Alcohol y depresión...

in Hive Cuba2 days ago

El abuelo Mateo era un hombre de pocas palabras, de arrugas profundas como surcos en un campo seco. Su silencio, sin embargo, era más ruidoso que cualquier tormenta. Sus nietos, Sofía y David, de diez y ocho años respectivamente, lo observaban con una mezcla de cariño y confusión. El abuelo, antes un hombre jovial que contaba historias y reía a carcajadas, ahora pasaba la mayor parte del día en un sillón desgastado, mirando fijamente la pared.

Sofía, la más observadora, notó los cambios primero. La botella de whisky, escondida detrás de un viejo mantel, los vasos con restos de un líquido ámbar, el temblor sutil en sus manos. David, más joven y menos perceptivo, solo veía a su abuelo triste, un abuelo que ya no jugaba al dominó con él ni le contaba sus aventuras de juventud.

La curiosidad de Sofía creció. Comenzó a buscar información en libros viejos de la casa, en internet con la ayuda de David. Aprendió sobre el alcoholismo, sobre la depresión, sobre cómo ambas enfermedades podían alimentarse mutuamente, convirtiéndose en un círculo vicioso del que era difícil escapar. Leía sobre la tristeza profunda, la pérdida de interés en la vida, la dificultad para dormir, síntomas que reconocía en su abuelo.

Un día, encontró una vieja fotografía: el abuelo Mateo, joven y sonriente, rodeado de amigos, en una fiesta. La imagen contrastaba fuertemente con el hombre taciturno que ahora habitaba la casa. La tristeza en la foto, aunque disimulada por la sonrisa forzada, era evidente para Sofía. Una pequeña nota al dorso decía: "Un día inolvidable… aunque el final fue amargo".

Sofía se armó de valor. Un día, mientras su abuelo estaba más tranquilo, se sentó a su lado y, con timidez, le preguntó: "¿Abuelo, estás triste?"

El silencio se prolongó, pesado como una piedra. Mateo suspiró, un sonido que parecía contener décadas de dolor. No habló de sus problemas directamente, pero le contó historias de su pasado: la pérdida de su esposa, las dificultades económicas, la soledad. Historias fragmentadas, entrecortadas por largos silencios y un leve temblor en su voz.

No hubo grandes revelaciones, ni momentos dramáticos. Fue una conversación sencilla, llena de silencios y miradas compartidas. Sofía comprendió que el camino de la recuperación sería largo y difícil, pero por primera vez, vio un atisbo de esperanza en los ojos de su abuelo. Sabía que no podía resolverlo todo de golpe, pero había dado el primer paso, el más importante: la comprensión. El camino para ayudar a su abuelo recién comenzaba.Animal House Drinking GIF