Bienvenidos a éste nuevo post apoyando el tema del mes #Laindiferencia, me gustaría atender este tópico desde una vista poco usual y creativa, tomando en cuenta muchas cosas de mi vida personal, enfocado principalmente a la relación que lamentablemente que he tenido con mis padres desde hace mucho.
Espero lo vean como una reflexión, y si se identifican, recuerden que nunca estamos solos, siempre hay una mano amiga para ayudarnos y levantarnos, hay esperanza para que las situaciones cambien...
En un rincón olvidado de la vida, habitaba una familia desgarrada por la indiferencia. Padre y madre, presencias distantes, con corazones helados, dejaban que el tiempo pasara sin rozar la esencia de sus hijos. Sus ojos, vidriosos y apagados, apenas percibían la luz que brillaba en los pequeños seres que llamaban hijos.
Lucía, la primogénita, era una niña de mirada dulce y risa contagiosa. Buscaba, con sus manos diminutas, acariciar la ternura de sus padres, pero solo encontraba silencio y desdén. Sus ilusiones se desvanecían al ver cómo sus padres se sumían en el abismo de la indiferencia.
Miguel, el hijo menor, anhelaba el abrazo cálido de su padre y el consuelo suave de su madre. Pero solo encontraba frialdad en sus gestos y palabras que se desvanecían en el aire. Su inocencia se quebraba en el eco de una casa vacía, donde los suspiros de amor se convertían en suspiros de soledad.
El tiempo pasaba, y la indiferencia, como una sombra oscura, se adentraba en las grietas de aquella familia. Los niños, en su inocencia, no comprendían el porqué del distanciamiento, pero sentían el peso de la ausencia de amor. Sus corazones necesitaban nutrirse de caricias y palabras tiernas, pero solo encontraban vacío.
Un día, un cálido viento de cambio sopló sobre aquella morada. Una vecina sabia y compasiva, llamada Rosa, notó la tristeza en los ojos de Lucía y Miguel. Su corazón sensible no podía quedarse indiferente ante aquel sufrimiento invisible. Decidió tender un puente de esperanza hacia aquellos pequeños corazones.
Con palabras llenas de ternura y abrazos cálidos, Rosa acarició las almas heridas de los niños. Les contó historias mágicas de amor y les enseñó el poder transformador de la empatía. Lucía y Miguel se aferraron a ella como faros de luz en medio de la oscuridad. Rosa les enseñó a comunicarse, a expresar sus sentimientos y a perdonar.
Poco a poco, los niños abrieron las puertas de sus corazones y permitieron que el amor los envolviera. Con cada abrazo, con cada palabra de aliento, se liberaban del peso de la indiferencia. Descubrieron que, aunque sus padres estuvieran atrapados en su propia prisión emocional, ellos podían encontrar consuelo en la fuerza de su unión y en el amor que se profesaban mutuamente.
Con el tiempo, Lucía y Miguel compartieron con sus padres las lecciones de amor y reconciliación que habían aprendido. Como semillas de esperanza, plantaron en el corazón de sus progenitores la posibilidad de cambiar, de romper las cadenas de la indiferencia y de abrirse al amor hacia sus propios hijos.
Welcome to this new post supporting the theme of the month #Laindifference, I would like to address this topic from an unusual and creative perspective, taking into account many things from my personal life, focused mainly on the relationship that unfortunately I have had with my parents since long ago.
I hope you see it as a reflection, and if you identify yourself, remember that we are never alone, there is always a helping hand to help us and lift us up, there is hope for situations to change...
In a forgotten corner of life, there lived a family torn apart by indifference. Father and mother, distant presences, with hearts frozen, allowed time to pass without touching the essence of their children. Their eyes, glassy and dim, barely perceived the light that shone in the little beings they called their own.
Lucia, the eldest, was a girl with a sweet gaze and a contagious laughter. With her tiny hands, she sought to caress the tenderness of her parents, but only found silence and disregard. Her dreams faded away as she witnessed her parents sink into the abyss of indifference.
Miguel, the youngest son, longed for the warm embrace of his father and the gentle solace of his mother. But all he encountered was coldness in their gestures and words that dissipated into thin air. His innocence shattered in the echo of an empty house, where sighs of love turned into sighs of loneliness.
Time passed, and indifference, like a dark shadow, crept into the cracks of that family. The children, in their innocence, did not understand the reasons behind the distance, but they felt the weight of love's absence. Their hearts yearned to be nourished with caresses and tender words, but all they found was emptiness.
One day, a warm wind of change blew over that dwelling. A wise and compassionate neighbor named Rosa noticed the sadness in Lucia and Miguel's eyes. Her sensitive heart could not remain indifferent to that invisible suffering. She decided to extend a bridge of hope towards those little hearts.
With words filled with tenderness and warm embraces, Rosa caressed the wounded souls of the children. She told them magical stories of love and taught them the transformative power of empathy. Lucia and Miguel held onto her like beacons of light amidst the darkness. Rosa taught them to communicate, to express their feelings, and to forgive.
Little by little, the children opened the doors of their hearts and allowed love to envelop them. With each hug, with each word of encouragement, they freed themselves from the burden of indifference. They discovered that even though their parents were trapped in their own emotional prison, they could find solace in the strength of their bond and in the love they shared with one another.
Over time, Lucia and Miguel shared with their parents the lessons of love and reconciliation they had learned. Like seeds of hope, they planted in their parents' hearts the possibility of change, of breaking the chains of indifference, and of opening themselves up to love for their own children.
The family, once submerged in indifference, blossomed with the awakening of compassion and affection. The parents, tears in their eyes, opened their arms and their hearts to Lucia and Miguel. They acknowledged their mistakes and committed to building a new path filled with love and closeness.
Thus, that wounded family healed their scars through the power of love and reconciliation. They learned that indifference doesn't have to be an inevitable fate, but can be transformed by the courage and willingness to change. And with each new dawn, the sun shone upon that home, where family ties were strengthened by the love that had conquered indifference.
Programa:
*Los banners fueron hechos por mí en Canva
Gracias, gracias, gracias...
Program:
*The banners were made by me in Canva
Thank you, thank you, thank you...
Tu post hoy nos pareció cautivante. 💜
Una linda historia artística, que cobra aún más valor al saber que la fuente de inspiración son tus propias vivencias. Estamos interesados en seguir brindando a nuestros pequeñitos en casa sinceras muestras del amor y cariño que sentimos por ellos. Eso es uno de los importantes recordatorios que nos hace tu contenido.☀️
¡Y tuvo un final feliz! Gracias por llenarnos de esta bella luz @ncondesita 💛