Insatisfecho, a veces. Resignado, menos. Rebelde eterno, acepto mis derrotas, cuando se pierde, (los cocotazos recibidos obligan) se perdió. A otra cosa, acaso, otra estrategia, un descanso en el camino.
De vez en cuando es bueno recordar la Oración de la Serenidad y aceptar las cosas que no podemos cambiar, cambiar las que sí podemos con pedir valor y pedir sabiduría para conocer la diferencia.
No estoy seguro de haber captado toda(s) la idea de esta reflexión, pero siento que también anduve por esos vericuetos y simplemente bajé la velocidad.
Salud y bienestar estimado, Javier.
¡Ah, Santa Teresa del Ávila! Bueno, esto creía, pero ahora encuentro en la red que la oración de la serenidad es del teólogo estadounidense Reinhold Niebuhr (extraño nombre y apellido para un gringo, de origen germano), allá, en 1930.
Sí, te resuena, mi amigo. Es porque, consciente o no, ya habrás transitado por estos dilemas. Nada de lo humano te es ajeno.
Saludos y que tengas un excelente fin de semana.