Hola, comunidad de Hive!
Como anuncia el post, hoy hablaré sobre cómo mi trabajo como guitarrista concertista puede convertirse en la plataforma perfecta para la promoción cultural: para la promoción de jóvenes artistas.
Los pongo en contexto.
Desde hace 10 años mantengo una peña en la sede de la Asociación Hermanos Saíz de Las Tunas, la ciudad donde vivo; mi peña se llama “Del sueño a la poesía”.
Según la RAE, una peña es un grupo de personas que participan conjuntamente en fiestas populares o en actividades diversas, como cultivar una afición, fomentar la admiración a un personaje, equipo deportivo, manifestación artística, etc.
Esta sería la definición que me atañe. Sin embargo, peña también es corro o grupo de camaradas y piedra grande sin labrar que produce la naturaleza
Aunque no lo parezca, esta última definición me interesa también.
El caso es que, en estos espacios, no solo aprovecho para rescatar el amor, el disfrute por la música de concierto, por la guitarra de concierto. La guitarra siempre es la protagonista y anfitriona de mi peña. También lo uso de plataforma para lanzar y dar a conocer a nuevos talentos de la provincia y del resto del país. Estos vendrían siendo esa piedra sin labrar a la que la naturaleza les otorgó un don. Solo queda trabajarlo.
Siempre tengo invitados a compartir escenario a varios músicos y escritores de primer nivel, para que sirvan de ejemplo, de enseñanza para aquellos estudiantes de música y aficionados a la música o a la literatura que recién se comienzan a subir a los escenarios.
Tengo el placer de poder decir que fue en mi espacio donde artistas aficionados y estudiantes de música, realizaron su primera presentación en público. Incluso, algunos de ellos solo se presentaban, al inicio, en mi espacio.
Ahora mismo, muchos de estos muchachos ya son artistas con una obra madura y están trabajando en distintas partes del país y del mundo.
También mis alumnos, los que aún no se han graduado y los que ya son unos profesionales, han pasado por el escenario de “Del sueño a la poesía”. En este caso de los estudiantes, no solo es por una cuestión promocional, sino que también educativa. Todo estudiante de música debe aprender a tocar en público, a dominar los nervios en el escenario. Deben aprender a presentarse, comportarse y crear una conexión, a nivel emocional, ante un auditorio; donde el crecimiento espiritual es recíproco.
Esto también trato de enseñarlo a todo aquel que trabaja conmigo.
Y esto es un trabajo de antes, durante y después de haber interpretado su repertorio.
De esa forma, como maestra, les doy una educación más integral.
En estos diez años he trabajado con muchos músicos, claro está, pero también con varios escritores y amigos. Aquí en #hive hay varios de ellos, de esos que mencioné que ya tienen una obra madura, como son el caso de @restaurador @maylink @daddyvaldes @GaviotaWriter y mi esposo @abelarte para solo mencionar algunos.
Siempre es bueno este intercambio, esta fusión de manifestaciones artísticas. El público lo agradece. También lo agradecen aquellos que recién comienzan, cuando observan a aquellos artistas de primer nivel, prestándoles atención y aplaudiéndolos. Ese feedback siempre es alentador. Es combustible para seguir trabajando y superándose hasta llegar a donde están ellos.
O más lejos.
La tarde de ayer, por ejemplo, fue una tarde mágica. Conmigo estuvieron varios que recién comienzan, como lo fue el caso del joven instructor de arte Rasiel Leyva y mi hijo, el estudiante de guitarra Diego Leyva Skourtis. Por la parte literaria fueron autores consagrados como @abelarte y Yuslenis Molina junto a otros escritores que aún dan sus primeros pasos: Yury García Fatela y Yoan Santiago.
No me gusta llamar trabajo a “Del sueño a la poesía”, a pesar que lo es. Lleva mucha preparación, estudio y planificación. En ocasiones, horas de ensayo con aquellos a quienes voy a acompañar. O sea, a veces paso más tiempo trabajando en el diseño del espacio y perfeccionando detalles, que el que estoy sobre el escenario.
A veces también conlleva a frustraciones. Pero de esto no vale la pena hablar. Es mucho más lo que me da, que lo que me quita a nivel espiritual. Es una obra que realizo con tanto amor, con tanto placer y orgullo, que no puedo explicar cómo me siento en cada ocasión.
Esta es mi vocación. Mi vocación de servicio. Y esta vocación, este llamado a servir, junto a la guitarra, es algo de lo que nunca podré prescindir.
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