Eso no lo voy a olvidar jamás y la cara de mi hermano cuando llegué a la casa tampoco, fue aún más gracioso el hecho de que mi suegra me subió a mi casa en su carro y yo ahí, en completo silencio, sufriendo por pensar que más nunca podría usar a mi querido amigo, te imaginarás el trauma, fue toda una odisea jajaja.
Gracias por pasar y comentar.