La mirada del Realismo.
A mediados del siglo XIX, el Romanticismo deja paso a un nuevo movimiento: el Realismo. En lugar de exponer sus emociones íntimas, los escritores se centran en la descripción de la realidad, que intentan reflejar de una forma objetiva. Ello les lleva a observar detenidamente la vida cotidiana, ambientes que plasman en sus obras junto con los conflictos anímicos que sufren los personajes. Para hacer creíbles sus historias, los realistas evitan expresar su punto de vista personal, aunque eso no impide que tomen partido ante los graves problemas de su tiempo. Otra característica de la literatura realista es la utilización del narrador omnisciente.
La novela, espejo de la vida.
La novela es el género más apto para reflejar el mundo exterior y por ello experimentará un extraordinario desarrollo durante el Realismo. En plena época romántica, dos escritores franceses, Stendhal y Balzac, habían concebido la novela como “un espejo al borde del camino”, es decir, reflejo de la vida. El primero había mostrado su capacidad para el análisis psicológico en Rojo y negro y el segundo, autor de una extensa obra, había intentado trazar en ella un retrato completo de su sociedad, desde el pueblo hasta la aristocracia. Con estas novedades inauguraban ya un nuevo modo de narrar que culminará en Flaubert, quien sienta las bases de la novela contemporánea.
Flaubert: la obsesión por el estilo.
Gustave Flaubert (1821-1880) está considerado como el fundador de la novela contemporánea. Además de su extraordinaria capacidad para analizar el alma humana y para la descripción de ambientes, destaca su afán de objetividad. Para Flubert, el novelista debe reflejar en sus obras el mundo real pero manteniéndose neutral ante los conflictos que plantea. Rasgo distintivo de Flaubert es su obsesión por el estilo: corregía una y otra vez sus escritos para dar con la palabra adecuada y con la estructura óptima de la narración. Sus novelas más importantes son Madame Bovary, Salambó y La educación sentimental.
El Naturalismo.
El Naturalismo nace como una derivación del Realismo. El escritor realista observa, analiza y describe lo que te rodea. El naturalista intenta descubrir, por medio de un minucioso acopio de datos, las leyes que rigen el comportamiento de los hombres; es en que se desenvuelven. Para ello suelen preferir la descripción de ambientes de degeneración y miseria (la fábrica, la taberna, el prostíbulo, etc.). Émile Zola (1840-1902) es el representante más destacado del Naturalismo. En sus obras mostró las luchas de los trabajadores y la miseria del pueblo. Germinal, seguramente su novela más célebre, retrata las durísimas condiciones de vida de los obreros de la época.
La novela victoriana.
La segunda mitad del siglo XIX coincide en Inglaterra con el mandato de la reina victoria (lo que se ha venido a llamar como época victoriana). El gran novelista de este período es Charles Dickens (1812-1870). Buena parte de su material narrativo es autobiográfico o extraído de los barrios populares de Londres, que conocía muy bien. En sus novelas denuncia los abusos e injusticias que se comenten contra los débiles (niños, jóvenes, pobres, mujeres…), aunque suaviza la crítica con un humor fino y agudo. Sobresalen sus vívidas descripciones de los tipos, el ambiente y el habla de los barrios londinenses. Sus obras más admiradas son Oliver Twist (relata las desventuras de un chico huérfano obligado a robar para ganarse la vida) y David Copperfield.
Una Infancia Cruel.
Charles Dickens tuvo que dejar la escuela cuando solamente tenía nueve años. Su padre fue encarcelado por deudas y él tuvo que entrar a trabajar en una fábrica de tintes, donde se explotaba la mano de obra infantil. Esa terrible experiencia la mostró solo levemente alterada en su aclamad novela David Copperfield (1849-1850).
Escribir en tiempos oscuros.
La Rusia de la segunda mitad de XIX vive tiempos oscuros: pobreza, represión policial (tras el asesinato de Alejandro II, su hijo Alejandro III, puso en marcha un sistema represivo durísimo), censura contra las ideas revolucionarias… Los escritores, solidarizándose con el pueblo, denuncian las duras condiciones de vida y los males que aquejan al país. Por ello, en las novelas se aprecia un fuerte contenido social, un detallado estudio de los caracteres y un tono pesimista y sombrío. Sus dos máximas figuras son León Tolstói y Dostoievski. Las obras de Fiódor Dostoievski (1821-1881) destacan por la intensidad de sus argumentos y por el profundo análisis psicológico con que retrata a los personajes, muchos de ellos protagonistas de situaciones angustiosas. Esto se observa en títulos como Crimen y castigo, y El jugador y los hermanos Karamázov.
En castellano y en Portugués.
En la segunda mitad del siglo XIX la novela española se orienta hacia el Realismo, alcanzando entonces un esplendor como no había conocido desde el siglo XVII, con Cervantes y la picaresca. Sus figuras más destacadas con Pérez Galdós y Clarín. Por la misma época el Realismo se extiende también por Hispoamérica. El novelista más representativo de este movimiento es el chileno Alberto Blest Gana (1830-1895). Profundo conocedor de las letras francesas, Blest Gana acusa en su estilo la influencia de Balzac, pero asumida con originalidad en sus descripciones de la sociedad, la historia y las costumbres chilenas. Escribió Martín Rivas –su novela cumbre-, durante la Reconquista y Los Trasplantados. En cuánto la vecina de la española, la literatura portuguesa también vive un momento de auge, especialmente en la novela, durante el Realismo. El escritor más destacado de este período es José María Eca de Queirós (1845-1900). Cercano al Naturalismo, posee un estilo rico y cuidado y una ironía Mordaz. Sus obras.
Teatro naturalista y realista.
A finales del XIX el Naturalismo y el Realismo se manifiestan a través del género teatral. Se trata de obras que ahondan en la psicología y en las circunstancias de los personajes para explicar su comportamiento. Los dramaturgos naturalistas más importantes son Henrik Ibsen (1828-1906) y August Strindberg (1849-1912). El teatro del noruego Ibsen, (denominado por la crítica como teatro de ideas) sorprende porque apenas tiene acción. Las obras exponen los problemas psicológicos o los conflictos ideológicos entre el individuo y la sociedad. Una de sus obras más destacadas es Casa de muñecas. Mientras tanto, el Realismo tiene uno de sus principales representantes, que es Antón Pavlovich Chéjov, y no solo en lo que respecta a teatro, sino también en el cuento.
me gusto mucho fue informativo estare siguiendote de serca! para ver tus post saludo!
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