El beso de Ñuño

Cuenta una leyenda del Camagüey, que allá por el año 1940 del pasado siglo, vivía en el pintoresco poblado de Nuevitas, al norte de la provincia, un joven pescador apodado Ñuño, el cual tenía una hermosa novia, con quien estaba comprometido para casarse. La prometida de Ñuño era una doncella casta y tímida, tanto que el pobre hombre ni siquiera un beso le había podido robar. Ñuño ideó un plan para tenerla a su merced. La invitó a pasear con él en su pequeño barco, un chalán, por la anchurosa bahía que rodea aquel poblado, para mostrarle los idílicos paisajes, y los colores del mar en aquellos sitios, donde las aguas son tan azules como tinta de bolígrafo. Y mientras viajaban solos en el chalán, el astuto Ñuño intentó una y otra vez abrazar a su prometida y besarla, sin lograr nada por las buenas, hasta que, ardiendo de pasión, la arrinconó a la baranda, le sujetó las manos y acercó sus labios para darle el beso anhelado. Pero en el forcejeo, la prometida de Ñuño dio un paso en falso, se enredó en unos cabos de cuerda y cayó por sobre la borda del chalán hacia las profundidades. Desesperado, Ñuño se despojó de sus ropas y se lanzó al agua al rescate de su amada. Braceó en todas direcciones por largo rato, pero no pudo hallarla. Finalmente volvió al chalán y fue al poblado por ayuda. Durante varios días, los barcos de la capitanía del puerto y de todos los pescadores de las zonas aledañas, buscaron a la joven, con la esperanza de dar al menos con los restos de su cuerpo, para darle un entierro digno y llorar su muerte. Pero la prometida de Ñuño, tragada por aquellas aguas tan azules como tinta de bolígrafo, nunca más apareció.
Una mañana, tiempo después, Ñuño salió a navegar en su chalán, devastado por la perdida, sin más compañía que su dolor y su rabia. Enrumbó hacia el centro de la bahía y estando allí ató una pesada ancla a su cuello, se inclinó sobre la borda y se dejó caer hacia la profundidad, en pos de su bella prometida. La leyenda narra, que justo antes de lanzarse al mar, Ñuño profirió una tremebunda maldición sobre aquel sitio, justo donde las aguas son más azules. Las palabras de aquella maldición nadie las sabrá jamás, pero lo que si conocen los pobladores de Nuevitas y de las comunidades aledañas, es que desde esa fecha, cada año cuando se conmemora el triste acontecimiento, se forma en aquella zona de la bahía de Nuevitas un extraño y portentoso remolino, el cual suele durar pocos minutos, pero si en ese lapso de tiempo, por desventura, alguna embarcación pequeña o mediana va de cruce por allí, el remolino la atrapa, acaba hundiéndola y de paso se ahogan quienes la navegan.
De ese modo la leyenda tiene el respaldo de una realidad inexplicable para la ciencia: hasta el presente el extraño remolino sigue sucediéndose en una fecha fija del año, siempre en el mismo lugar de la bahía. Y los nativos de esas comunidades han bautizado el fenómeno como El beso de Ñuño, en alusión al pobre pescador que nunca pudo besar su prometida. Y hasta hoy los pescadores nueviteros, evitan cruzar con sus embarcaciones el centro de la bahía en determinado día del año.