice amistad con gran parte de los pacientes. Les brindé una mano amiga con quien desahogarse. Me di cuenta de que su mayor problema era la sociedad. Su entorno los juzgaba por sus defectos, sin haber pasado nunca por una experiencia así. Por alguna razón morbosa, ustedes los humanos, disfrutan ver a otras personas pasar malos momentos. Tal vez juzgar a otros los hace olvidar sus propios defectos.
Para no extenderme demasiado, les diré cómo logré cautivar a mis feligreses. Mientras escuchaba atentamente a sus problemas, fui haciendo una lista de argumentos que podía usar a mi favor, y dado el momento, comencé a hablar de mis propias ideas y creencias. Las cuales se adaptaban perfectamente a lo que esas ingenuas personas estaban padeciendo.
Paso a paso, comencé a sembrar en ellos la semilla del mal. Les hice creer que sus problemas no eran a causa de ellos mismos, sino de la sociedad. Al fin y al cabo, ellos los juzgaban. La sociedad corrupta era quien los rechazaba y los empujaba hacia ese camino de vicio y debilidad. La sociedad fue creada por Dios. Él era el problema.
Desarrollé mediante diversas técnicas muy simples, el don de la oratoria y aumenté con velocidad mis habilidades de programación neurolingüística. De esa forma, mi comunicación era plenamente efectiva. Mi discurso era impecable. Una vez tuve su atención y confianza, les di un enemigo que odiar. A Dios.
Sembré la duda en sus confundidos corazones. Si Dios es amor, ¿Por qué no los amaba? ¿Si es todopoderoso, por qué no los ayudaba? Lentamente los convencí de que todo era un fraude creado por la sociedad. Cualquier error que yo cometía ante ellos, lo justificaba con Dios o con la sociedad, y lo usaba para que su odio hacia su enemigo creciera, mientras su confianza hacia mí aumentaba. Comencé con unos diez seguidores, rápidamente fueron aumentando, ya que los entrené para hablarle como yo les hablaba, a personas que padecían lo mismo que ellos. Al poco tiempo, éramos una secta respetable.
Lo más importante que deben tomar en cuenta oficiales, el día que quieran formar una secta policiaca o un partido político (ja,ja,ja) es que el líder, debe proveer a sus seguidores con una sensación de pertenencia, que es totalmente indispensable. Esa idea de exclusividad; de que eres parte de algo a lo que los demás no tienen acceso, es lo que hace que cualquier ideología política, religión, o inclusive sistema de ventas piramidales, tenga éxito.
Una vez que mi nueva religión estuvo consolidada, y que mis seguidores se habían convertido en fieles ovejas, incapaces de cuestionar. Me dediqué a privarlos de cualquier otra información que no fuera la que yo les proveía. Compré una propiedad abandonada de bajo valor, y me llevé a mis seguidores a vivir conmigo. Los convencí de que su misión era mantenerme a gusto, y cabe destacar que compré la granja con el dinero que ellos me dieron gustosamente.
Finalmente cuando estaban totalmente aislados de la sociedad, les dije que el mundo necesitaba un escarmiento. Les dije que Dios debía ver morir a sus hijos para comprender que debía hacer un cambio en el mundo y bla bla bla. En fin, la única solución era que todos fuésemos a un lugar público y nos quitáramos la vida allí. Para ustedes que lo están escuchando en este momento, suena totalmente absurdo. No obstante, dicho de mi boca a mis feligreses, era la verdad incuestionable.
Para hacerles el cuento corto, los engañé para que se cortaran el cuello, todos y cada uno en ese centro comercial al mismo tiempo, como si hubiese sido un flashmob. ¡Fue épico! Solo que obviamente, yo no seguí la coreografía. Así que, eso es todo. El resto de la historia ya la conocen. Como dije antes, es muy sencillo manipular al ser humano. Incluso a ustedes, que son oficiales entrenados. Los acabo de manejar a mi antojo…
-¿De qué demonios hablas cucaracha? ¡Deja de decir tonterías y dinos en dónde están los cuerpos de las niñas que mataste!
-Nunca dije que estuviesen muertas…
Ambos oficiales se enardecieron y brincaron sobre aquel trastornado hombre…
-¿Quieres decir que siguen con vida? ¿Dónde están? – Preguntó el oficial López con la desesperación que ameritaba el caso…
-Así es, están vivas. Ahora ustedes mis queridos oficiales enfrentan un gran dilema moral. Como les dije anteriormente, fueron manipulados. Yo confesé mi crimen ante ustedes, quienes por estar preparando un crimen hacia mí, no registraron nada de esta conversación. Pueden intentar hallar alguna prueba de mis homicidios pero no lo harán. De hecho, hasta ahora, no han podido hallar ninguna.
Las niñas se encuentran ocultas, y están con vida por ahora. Yo no las secuestré, pero si sé su paradero. Si les digo dónde están, me darán unos años de cárcel, pero no la pena de muerte. Saldré luego de un tiempo y crearé una religión nueva o un culto terrorista para matar de nuevo masivamente. Sin embargo, si me matan ahora, harán morir a 5 niñas inocentes, pero probablemente salven a cientos, tal vez miles. ¿Qué harán conmigo oficiales? Tic tac, tic tac…
-El tiempo corre, y esas niñas llevan días ocultas. No vivirán demasiado. ¿Qué decide oficial Castillo?
Ambos oficiales se miraron sin saber que hacer…
-Usted decide comisario… - Dijo López resignado…
-Dame el arma… Voy a acabar con esta encarnación del mal de una vez por todas. De cualquier forma, todo el mundo ya da a esas niñas por muertas, y estoy seguro de que este imbécil dice la verdad. Si lo dejamos vivir, terminará por hacer algo aun peor…
Castillo colocó el silenciador en el arma y disparó tres veces al pecho del homicida sin vacilar ni un momento. Aurelio cayó de la silla lentamente mientras la sangre corría sobre el plástico que habían colocado los oficiales en el suelo para eliminar la evidencia. Antes de morir, Aurelio dijo estas palabras…
“Como dije antes, el ser humano es manipulable. Yo sabía que venía aquí a morir Castillo, pero usted, acaba de matar a la única persona que sabe el paradero de 5 niñas a punto de morir. Eso lo hace responsable de esas muertes, al igual que al oficial López, que viene siendo su cómplice. Usted le quitó un asesino al mundo, pero yo le regalé a dos nuevos homicidas… Vivan con eso.”