Es inevitable no sentirnos tristes de tener a nuestros hijos lejos, lo que nos ha tocado vivir a los venezolanos como sociedad no es nada sencillo. Y aunque estamos "tranquilos" de saberlos en un mejor lugar donde no pasan las penurias a las que se someten tantas personas en nuestro país. Es inevitable no sentir tristeza por no tener su abrazo y su contacto. Pero uno va aprendiendo a sobrellevarlo y conseguir un equilibrio en nuestras emociones. No nos queda otra por nuestra salud.
No se trata de esconder la tristeza y motivos para que ella haga acto de presencia abundan, lo interesante es encontrar muchos más motivos para el agradecimiento y la alegría.
Totalmente de acuerdo. Un abrazo!!!